47 resultados para muchacho
Resumo:
Denunciar la incomprensión, represión, de los factores que motivan la marginación: es decir, y concretando, denuncia del capital y del poder. En este trabajo se recalca el aspecto social como causa primordial de la delincuencia. La salud psíquica del niño, deberá crecer junto con la social. Separar estos dos términos supone mutilar parte del desarrollo armónico del muchacho. Nuestra lucha por la 'reeducación' deberá incorporar la lucha por la destrucción del mismo sistema de reeducación, ya que pensamos que ha quedado suficientemente claro que los organismos montados sobre el 'delincuente' responden a unos intereses propios de la sociedad capitalista que con sus normas y criterios pretende, en todo momento, el conservar los privilegios de cierta clase que es la dominante, la del poder. Para ello considera al 'delincuente', como una persona totalmente distinta de los no encarcelados, como un individuo anormal y patológico que se le margina porque disidente de la ideología de los que detentan el poder, y se sirven de esos organismos creados 'en defensa del menor' para mantener las actuales injusticias estructurales. Por lo tanto, nuestra tarea no consistirá en tomar a nuestro cargo a los chavales con el fin de desembarazar de ellos a la sociedad. Tampoco consistirá en pulirlos, reabsorverlos y entregarlos a dicha sociedad totalmente domesticados, sino que procuraremos 'adaptarlos' a dicha sociedad de clases, no como 'malos convertidos' y sumisos, obedientes, más bien, todo lo contrario, como agentes de cambio. Hemos de decir que todas las reformas que se vayan haciendo de aquí en adelante, deberán ser todas las personas implicadas y concienciadas en la problemática del menor delincuente, las que tomen parte en cuantas decisiones se tomen al respecto, tanto en el orden jurídico-legislativo-económico, organizativo, de planificación o ejecución. No tiene sentido que decidan sobre lo que hay que hacer, personas completamente ajenas a la problemática concreta de la delincuencia.
Resumo:
Estudiar la evolución de la religiosidad en los preadolescentes. El desarrollo de la religiosidad en el niño es un proceso continuo pero no uniforme. Hay momentos de cierta estabilidad, seguidos, ordinariamente de una gran estabilidad. Esto parece lógico y natural, pues es la dinámica general biológica y psicológica, en que a unas etapas de evolución progresiva siguen otras de involución o regresión. A partir de los ocho años, edad ya de la discreción, el mundo religioso infantil se va sistematizando y completando. El lado comunitario da un sentido más amplio a su vida de relación con Dios, con lo que indirectamente du vida religiosa es más consciente y personal, y está suficientemente bien establecida para ir avanzando hacia la plena madurez en la pubertad y en la postpubertad. Como el fenómeno religioso se presenta enlazado estrechamente con el problema de lo moral, hemos estudiado también esta temática en algunas de las preguntas del cuestionario. En el estudio de las respuestas hemos asistido a un desarrollo progresivo, cronológicamente más tardio. Este retraso es debido evidentemente a que en el orden moral se requiere la presencia no sólo de la razón y de la voluntad, sino la capacidad y madurez necesaria de la razón y voluntad para permitir el libre ejercicio de la responsabilidad y libertad. A partir de los ocho años, la objetividad y responsabilidad comienzan su desenvolvimiento. El muchacho puede elegir y, de hecho, elige cada vez con más conciencia de lo que hace. En esta epoca, la integración de lo religioso y de lo moral es posible y conveniente, pero debe ajustarse a ciertos cánones en que Dios sea realmente en última instancia y no la inmediata la presentación de la panorámica religiosa del preadolescente, tanto en el orden teórico o de principio como la constatación de sus manifestaciones prácticas, nos lleva a la consideración de sus aplicaciones en orden a la educación de la religiosidad. Así, la presentación de Dios ha de hacerse desde una religiosidad paternal y maternal realmente auténtica. Una presentación afectiva y gestual, en los primeros años. Posteriormente requiere un cuidado especial el modo de contestar a las preguntas que el niño va formulando, para lo cual es indispensable tener en cuenta el cambio progresivo de sus intereses: por qué, cómo, para qué. Y ya en el orden moral, es indispensable la implantación de los hábitos de dominio, pero estos estarán condenados al fracaso si su formación no se desarrolla en un ambiente de cariño y respeto para con la persona del niño.