48 resultados para Iglesia Católica-Obras doctrinales y polémicas-Autores católicos


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Se propone desarrollar el importante papel que desempeñó la figura de Bartolomé Pérez Casas, su vida y obra con la Orquesta Filarmónica de Madrid en el resurgir de la Música española en el primer tercio del siglo XX. Se constata que su aportación a la cultura musical se realizó como Director de la Orquesta Filarmónica de Madrid por lo que se considera como objeto de estudio a la propia Orquesta, los compositores difundidos y sus repertorios. Se presentan los datos obtenidos del análisis y estudio de los programas de mano correspondientes a los conciertos de la Orquesta Filarmónica de Madrid entre 1915 y 1936. Las temporadas constituyen una unidad organizativa amplia, constituida por los conciertos, en los que la Orquesta establece su comunicación con el público. Además se une la importancia del repertorio que se presenta como un ente sustantivo que transmite la esencia de la Orquesta, las obras que se interpretaron y los autores que las crearon. Se estudian 22 temporadas en la que la Orquesta estaba formada por 96 profesores, 30 de ellos presentes en los listados de la Orquesta desde su fundación. Los instrumentos de cuerda suponen casi las dos terceras partes de los maestros (63 profesores), los de viento un tercio (29 profesores) y los de percusión formado por 4 profesores. El número máximo de conciertos de las diversas temporadas osciló entre los 85 de la temporada de 1921-1922, seguida de 22 conciertos en 1933-1934 y de 56 en 1916-1917. Por el contrario, en 1924-1925, sólo se dieron 15 conciertos, 19 en la siguiente temporada y en 1928-1929 el número fue de 17. El análisis de los programas de mano evidencian una mejora estructural apreciable ya que en 1918 encontramos la existencia de suplentes y la asignación pormenorizada de los cargos, coincidiendo con la publicación de los componentes de la Directiva. En 1919, además ya aparecen los nombres de los suplentes de profesores instrumentistas. La vida y obra de Bartolomé Pérez Casas como compositor y director de la Orquesta Filarmónica de Madrid, tuvieron un carácter dinamizador, influyendo en la cultura musical española en el primer tercio del siglo XX. Tras darse a conocer con la Suite española para gran orquesta 'ÑA mi tierra!', Bartolomé Pérez Casas es reconocido unánimamente como poseedor de todos los recursos compositivos, que, de alguna manera, supera la tradición, aportando elementos novedosos, tanto en el campo melódico, como en el armónico y en la orquestación. Tras el estudio realizado de la actividad de la Orquesta Filarmónica de Madrid se observa el alcance que para la musicología pueden tener ciertos detalles en la codificación de la información respecto del repertorio de las diversas agrupaciones sinfónicas o camerísticas.

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Aportar una visión histórica de los centros de formación eclesiástica burgaleses desde las perspectivas actuales. Analizar la ideología y modelos a que han querido responder. Valorar la incidencia que han tenido en la sociedad y la historia. Cualificar las aportaciones de las personas que han sido el objetivo final de su funcionamiento. Visión panorámica de aspectos territoriales, jurisdiccionales y organizativos de la Diócesis. Historia de las instituciones docentes de la Iglesia. Exploración archivística. La ciudad y Diócesis de Burgos recibieron el mensaje de Trento, y desde el año 1565 el Seminario Conciliar de San Jerónimo fue el semillero de ciencia y adiestramiento con el que soñaron los padres del concilio tridentino que pretendía responder a la nueva situación provocada por la Reforma Protestante al enfrentarse a la Iglesia Romana. La Iglesia Católica decidió la creación del seminario como institución educativa propia para garantizar una formación teológica y espiritual de sus ministros en ese contexto. La formación del alma fue parte esencial de la tarea de gobierno de todos y cada uno de los veintiún pontificados que se produjeron en la centuria de la que se ocupa el estudio. Las preceptorías y colegios posibilitaron los primeros estudios de casi diez mil jóvenes, abriéndoles las puertas de la promoción cultural y ascenso en la pirámide social, también se evitó la pérdida de muchas vocaciones acercando las instituciones a los puntos mejor situados. Los rasgos esenciales de su funcionamiento quedan asegurados a través de las constituciones, estatutos y reglamentos que sirvieron para trazar el estilo de vida y la idiosincrasia formadora de las instituciones docentes eclesiásticas de Burgos. Durante el XIX, resultado del influjo de los distintos talantes episcopales se forma un nuevo tipo de clero para hacer frente a la nueva situación en que la iglesia se estaba desarrollando. Para contrarrestar las ideologías se desarrolló un sistema coherente de tipo moral, disciplinar y teológico que logró un tipo de sacerdocio más dócil. Con el transcurso de los años se continúa en este mismo reglamentarismo para formar un clero de extracción social desfavorecida, mayoritariamente rural. Se continúa manteniendo el terror contra lo que reafirme la iniciativa personal, tal vez porque el temor al hombre, a la propia persona, hundia profundas sus raices en la pedagogía eclesiástica. Se le cierra al estudiante cualquier atisbo por donde pudiera adivinar otro horizonte -prensa, vacaciones, diálogos...- Así la pasividad que degeneraba de ordinario en hipocresía o el camino de la rebeldía que le cerraba el futuro, son dos opciones, con frecuencia las únicas de la formación finisecular. Después de la etapa decimonónica, debido a las continuas intervenciones de los organismos romanos, se logró una formación más completa aunque bastante acéptica en los campos socio políticos. Aunque se advierte un deseo de apertura a los conocimientos intelectuales y culturales del momento y un esfuerzo para ajustarse al ritmo de vida laical.