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Resumo:
La cebada es el primer cultivo español, tanto por superficie ocupada como por valor de la producción. Así, del Avance de Superficies y Producciones Agrícolas del MAPYA (Web noviembre 2002) se desprende que en el último trienio se han cultivado entre 3 y 3,3 millones de has anuales, con unas producciones, que presentan grandes fluctuaciones debidas a la climatología, y que han oscilando entre las 6,35 millones de Tm del 2001 y las 11,28 del 2000. Se podría considerar como valor promedio el de una producción final del orden de los 1,2 miles de millones de euros anuales. Dentro del contexto internacional, hemos de reseñar que también España es el primer país europeo en cuanto a superficie dedicada al cultivo de cebada y el cuarto mundial, después del conjunto de estados de la antigua Unión Soviética, Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, el esfuerzo investigador que nuestro país dedica a la cebada pese a ser el primer cultivo nacional es escaso si se compara con otros países de la UE, como lo demuestra el hecho de que la mayoría de las nuevas variedades inscritas en el Registro del MAPA procedan de programas de selección europeos. Otro aspecto a tener en cuenta es que en España, la cebada se cultiva en unas condiciones próximas a la sostenibilidad, con cantidades muy moderadas de insumos y que actualmente es casi la única posibilidad de aprovechamiento agrícola de un porcentaje muy alto de los secanos semiáridos. En ellos incluso se podría decir que desarrolla un papel ecológico crítico, en cuanto a la conservación del medio natural y la lucha contra la erosión al convertirse en la única cubierta vegetal.
Resumo:
El objetivo general del proyecto ha sido profundizar en el conocimiento de diversos criterios morfofisiológicos de interés para la selección del trigo duro en ambiente mediterráneo y la evaluación del impacto que la mejora de la productividad ha ejercido sobre los mismos. El grado de consecución de los objetivos específicos en los que estaba involucrado nuestro subproyecto se detalla a continuación.
Resumo:
El trigo duro es una especie relevante para la agricultura de nuestro país ya que es uno de los cereales más cultivados. En la última campaña el trigo duro ha ocupado una superficie de 907.094 ha, con una producción record de 2,8 M t. El consumo de pasta y sémola se ha estimado en 4,2 kg por habitante y año. Además España exporta grano de trigo duro a la UE y sémola a otros países, principalmente Argelia. En 2003 la producción utilizable fue de 2,1 M t y el volumen de exportaciones ascendió a 1,5 M t. Las condiciones climatológicas prevalentes en las zonas de cultivo de trigo duro en nuestro país son idóneas para la producción de grano de alta calidad y podemos aumentar las exportaciones sobre todo a la UE, pero para ello resulta imprescindible ofertar un producto de alta calidad industrial. Sin embargo el panorama varietal muestra que muchas de las variedades cultivadas actualmente no poseen una alta calidad, son sensibles a enfermedades y además son de origen foráneo, ya que los esfuerzos que se han dedicado hasta ahora a la mejora del trigo duro en nuestro país han sido muy limitados. Por otro lado la importancia del cultivo y la obligatoriedad de usar semilla certificada para percibir las ayudas de la UE ha hecho que aumente la demanda de variedades de alta calidad, resistentes a enfermedades y con buena productividad. Por todo ello en 2001 se solicitó este proyecto cuyo objetivo último era unificar los esfuerzos que se llevaban a cabo en ese momento en el campo de la mejora genética de trigo duro en España mediante la constitución del Programa Nacional de Trigo Duro.
Resumo:
Una gran mayoría de árboles frutales forman micorrizas en condiciones naturales, sin embargo debido a las técnicas de cultivo habituales (fumigación de viveros, utilización de substratos esterilizados, micropropagación de material en condiciones asépticas) se han detectado, en algunos casos, sintomatologías atribuibles a la ausencia de la simbiosis. La micorrización de patrones de frutales se ha estudiado en condiciones controladas obteniéndose una respuesta favorable de las plantas inoculadas frente a las no inoculadas en crecimiento y en protección frente a patógenos del suelo y estreses abióticos. Sin embargo no se ha evaluado la integración de la micorrización en las prácticas habituales de una producción intensiva en vivero y en plantación. Este trabajo estudia la efectividad de la inoculación de porta-injertos de frutales del género Prunus y de plántulas de olivo del cultivar arbequina en plantación. Así mismo también se evalúa la incorporación práctica de la inoculación en la tecnología de viveros comerciales.