3 resultados para Salvá, Vicente, 1786-1849
em Universidad de Alicante
Resumo:
Este artículo analiza la función de la figura de san Vicente Ferrer en la política de afianzamiento y expansión de la Corona de Aragón en la Italia de mediados del siglo XV y hasta el siglo XVIII. San Vicente Ferrer, clásico innegable de la cultura de la Corona de Aragón, ejerció una extraordinaria influencia en el pensamiento, la predicación y la ortodoxia católicas, así como también, en el tablero de ajedrez de la alta política de fines del siglo XIV y principios del XV. Su influencia fue prácticamente ubicua y omnímoda: predicaba a las masas de casi toda Europa occidental, enfervorizadas por sus dotes oratorias y su dominio de las artes de la predicación, al mismo tiempo que ejercía de consejero de máxima confianza de papas, reyes y gobernantes, escribía densos tratados de teología y filosofía moral, y obraba milagros (más de 900 registrados en su Causa de Canonización). Caló muy hondo, también después de su muerte y durante siglos, en toda Italia, que era el gran escenario de la política y de la cultura humanística y del Renacimiento. Ello se aprovechó por parte de la Corona de Aragón para su expansión en Italia, desde la conquista de Nápoles por Alfonso el Magnánimo. Todo ello se analiza en este estudio a partir de obras de arte (capillas, cuadros, retablos, frescos y mosaicos), nunca tenidas en cuenta en este sentido, pero que, como queda demostrado, son muestra y prueba de esa influencia tanto religiosa como también política de la “figura” de este santo valenciano. Se trata en definitiva del análisis de la poliédrica función de los clásicos.
Resumo:
En los ocho años de vida de La Ilustración, la narrativa, larga y breve, fue uno de los elementos fundamentales de este periódico ilustrado. El artículo analiza los relatos que allí aparecieron y los efectos que las necesidades industriales y comerciales tuvieron en una revista que luchaba por sobrevivir económicamente. Ángel Fernández de los Ríos, propietario del Semanario Pintoresco Español y de La Ilustración, convirtió a esta última, en lo que toca a la narrativa, en una especie de serie B, en la que se entremezclaban reediciones, traducciones y colaboraciones que no habían llegado a tener el nivel suficiente para llegar a las páginas del Semanario Pintoresco Español. La abundancia de reediciones y las diversas fuentes de las que proceden hacen ver que en su selección fue más importante la imperiosa necesidad de sacar la publicación a la calle cada quince días que otros criterios. Ello también explica la abundancia de traducciones de novelas y cuentos en las páginas de La Ilustración. Traducciones y reediciones son el cuerpo principal de la narrativa publicada en La Ilustración y si tenemos que detenernos en las obras de más calidad que allí aparecen, será en este tipo de relatos, puesto que los textos narrativos originales, muy a menudo publicados sin firma de autor, resultan de muy escaso interés. Solo podemos contra con la excepción de dos relatos de José Güell y Renté (Anacaona y Quibiam) y uno de Gertrudis Gómez de Avellaneda: La baronesa de Joux. No representa, pues, La Ilustración una fuente de importancia para la narración española del medio siglo. Su posición subordinada al Semanario Pintoresco Español impidió que la publicación desarrollara una línea de narraciones de calidad. Es testimonio, sin embargo, de un proceso de industrialización de la labor periodística y literaria que estaba desarrollándose con gran celeridad si tenemos en cuenta el fracaso de El Artista y del No me olvides apenas quince años antes. A la altura del medio siglo el periodismo literario se había convertido en una industria que exigía ingentes esfuerzos de trabajo y una producción torrencial.
Resumo:
Este artículo estudia un extraordinario documento conservado en el Archivo Histórico Municipal de Elche: el plano geométrico de la ciudad a escala 1/1.250, y el borrador previo que sirvió para el delineado final. El plano está firmado y fechado el 05-10-1849. El origen del mismo fue la Real Orden de 25-07-1846 que fue cumplimentada por algunas ciudades españolas. A diferencia de los planos levantado con anterioridad, cuya finalidad era científica o militar, a partir de entonces, los planos se dibujaban con una específica finalidad urbanística, es decir como medio para controlar el espacio urbano y proyectar las expansiones futuras, aunque el de Elche no se llegó a aplicar nunca de forma significativa en lo que tenía de reforma de alineaciones, ya que no se trataba de un plano de ensanche. El autor fue Josep Gonzàlez, un maestro de obras académico, titular de la villa, que trabajó en Elche abundantemente en el ochocientos.