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em Portal de Revistas Científicas Complutenses - Espanha
Resumo:
Este artículo analiza las estatuas-menhir noroccidentales que se distribuyen en el área comprendida entre los valles del río Duero y el río Miño, pero que descubrimientos recientes han extendido a regiones fuera de este área nuclear. Partiendo de tres aspectos claves para su interpretación (la cronología, su relación con el paisaje y su sentido iconográfico), se examinan las relaciones entre estas formas materiales y un paisaje socio-material de acción específico (las formas socio-materiales de interacción propias del Bronce final atlántico). Para ello, se tiene en cuenta diferentes conexiones materiales (presencia, encuentro, coexistencia, hibridación, etc.) que permiten contextualizar las estatuasmenhir dentro de un proceso histórico particular: la integración del noroeste de la península Ibérica en un contexto de relaciones mediterráneo-atlánticas, en la segunda mitad del II milenio a.C.
Resumo:
adesp. fr. 700 Kn.-Sn. podría proceder de Andrómeda de Eurípides y no de una Níobe. Los siguientes elementos de los frs. (a) y (b) pueden responder a lo que se conoce de la tragedia de Eurípides: (a) la semejanza con una estatua; (b) la novia de Hades; (c) el silencio del personaje; (d) la colaboración con las Moiras; (e) el contraste entre la fortuna regia y la desgracia y el sufrimiento de los padres. No es, por tanto, necesario modificar el texto recibido para eliminar μάγους πάγας y la referencia a las trampas mágicas en el v. 5, que cuadra bien con Medusa y Perseo.
Resumo:
La berenjena (Solanum melongena L.) es una planta solanácea de múltiples variedades, cuyos ancestros salvajes se sitúan en Indochina y el este de África. Su cultivo fue muy temprano en zonas de China e India. Aun así, no se extendió al Occidente antiguo ni apenas se conoció, de ahí su ausencia en los textos clásicos de botánica y farmacología. Fueron los árabes quienes llevaron el cultivo de la planta por el Norte de África y Al-Andalus, de donde pasó ya a Europa. Los primeros testimonios occidentales de la berenjena aparecen en traducciones latinas de textos árabes, para incorporarse luego a la literatura farmacológica medieval y, más tarde ya, a la del Renacimiento, que empezó a tratar de ella por su posible parecido con una especie de mandrágora. Pese a que se le reconocían algunas virtudes medicinales, siempre se la tuvo bajo sospecha por ser de sabor poco agradable, indigesta y causante de algunas afecciones. Solo los botánicos de finales del Renacimiento describirían la planta y sus variedades con criterios más «científicos» y botánicos, ya sin apenas intereses farmacológicos.