1 resultado para La Habana

em ABACUS. Repositorio de Producción Científica - Universidad Europea


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La influencia de Ernesto Nathan Rogers fue decisiva en la formación de gran parte de los arquitectos de la posguerra europea. A través de los numerosos libros' y escritos que publicó, entre los que destacan sus editoriales de la revista Casabella, que dirigió entre 1953 y 1965, desarrolló un corpus teórico en el que intentó establecer un puente entre la modernidad y la tradición. El pensamiento de Rogers quedó esbozado en el primer editorial que escribió para la revista Casabella a la que añadió el famoso término Continuitá. Las enseñanzas de Rogers calaron profundamente en tres jóvenes arquitectos que se formaron bajo el influjo de sus teorías: dos de ellos italianos, Vittorio Garatti y Roberto Gottardi, y otro cubano, Ricardo Porro. Durante sus años de formación, los tres entraron en contacto con la figura de Rogers. Garatti lo tuvo como profesor en el Politécnico de Milán. Gottardi fue el que más contacto tuvo, trabajando en su oficina entre 1956 y 1957, antes de su partida hacia Venezuela. Y Porro, de forma más efímera, a través de un curso de verano del CIAM en el año 1951 que se desarrolló en Venecia, en el que Rogers participó. Las Escuelas Nacionales de Arte de La Habana fueron sin lugar a dudas un laboratorio experimental donde estos tres jóvenes arquitectos idealistas pusieron en práctica una nueva forma de entender la arquitectura, que en ese momento se estaba gestando, a partir de una mirada crítica hacia el Movimiento Moderno. Pero este proyecto no se hubiese llevado a cabo con éxito sin las enseñanzas recogidas de uno de sus maestros, Ernesto Nathan Rogers, y que se podrían resumir en siguientes aspectos primordiales: el valor que para Rogers tenia la tradición en la arquitectura, tradición que los tres arquitectos recogerán claramente en La Habana; en la valoración de las preexistencias ambientales; en la continuidad que debía tener la nueva arquitectura con los ideales de los maestros del Movimiento Moderno; y, por último, la responsabilidad del intelectual y del artista en el contexto de la sociedad.