5 resultados para Síntomas depresivos

em Repositorio Institucional de la Universidad de Málaga


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Sabemos que la ausencia de diagnóstico en la etapa infantil y adolescente de los trastornos de ansiedad favorece que los síntomas se vuelvan crónicos y muchos autores refieren la frecuencia de comorbilidad de síntomas en estas etapas a diferencia de lo que sucede en los adultos lo que dificulta la delimitación psicopatológica de los trastornos de ansiedad. Con un índice de prevalencia de dichos trastornos de ansiedad en la infancia y adolescencia que según autores oscila entre el 15% y 20% y siendo, como señala el profesor Godoy, la ansiedad uno de los problemas más importantes y frecuentes en la etapa infanto-juvenil donde la investigación no ha sido tan prolífica como en la población adulta es donde enmarcamos el presente trabajo. Aceptando que la ansiedad es una respuesta compleja integrada por aspectos internos, situacionales y fisiológicos postulamos la diferencia entre dos constructos teóricos que intervienen en el proceso cuales son la Ansiedad como Rasgo y la Sensibilidad a la Ansiedad; algunos autores consideran que son lo mismo. Hemos utilizado la versión española de SCAS que evalúa trastornos de ansiedad en infancia y adolescencia. Para evaluar la Ansiedad Rasgo utilizamos el STAIC-R y para la evaluación de la Sensibilidad a la Ansiedad en la infancia y adolescencia, existen dos versiones de la escala para adultos (ASI), una adaptada a la población española por Sandín y col. (CASI) y la otra escala, ASIC, que en el presente trabajo hemos validado y que nos ayudará a comprobar nuestras hipótesis, por un lado, que Ansiedad Rasgo y Sensibilidad a la Ansiedad son constructos relacionados pero no idénticos, por otro lado, que Ansiedad Rasgo y Sensibilidad a la Ansiedad se complementan entre sí a la hora de explicar los síntomas de los trastornos de ansiedad. Las garantías psicométricas que aportamos sobre el ASIC la muestran como una escala fiable y válida para evaluar Sensibilidad a la Ansiedad en chicos y chicas así como en niños y adolescentes, convirtiéndola en una herramienta útil para la prevención de Trastornos de Ansiedad, especialmente Trastornos de Pánico con/sin Agorafobia y Trastorno de Ansiedad Generalizada. Por último, la diferencia entre Sensibilidad a la Ansiedad y Ansiedad Rasgo nos permite a nivel de intervención terapéutica aplicar desde la Terapia Cognitivo Conductual, como señala Muris (2015), técnicas específicas para la vulnerabilidad que representa para el sujeto la Sensibilidad a la Ansiedad como la percepción amenazante del entorno por parte del sujeto con elevada Ansiedad Rasgo.

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Introducción y objetivo: La enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad neurodegenerativa, la segunda con mayor prevalencia, después de la enfermedad de Alzheimer (EA). La enfermedad presenta tanto síntomas motores como “no motores”, entre los que se encuentra disfunción autonómica, dolor, deterioro cognitivo, ansiedad, depresión, entre otros. El dolor en la EP, a pesar de su frecuencia, sigue siendo un síntoma infravalorado, infradiagnosticado e infratratado. Nuestro objetivo principal es evaluar la frecuencia y configuración del dolor en la EP y sus implicaciones afectivas y autonómicas. Pacientes, material y métodos: Estudio multicéntrico, transversal, de carácter retrospectivo y prospectivo. Se incluyeron 407 pacientes con enfermedad de Parkinson (EP) de los que un 70% estaban en una situación leve-moderada (estadios 2 o 3 de Hoehn y Yahr), con edad media de 65,01 años y 7,07 años de duración de la EP. Se administraron las escalas SCOPA-Motor, SCOPA-Autonómica, SCOPA-Cog, Parkinson’s Psychosis Rating Scale modificada, Hoehn & Yarh, las Escala Hospitalaria de Ansiedad y Depresión, Dolor (EVA frecuencia), EQ-5D y estudios neurofisiológicos específicos de Sistema Nervioso Autónomo (SNA). El análisis estadístico se ha realizado con el programa de cálculo estadístico SPSS versión 22. Resultados: En nuestro estudio encontramos una prevalencia del dolor elevada (72%) y los pacientes afirman mayoritariamente (79,2%) que su dolor tiene relación con la EP. La duración de la enfermedad se correlaciona con la intensidad y frecuencia del dolor (dolor intensidad: r: 0,138; p< 0,01; dolor frecuencia: r: 0,168; p< 0,01 ). A mayor evolución de la EP mayor es la percepción del dolor. El 60% de los pacientes de EP manifiestan sentir dolor cuando aparecen episodios de rigidez y tirantez en alguno de los miembros superiores o inferiores frente a un 40% que no. Curiosamente un número mayor (el 76% de los pacientes) siente dolor durante los episodios de discinesias frente a un 24% que no lo percibe. Sin embargo, en la EP el dolor se relaciona más con la situación afectiva que con la motora, como hemos podido demostrar la relación entre el Dolor Total y la HADS (Depresión) Total y la Escala Hoehn & Yahr. El coeficiente de contingencia es mayor en la depresión (C: 0,894; N=403) que en la situación motora (C: 0,637; N=401). El dolor evoluciona y se percibe de forma paralela a otros síntomas no motores (ánimo, nicturia, alteración del control vesical, estreñimiento, etc.) pero con lo que se relaciona más es con la situación afectiva del paciente parkinsoniano (ansiedad (r: 0,40; p < 0,01), depresión (r: 0.28; p < 0,01). La mayor asociación se encuentra entre la ansiedad y el dolor, seguida de la depresión y en menor grado nicturia y sialorrea. Existe una correlación positiva entre las dos subescalas de la HADS (depresión y ansiedad). Existe una alta prevalencia de alteración de la memoria inmediata como síntoma “no motor” (SNM) en nuestra serie (96,5%). En base a nuestros resultados el sexo femenino se asocia al dolor en la EP. Con respecto a la fenomenología el dolor en la EP es muy variable. Se percibe con mayor frecuencia como una corriente eléctrica (64%), calor (60%), frialdad (60%), punzante (52%), difuso (52%), interno (40%), acorchamiento u hormigueo (40%), La frecuencia de la cantidad de tipos de dolor es la siguiente: un tipo de dolor (12%), dos tipos de dolores (16%) y tres tipos de dolores (72%). La media de tipos de dolor en nuestro estudio es superior a 2 tipos (x ̅: 2,60 ± 0,63; rango: 1-3). En los casos que toman levodopa les sigue unas tres cuartas partes que lo perciben como palpitante, tirante, punzante. En los casos que toman agonista dopaminérgico lo perciben en un 75% como adormecimiento, interno, descarga eléctrica, frialdad y calor. El dolor en la EP respecto a su configuración es multimodal. Los parámetros neurofisiológicos están relacionados con los umbrales de dolor. La actividad simpática y la sensibilidad nociceptiva están disminuidas en la EP. Los enfermos con EP tienen un umbral menor para el frío según los datos del estudio del Cold-Ice. En lo referente a la terapéutica el tratamiento dopaminérgico es eficaz para el control del dolor en el 48% de los pacientes mientras que el tratamiento analgésico estándar prescrito mejora el dolor en un 78,8%. Por último, casi la mitad de la población de nuestro estudio (47,52%) evaluada con la EQ-5D tiene problemas en alguna de las dimensiones de la calidad de vida. Hay una relación positiva entre la escala analógica visual del dolor (EVA) y la EQ-5D que evalúa la CVRS y entre la intensidad de dolor y la CVRS (r:-0,298; p < 0,01). Es decir, una mayor vivencia de dolor empeora la CVRS del paciente con EP. Conclusiones: En la enfermedad de Parkinson el dolor es un síntoma no motor de elevada prevalencia, íntimamente relacionado con la afectación de los sistemas afectivos y autonómicos medido con test neuro-vegetativos específicos. El presente estudio confirma su relación con el lado más afecto de la enfermedad, las fluctuaciones motoras, el tiempo de evolución, con la situación anímica (depresión y ansiedad) y con el sexo femenino, así como su carácter multimodal y gran variedad de expresión sintomática. Es muy llamativa su asociación con el déficit mnésico. Por último esta vivencia repercute en forma llamativa en la calidad de vida relacionada con la salud por lo que sería importante conocer y manejar mejor estos aspectos de la enfermedad de Parkinson.

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La educación de las emociones constituye un proceso complejo de construcción permanente que tiene su origen en la familia, pasando por la escuela y continuando a lo largo de toda la vida. El concepto de alexitimia, introducido por Sifneos en la década de 70, considerado como una perturbación cognitiva y afectiva se caracteriza, entre otros aspectos, por la dificultad en diferenciar y verbalizar sentimientos. Para poder tener un desarrollo afectivo saludable es fundamente poseer un auto concepto positivo, dicho auto concepto previene estados depresivos y de ansiedad, entre otros. Es más, se puede considerar que el auto concepto tiene un carácter predictivo en varios contextos de la vida. Pese a que existen varios estudios sobre la alexitimia en la población adulta, los estudios de la población joven son escasos. El objetivo de este trabajo ha sido el estudio de la alexitimia y del auto concepto en la psicopedagogía y sus correlaciones con el género y la edad. La muestra del estudio fue constituida por 100 estudiantes de entre 6 y 9. Los instrumentos empleados para la recogida de datos fueron dos escalas: la escala TAS-20 para los valores de alexitimia y la escala de Susan Harter para el auto concepto. De las 5 hipótesis de trabajo definidas se encontró correlación entre el auto concepto y la edad; No fue encontrada correlación entre los valores de auto concepto y alexitimia, y las diferencias significativas encontradas en los valores de alexitimia en las clases de edad estudiadas son contradictorias con los resultados encontrados en estudios anteriores. Respecto a las diferencias identificadas en el proceso enseñanza/aprendizaje, los resultados indican que las chicas se apoyan más en pistas emocionales que los varones, manifestando también mayor preocupación con el estado emocional de los demás. La educación tiene hoy nuevos desafíos y el papel del profesor se extiende hacia otras formas de encarar la profesión. El profesor tendrá entonces que preparar al alumnado de una forma más humana, formándolo no solo científicamente, sino también para una integración plena en la sociedad como ciudadano consciente, responsable y con plenos derechos.

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El debate de la existencia de comorbilidad entre los trastornos del neurodesarrollo ha sido reconocido y estudiado desde hace mucho tiempo. Sin embargo la comorbilidad entre el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad y el Trastorno de Espectro Autista es muy reciente en parte por la consideración de la coexistencia en el caso del TEA y en parte por el criterio de exclusividad para el diagnóstico de TDAH según las clasificaciones diagnósticas al uso. Este debate se ha superado con la reciente publicación del DSM-5 que permite diagnósticos comórbidos entre ambas condiciones. Por una parte, existe un creciente reconocimiento del Trastorno de la Comunicación Social (Pragmática), como un trastorno del neurodesarrollo con características singulares que los diferencia de otras condiciones, que se ha materializado con la inclusión de esta condición en la reciente publicación del DSM-5, aunque aún no hay un consenso en torno a la diferenciación entre síntoma o condición, ni en qué relaciones mantiene esta condición con otros trastornos del neurodesarrollo, u otros niveles del Lenguaje y la Comunicación. Por otra parte, existe un amplio debate en torno a la naturaleza de estos dos trastornos del neurodesarrollo, TDAH y TEA, y en torno al papel que juegan las alteraciones de la comunicación social (pragmática) en el déficit social presente en ambas condiciones clínicas. Una explicación plausible para estas dos condiciones es el déficit en funciones ejecutivas, sin embargo, la naturaleza emergente y multicausal de las alteraciones de la comunicación social (pragmática) señala que también es plausible que este dominio del lenguaje sea independiente con sus propias reglas y principios y que condicione el déficit social presente en ambas condiciones clínicas. Nuestro estudio pretende plantear y profundizar en el estudio de la comorbilidad entre TDAH y TEA y el rol causal que se puede atribuir a las alteraciones pragmáticas del lenguaje que presentan ambas condiciones. En el primer capítulo presentamos la evolución del debate de la comorbilidad entre TDAH y TEA y las cuestiones que plantea este debate que son el objeto principal de nuestro estudio. En el segundo capítulo revisamos la literatura en relación a los síntomas TDAH presentes en TEA y los síntomas TEA presentes en TDAH. En primer lugar presentaremos los argumentos que indican presencia de dificultades atencionales en los TEA. En segundo lugar los argumentos que indican la presencia de síntomas TEA presentes en TDAH en relación a las dificultades de interacción social y las conductas restringidas y estereotipadas. A continuación revisamos las diferencias en el perfil de inteligencia en ambas condiciones clínicas. Por último exploramos las dificultades psicolingüísticas comunes a ambos trastornos del neurodesarrollo. En el tercer capítulo exponemos la naturaleza ejecutiva de la comorbilidad entre ambas condiciones. Un endofenotipo que puede explicar la comorbilidad entre ambas condiciones es el déficit ejecutivo central. Hay acuerdo en que ambas condiciones presentan un déficit ejecutivo central que podría explicar la presentación comórbida de ambas condiciones clínicas, sin embargo, el déficit ejecutivo central no explica completamente los síntomas comórbidos que presentan conjuntamente ambos trastornos, ni la naturaleza heterogénea de ambas condiciones. Las dificultades psicolingüísticas y el déficit social comunes a los TDAH y a los TEA no pueden ser explicados de forma concluyente por el déficit ejecutivo. Sin embargo, el déficit pragmático podría explicar tanto el déficit lingüístico como el déficit social. Por tanto planteamos que el déficit pragmático es otro endofenotipo potencialmente explicativo de la comorbilidad entre estas poblaciones heterogéneas. En el cuarto capítulo abordamos el tema de las similitudes y diferencias en el perfil de comunicación social (pragmática) en ambos trastornos del neurodesarrollo señalando la dificultad de las herramientas diagnósticas en este campo y resaltando el uso de la CCC-2 para diferenciar perfiles entre ambas condiciones. En el quinto capítulo planteamos las similitudes y diferencias en la conducta conversacional en ambas poblaciones, TDAH y TEA. La tesis doctoral continúa con la parte empírica. En esta parte respondemos a las cuestiones específicas que nos ha planteado la revisión teórica realizada en los capítulos 1 al 5 y que se exponen inicialmente en el apartado Objetivos e Hipótesis. A continuación exponemos el método seguido en nuestro estudio, participantes y selección, herramientas estandarizadas y no estandarizadas utilizadas, y el procedimiento de análisis de datos. En el siguiente bloque exponemos los resultados de nuestro estudio para cada uno de los dominios señalados: Lenguaje, Comunicación, Conversación y Función Ejecutiva. En cada bloque exponemos primero los resultados para cada objetivo propuesto y al final de cada bloque planteamos una discusión parcial en cada dominio estudiado. En esta discusión parcial señalamos las evidencias de nuestro estudio que indican diferencias y similitudes en los perfiles de rendimiento de ambas condiciones y su coherencia con estudios previos así como la relación entre los dominios estudiados. Por último, en la discusión general abordamos la interpretación de las evidencias que hemos encontrado para aclarar el valor diagnóstico de las alteraciones de la comunicación social (pragmática) en la comorbilidad entre ambas condiciones y, la interpretación de las evidencias que nos permiten confirmar que los déficits pragmáticos son independientes del déficit ejecutivo y que constituyen una zona de solapamiento entre ambas condiciones.

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El problema del que se parte a la hora de iniciar dicho estudio surge como consecuencia de la escasa cantidad de investigaciones que existen en torno a los déficit que se originan a nivel social y emocional en los individuos que padecen TDAH (Lavigne y Romero, 2010; Loro et al., 2009; Montañés et al., 2010; Mulas, Gandía, Roca, Etchepareborda, y Abad, 2012). De entre dichas variables, se ha elegido el autoconcepto por ser un constructo psicológico que va a resultar determinante en la configuración de la autoestima de los individuos, y consecuentemente, en su capacidad de adaptación al entorno. Además, se pretende analizar si la configuración de dicho constructo va a estar influido por variables directamente relacionadas con el trastorno (edad, número de hermanos, comorbilidad, tratamiento, puntuaciones obtenidas en el cuestionario DSM-IV para detección de síntomas de TDAH dirigido a padres y profesores). Para ello, se ha recogido información a través de un cuestionario de Autoconcepto (García, 2001) en torno a seis dimensiones: física, social, intelectual, familiar, personal y control; que engloba las propias opiniones de una muestra de 25 niños diagnosticados con el síndrome (de edades comprendidas entre 7 y 12 años), en torno a la percepción que tienen de sí mismos y a cómo creen que son valorados por los demás. Después de analizar los datos, se obtienen diferencias significativas en la correlación entre dimensiones del autoconcepto y las variables comorbilidad, edad y tratamiento dirigido al TDAH. Como conclusión y de acuerdo con el objetivo general de la investigación, hemos podido comprobar la necesidad de incorporar y dar una mayor relevancia a las variables relacionadas con aspectos soci-emocionales, en los protocolos de evaluación e intervención de dicho trastorno.