1 resultado para FINCA VILLA BEATRIZ - MUNICIPIO DE ZONA BANANERA (MAGDALENA, COLOMBIA)
em Repositório Científico da Universidade de Évora - Portugal
Resumo:
Jaén, coronó la producción mundial de aceite de oliva en la pasada campaña aportando en torno a un 20% del preciado zumo, consolidando una gran tradición. Este cultivo es el más característico de su agricultura y el más importante en su relación con el patrimonio agroindustrial. Gracias a numerosos estudios arqueológicos y fuentes documentales, sabemos que el cultivo del olivar ha estado presente desde la historia antigua, aunque fueron los romanos los que realmente potenciaron la comercialización del apreciado caldo, obtenido en los tradicionales molinos al transformar el fruto del olivo: la aceituna. Estas infraestructuras se han estado utilizando hasta hace relativamente poco tiempo, momento en el que como consecuencia de la revolución industrial sus sistemas de transformación tradicionales serán sustituidos por otras instalaciones más modernas como las fábricas de aceites. Las manifestaciones residenciales agroindustriales en las que también se realiza la producción del preciado caldo suelen ser bien haciendas, que representan las grandes explotaciones latifundistas, próximas a núcleos urbanos o insertas en parajes naturales y que se convierten muchas de ellas en verdaderas mansiones rústicas. O bien, cortijos aceiteros, casas de campo utilizadas en la época de recolección de la aceituna que combinan el núcleo aceitero con dependencias para alojamiento tanto de propietarios como de jornaleros, normalmente en alguna dependencia anexa. Con esta comunicación se pretende establecer las relaciones que, dentro del patrimonio agroindustrial, existen entre los espacios de producción y los lugares de residencia. Tomando como estudio el Palacio del Marqués de Viana en Garcíez muy próximo a las Ciudades Patrimonio de la Humanidad de Úbeda y Baeza, que atesora una de las pocas almazaras del sistema tradicional de rulos del s.XX. La finca de labor dedicada al olivar en la villa de Garcíez, fue mucho más que residencia de nobles y trabajo de jornaleros. Fue símbolo y manifestación social de un pueblo así como principal configurador de la trama urbana del municipio a partir de una Iglesia, unos 50 vecinos alojados en un pequeño número de casas, y el Palacio, cuyo dueño era propietario de todo, aunque en los años 60, regaló a sus jornaleros sus viviendas. Tras la decisión de la viuda del último Marqués de Viana en 1977 de vender sus posesiones, los habitantes de Garcíez se unieron para comprarlas, formando en 1981 la Sociedad de Transformación Agraria de Garcíez compuesta por 99 familias, propietarias de todos sus bienes en partes iguales.