2 resultados para transición secundaria superior-enseñanza superior

em Universidade Complutense de Madrid


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Dentro de las vanguardias históricas, fundamentalmente las de carácter utópico y con un fuerte compromiso político como el dadaísmo alemán, el constructivismo ruso y el surrealismo francés, podemos localizar una voluntad didáctica de desarrollar una creatividad colectiva y también una recepción colectiva, así como múltiples maneras de hacer que se ponen en común, difuminando las fronteras entre el espectador y el autor, con la clara intención de incidir en la esfera pública. El arte colectivo en las vanguardias se localiza mayoritariamente en amplios movimientos artísticos que involucran un gran número de individualidades y también en sus pretensiones de conseguir unas formas y unas prácticas artísticas que acompañen los movimientos utópicos y revolucionarios y que por tanto puedan ser ejercidas de modo colectivo. Podemos seguir esta voluntad vanguardista en otras experiencias posteriores a la Segunda Guerra Mundial como COBRA, la Internacional Situacionista o Fluxus, para ver cómo se consolidan en los años 80 y 90 con la irrupción de colectivos artísticos, que ya no se organizan en grandes movimientos sino en grupos de afinidad autónomos, con una clara intención activista. Del mismo modo que las vanguardias históricas dirigieron su acción colectiva para integrarse en movimientos activos ligados a los grandes relatos emancipadores de la revolución social, los nuevos grupos de arte y activismo de los años 80 buscarán legitimar sus prácticas en su coalición con los nuevos movimientos de acción política de la posmodernidad, que ya no estarán conformados en torno a aquellos grandes relatos revolucionarios de la modernidad sino que se centraran en las reivindicaciones de las minorías. Y si bien en las vanguardias, lo más habitual, era que los artistas se sumaran a manifiestos y grandes corrientes estéticas, ahora se atomizan en numerosos grupos...

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El amplio dominio del inglés como lengua global también está dejando huella en el mundo académico. En un principio fue la lengua a través de la cual se realizaba gran parte de la investigación y la publicación de los conocimientos específicos de cada disciplina académica. Actualmente también se está convirtiendo gradualmente en lengua de instrucción. A pesar de que en numerosos contextos a lo largo de la historia la enseñanza a través de una lengua extranjera ha sido más la regla que la excepción, las repercusiones que está causando a todos los niveles (político, económico, social, educativo y pedagógico) hacen de este fenómeno educativo un objeto necesario de investigación. Uno de los principales factores que han llevado a la adopción del inglés como lengua de instrucción en la educación superior ha sido la internacionalización de la universidad. Además, puesto que su implementación ya constituye una práctica extendida y aceptada en previos niveles educativos debido a la expansión del aprendizaje integrado de contenidos y lengua (AICLE) en primaria y secundaria (Dafouz & Guerrini, 2009; Dalton-Puffer, Nikula & Smit, 2010), continuar con este enfoque parece una elección lógica y, en principio, no muy costosa y problemática (Coleman, 2013: XIV). A este hecho hay que sumarle el factor competitivo que lleva a las universidades a atraer a estudiantes nacionales e internacionales, a profesores e investigadores con vocación y éxito de todas las partes del mundo y a alumnos de postgrado con talento con el objeto de incentivar la reputación y el prestigio de la universidad (Graddol, 2006; Ramos, 2013; Dafouz, 2015)...