2 resultados para español dominicano, características morfosintácticas léxicas

em Universidade Complutense de Madrid


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Esta tesis es un estudio de los fenómenos de refuerzo consonántico, entendido como un cambio en el desarrollo espaciotemporal de los gestos articulatorios —i. e. como una modificación (normalmente un aumento) de su duración, de su magnitud, o de ambas— como consecuencia de la estructura prosódica en la que se insertan; en concreto, por su contacto con una frontera de constituyente prosódico o por su aparición en una unidad relativamente prominente con respecto a otras del mismo nivel. Todas las lenguas poseen una estructura prosódica, que consiste en una organización de los elementos de contenido fonológico en una serie de unidades situadas en un nivel jerárquico progresivamente más alto. Así, los gestos articulatorios, de cuya combinación y abstracción resultan los distintos segmentos fonológicos, se organizan en sílabas, que se organizan pies, y estos a su vez en palabras, las cuales se agrupan en constituyentes cada vez mayores hasta formar un enunciado. Además, cada unidad tiene un núcleo, que es su constituyente más prominente y que sirve para señalar la presencia de dicha unidad. La estructura prosódica es relevante no solo por la organización del contenido fonológico, sino también porque sirve de interfaz con otros niveles lingüísticos, como el morfosintáctico o el semántico. Por ello es importante que los hablantes (y los oyentes) dispongan de claves que les permitan codificar (o decodificar) la jerarquía de los elementos que componen los enunciados. El refuerzo espaciotemporal de los gestos articulatorios situados en los extremos de los distintos constituyentes supone una marca fonética que pone de relieve la frontera entre unidades, del mismo modo que el refuerzo asociado a las posiciones prominentes ayuda a indicar el número de constituyentes que hay en un determinado nivel jerárquico de esa estructura. La otra cara inevitable de la moneda, el debilitamiento gestual en las posiciones centrales de un constituyente, señala la continuidad del mismo y, por ello, también proporciona información —a su manera— acerca de la estructura prosódica...

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El amplio mapa del Simbolismo europeo vivió un momento sobresaliente a finales del siglo XIX y con el cambio de siglo. Los simbolistas no convivieron como un grupo compacto. Fueron decadentes y estetas a los que unió una búsqueda y un espíritu común. Les interesó lo esotérico, lo secreto y crearon un nuevo mundo hermético con aquello que no está a simple vista en la realidad. Presentaron una irrealidad de ensueño aludiendo a contenidos en profundidad. La atención a lo subjetivo, a la apariencia no objetiva y la oscuridad romántica fueron antecedentes que anunciaron los contenidos cultivados por los simbolistas. La naturaleza difusa del Simbolismo se sirvió de justificaciones poéticas, literarias y filosóficas. Las referencias formales y poéticas atienden a sus dilatados contenidos. La emoción espiritual se adentra en lo intangible e indefinible de la magia simbolista. La influencia del Simbolismo en España se hace notar con cierto retraso y la cronología difiere de los ejemplos del resto de Europa. En el caso español nos movemos entre los años 1890 y 1930. Se ha distinguido un primer núcleo aventajado en Barcelona, con nombres propios como el de Rusiñol y el círculo de los Llimona. Posteriormente los artistas del entorno de Valle-Inclán y su tertulia en el madrileño Nuevo Café de Levante se convertirán en otro exponente que aglutine a artistas diversos. Las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y la repercusión crítica, también añaden información del impacto simbolista en el arte español. Además del núcleo madrileño existe un conjunto de referentes periféricos y artistas “olvidados” igualmente relevantes. Observando las obras simbolistas, se subraya una actitud común en estos artistas. Este talante es clave para trazar un hilo conductor entre los autores. Las formas varían, los significados se solapan y las señas visuales se alteran al no responder a unos cánones siempre fijos. Por ello, es la actitud lo que une a los pintores, escultores y literatos. Decadentismo, Dandysmo, Ocultismo o Esoterismo, son piezas añadidas a esta amalgama artística. Ser simbolista significa trascender más allá de la vida cotidiana. El simbolista accede y cultiva un universo enigmático, turbador y lírico. Es la vía para abandonar lo rutinario. El artista prefiere ensimismarse y regodearse en la creación. Una complicación añadida a su definición, es la falta de unidad estilística o unas características visuales siempre repetidas. Es importante prestar atención a los contenidos de fondo para distinguir puntos de encuentro comunes. Eso sí, los artistas españoles recibieron estas ideas e influencias de manera muy personal. También se añaden otros aspectos como los Regionalismos o la confrontación España Blanca - España Negra. Las fuentes de inspiración miran al Renacimiento, los Primitivos italianos o los Prerrafaelitas ingleses. Existen problemáticas, convivencias y diferentes ingredientes que se suman al discurso del Simbolismo español. El Modernismo, la Generación del 98, los Nacionalismos históricos, Orientalismo, Flamenquismo, Esteticismo, Wagnerianismo o el paisaje, revelan señas simbolistas. Extensión y posición del Simbolismo español en las afueras del Modernismo catalán es el título de esta Tesis Doctoral, en busca de una definición de un momento artístico complejo, rico y desbordante.