2 resultados para Sociedad Literaria de Alicante
em Universidade Complutense de Madrid
Resumo:
La presencia de una sociedad musulmana en la Península Ibérica desde el siglo VIII al XVII, es decir desde la conquista árabe hasta la expulsión de los moriscos, convierte a los musulmanes inevitablemente en tema literario. Ya desde los más primitivos textos épicos aparecen los musulmanes de al-Ándalus no sólo como antagonistas de los héroes sino desarrollando otras funciones literarias como sucede en el Cantar del Mio Cid o de los Infantes de Lara. Incluso surgen en la lejanía los sarracenos de al-Ándalus, en los trovadores catalanes en lengua occitana. Y en el siglo XV, se convierten casi en un género literario en la literatura de Castilla: se convierten en los moros imaginarios de los romances fronterizos, es la morofilia literaria, es el moro de Granada el que entra en la literatura. La idealización del moro de Granada por parte de la literatura castellana es un hecho sorprendente, porque es contemporánea primero de una cruenta guerra, la de Granada, en los romances fronterizos, y de la rebelión morisca y del enfrentamiento ideológico cristiano-morisco después, al pasar el tema, casi intacto, al Siglo de Oro, fenómeno que resumió brillantemente Emilio García Gómez en sus estudios de Ibn Zamrak como: «Jamás tan brillante puente de plata fue tendido a enemigo que huye» El fenómeno no tiene todavía una explicación satisfactoria, porque no puede ser un simple recurso psicológico, como quiere Juan Goytisolo, que otros enemigos vencidos tuvo España y no los idealizó, ni tampoco se podría suponer que es una literatura de protesta, de una contestación a la política nacional como quieren otros autores. Creemos que, en primer lugar, la maurofilia es esencialmente estética y no ética, y en segundo lugar, que arranca de tiempos anteriores a los conflictos abiertos bélicos e ideológicos -la idealización del «moro de Granada» ya se produce en la Crónica de Alfonso XI de 1344...
Resumo:
La tradición dramática aceptada como importante desde Eurípides hasta nuestros días ha sido aquella susceptible de perdurar a través de la transcripción gráfica, tanto del documento dramático original, como de todos aquellos documentos gráficos relacionados con él. Todos ellos dan fe de los efectos que el hecho teatral -en cualquiera de sus formas- ha tenido en la sociedad en la que veían la luz, así como en las sociedades donde se ha ido reproduciendo a lo largo de la historia. Juan Antonio Hormigón concluye sobre está relación:1 Los procesos productivos teatrales se inscriben indefectiblemente en un marco social. Entre éstos y la sociedad en la que se enmarcan existe una relación de dependencia e influencias mutuas que son siempre expresión ideológica del papel de la cultura, de un aspecto de la realidad y de la misión y funcionalidad de la cultura en su dinámica.1 Aunque la era de las telecomunicaciones haya solapado en parte al grafismo en todas sus variantes, no cabe duda de que la prensa gráfica literaria sigue siendo una referencia básica a la hora del análisis científico, como de la mera curiosidad que indague en cualquier acontecimiento relacionado con cualquier hecho teatral. “Transcripción gráfica…” de la obra intelectual primero, “…transcripción física en las diferentes revisiones que se suben a un escenario después, y transcripción (o interpretación) literaria…” en los medios gráficos especializados “…se vuelven, pues, prenda de cualidad y consideración pública. Son el equivalente del mármol dentro del área de la escultura"...