3 resultados para Situación familiar

em Universidade Complutense de Madrid


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El artículo analiza los datos de un estudio sobre la situación de la mujer en las cooperativas de trabajo: su vinculación con la cooperativa, categoría profesional, cualificación, conciliación laboral y familiar, en comparación con una investigación realizada en 2004, así como respecto de la mujer en España y UE.

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Cuando hacemos referencia a la conducta antisocial nos referimos a una serie de comportamientos que infringen las normas o leyes establecidos; en el momento actual con una repercusión a nivel individual, clínico, familiar y a nivel social esto nos lleva a tener que poner mucho más empeño en poder poner de manifiesto la necesidad de estudiar aquellos factores de riesgo que está influyendo en dicha conducta. Numerosos son los estudios que se han llevado a cabo sobre este asunto por distintos autores y conocedores de la materia, y en este recorrido ya se han podido vislumbran muchos factores no solo de riesgo sino de protección, que pueden llevarnos a comprender y entender de un modo más claro y conciso la naturaleza del fenómeno que estamos abordando. A pesar de todo lo anterior no existe, hasta el momento suficiente consenso sobre la conceptualización de la conducta antisocial, dado por ser un constructor complejo y su uso en la investigación es frecuentemente ambiguo ya que, en no pocas ocasiones, se emplea haciendo alusión a diferentes conductas sin una clara delimitación terminológica (Rutter, Giller y Hagell, 2000). En general, la conducta antisocial hace referencia a una diversidad de actos que generan daño en los demás, frecuentemente en forma de agresión, o que violan las normas sociales y los derechos de los demás (Burt y Donnellan, 2009; Peña y Graña, 2006). Sin embargo, el que una conducta se conceptualice como antisocial también está en función del juicio o valoración social acerca de la gravedad de los actos cometidos y de su alejamiento de las pautas normativas en una sociedad en concreto (Kazdin y Buela-Casal, 2002). En esta valoración intervienen multitud de factores tales como la edad del menor, su sexo, la clase social y otras circunstancias socio-contextuales (Pahlavan y Andreu, 2009; Romero, Sobral y Luengo, 1999; Vázquez, 2003)...

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La Violencia Filio-Parental (VFP) es un fenómeno que permanece oculto dentro del ámbito familiar, lo que ha producido que no se haya podido dimensionar ni investigar adecuadamente. Es en los últimos años cuando se ha empezado a presentar interés en clínicos e investigadores por el creciente número de casos y denuncias que se han producido. La VFP es aquella violencia ejercida por un menor o un adulto joven, que no está madurando adecuadamente, contra sus padres o las personas que ejercen dicha función, a través de agresiones verbales, daño material o económico, amenazas, agresiones físicas y psicológicas para obtener el poder del ambiente familiar, donde la víctima siente desesperanza e impotencia y donde el agresor se encuentra en un permanente estado de insatisfacción, se siente incomprendido e intenta pasar el menor tiempo posible con sus víctimas a las que considera responsables de la situación. La VFP tiene diferentes manifestaciones además de la violencia física, también están presentes la violencia verbal, psicológica, material y económica. En el presente trabajo se recogen la evolución producida en el estudio de la VFP, los estudios epidemiológicos que se han ido realizando y los modelos teóricos propios y que se pueden utilizar para explicar el origen y mantenimiento de la misma. La víctima principal de este tipo de violencia suele ser la madre aunque no se puede calificar como un tipo de violencia de género. El agresor es el hijo varón, especialmente en el caso de la violencia física, pero no existen diferencias significativas entre chicos y chicas a la hora de ejercer VFP. Los adolescentes que ejercen VFP viven en una sociedad que justifica el uso de la violencia como un recurso válido a la hora de solucionar los conflictos, presentan problemas de salud mental, consumo de drogas y otras conductas disruptivas, además pueden haber sido víctimas de abusos por parte de sus progenitores o iguales (Bullying) e incluso haber sido testigos y víctimas de violencia doméstica. Ninguna de estas situaciones justifica totalmente el origen y el mantenimiento de la VFP. Los progenitores padecen un elevado sufrimiento por la situación y por la incomprensión social de la misma; tienen dificultades en sus relaciones de pareja, les cuesta imponer la autoridad de formas razonables, pueden presentar estilos educativos dispares e inadecuados; además pueden presentar problemas de salud mental y consumo de sustancias...