2 resultados para Realeza

em Universidade Complutense de Madrid


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El presente trabajo se centra en el análisis del dios K’awiil dentro de la sociedad y de la religión mayas. Para poder llevar a cabo dicho análisis se utilizó un enfoque interdisciplinario que empleó la Arqueología, la Iconografía, la Epigrafía, la Etnohistoria y la Etnología. Después de la realización del estudio se ha podido comprobar que K’awiil es la representación del fuego celeste, es decir el rayo, que como uno de los responsables de la llegada de las lluvias acaba siendo a su vez, la deidad responsable de la abundancia presente en la naturaleza a través de la cual la sociedad maya se proveía de alimentos. Está relacionado especialmente con el dios maya asociado al maíz y a la vegetación, pero también con las aquellos dedicados a la protección de los animales. Además de con el maíz, también se asocia a otra planta especialmente importante para la élite maya, el cacao. K’awiil está presente en varios mitos en los que estas capacidades de potenciación y protección de la naturaleza están presentes, como el mito del surgimiento de la semilla del maíz y el de la obtención de los alimentos de la Montaña del Sustento. Asimismo, está presente en múltiples rituales calendáricos, como son las ceremonias del Año Nuevo, el calendario de 819 días, donde aparece como una advocación en la que se mezcla con el Señor de los Animales, en celebraciones de conmemoración de Tuun y de K’atuun y en relación al planeta Venus, siempre empleando este aspecto de proveedor de alimentos y primando su relación con la planta del maíz. Uno de sus aspectos más interesantes es el de protector de la naturaleza, el cual comparte una deidad dedicada a la protección y cuidado de los animales denominada Sip. Este carácter de protector y de proveedor de los bienes naturales para beneficio del hombre fue quizás el motivo por el cual fue elegido como símbolo del poder real, ya que su imagen fue empleada por los gobernantes mayas, primero surgiendo de barras ceremoniales, y más tarde, en forma de cetro. Este símbolo perdurará hasta el periodo Posclásico y su último ejemplo aparece durante la colonia. Asimismo fue empleado por los gobernantes en múltiples ceremonias, entre las que se encuentra la toma de dicho cetro, la invocación de seres sobrenaturales y bailes en donde su forma de cetro era empleada...

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El presente trabajo se ocupa de los principales espacios públicos de ocio en Madrid entre 1561, momento en que Felipe II estableció la Corte en la Villa, y el final del reinado de Felipe III. Primeramente se hace una aproximación al significado y evolución de los paseos públicos en general, ocupándonos de algunos ejemplos españoles, de la América española y de Europa. Una interesante conclusión planteada es que el Prado de San Jerónimo responde a un tipo nuevo de espacio público para el paseo, surgido en los años inmediatamente posteriores al establecimiento de la Corte en Madrid en 1561, por voluntad de Felipe II, en tanto la mayoría de los paseos públicos cortesanos tanto españoles como americanos y europeos surgieron con posterioridad, la mayoría de ellos en los siglos XVIII yXIX, o bien fueron inicialmente espacios privados (jardines y parques de la nobleza y la realeza) y terminarían convirtiéndose en espacios públicos en esas mismas épocas. Salir al exterior de las poblaciones a pasear, a tomar el aire, fue una actividad considerada por los teóricos muy recomendable e incluso necesaria como medida profiláctica, por motivos higiénico-sanitarios. Pero nomenos importantes son las connotaciones sociales de la actividad del paseo, que en la época estudiada era propia, muy en especial, de las clases sociales más altas; estos paseos, como actividad y como espacios, tuvieron habitualmente un carácter predominantemente cortesano. Por su carácter público no había limitaciones para el acceso a los paseos cortesanos de miembros de grupos sociales menos favorecidos, como en cambio las había en los jardines y parques privados, pero el paseo de los caballeros en determinadas horas y épocas del año era de especial importancia en un sistema basado en redes familiares y clientelares. Por ello, el Prado de San Jerónimo tuvo un especial significado en unos años en que Madrid, no sin vacilaciones, terminó convirtiéndose en sede estable y definitiva de la Corte. Por otra parte, existían a la vez en Madrid espacios públicos para el ocio de carácter más popular, como fueron las Vistillas o las riberas del Manzanares, Leganitos y su entorno, la Cuesta de la Vega, aunque tampoco fuesen desdeñados por los caballeros de más elevada posición social. Uno de los elementos esenciales de los paseos cortesanos como fue el Prado de San Jerónimo, junto al agua (las fuentes y estanques) y la vegetación, y al que se dedica especial atención en este trabajo, fue la música; en la primera parte del estudio hacemos también una aproximación a la figura de los músicos, generalmente municipales, que amenizaban el paseo de los caballeros: ministriles, waits, Stadtpfeiferei, trompetas, a menudo desde lo alto de torres o balcones. Volvemos a ocuparnos de ellos, centrándonos en el caso de Madrid, al estudiar la torrecilla de música del Prado. La temprana aparición y el desarrollo del Prado de San Jerónimo son situados históricamente en el contexto del proceso de asentamiento de la Corte en Madrid y de consolidación de la Villa como su sede estable y definitiva tras el traslado a Valladolid entre 1601 y 1606. Por ello, se hace una aproximación al desarrollo de la villa y a las circunstancias históricas en los límites cronológicos señalados. Para realizar este estudio se ha recurrido a diversos fondos documentales, pero especialmente los del Archivo de Villa, y dentro de él los libros de acuerdos municipales.