4 resultados para Massera, Emilio Eduardo
em Universidade Complutense de Madrid
Resumo:
La gestión de un archivo fotográfico es un tema complejo, sobre todo en lo que se refiere a su conservación, ya que son muchos los factores que pueden llegar a influir en la preservación de una colección de estas características. Todos estos aspectos quedan reflejados en este trabajo, en el que se lleva a cabo el estudio de la colección de 3.000 placas de linterna de Eduardo Hernández-Pacheco, almacenada en dos archivadores de madera, y que actualmente se encuentra en la Biblioteca Histórica del Marqués de Valdecilla. En la revisión del estado de conservación, y dada la magnitud de la colección, se ha seleccionado un conjunto de 100 placas de linterna, recogiendo los datos obtenidos en una serie de gráficas y tablas que muestran de una forma visual y resumida el estudio realizado, todo ello a su vez acompañado de documentación fotográfica. Atendiendo a la variedad de estratos que conforman las placas de linterna, es fundamental realizar un análisis en profundidad de la tecnología de manufactura y el comportamiento de cada uno de los materiales constitutivos, ya que todo ello se debe tener en cuenta en la elaboración de la propuesta de conservación y restauración. Sin embargo, es la relación que con el paso del tiempo se establece entre el sistema de almacenaje y las fotografías donde radica la complejidad de este proyecto. Los archivadores de madera que conservan la colección desde el principio y que irremediablemente aportan a la misma un sentido de unidad y conjunto, en este caso, se ponen en entredicho por su falta de conveniencia para la conservación de las placas. Este estudio fue presentado por la autora como Trabajo de Fin de Grado de Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural de la UCM, siendo tutora del mismo Silvia García Fernández-Villa.
Resumo:
La Mezquita de Córdoba fue reconocida por Unesco en 1984 como Patrimonio Mundial por constituir la obra cumbre del arte islámico y andalusí en Europa y ser paradigma universal de concordia entre culturas. Construida en el año 785 por Abderramán I, en 1523 Carlos I autoriza edificar en su interior una Catedral renacentista que rompió la infinitud del bosque de columnas al tiempo que precipitó un mestizaje sin precedentes del islam y el cristianismo. Ambas realidades artísticas, históricas y culturales han convivido durante siglos en Córdoba hasta que en 1998, el Cabildo catedralicio, sus actuales gestores, se propusieron borrar la huella andalusí de todos los documentos oficiales de divulgación hasta el punto de eliminar el nombre de Mezquita y suprimir toda alusión a la arquitectura y herencia omeya de un monumento que es conocido en todo el mundo como el edificio andalusí emblemático por excelencia. En un acto de intolerancia y expolio cultural, el Obispado pretendió roclamar la supremacía católica sobre el Islam a costa del sentido común, de la historia, del arte, de la arquitectura y de la memoria de Córdoba y su significado en el mundo. En febrero de 2014, un grupo de ciudadanos cordobeses organizados como “Plataforma Mezquita-Catedral, Patrimonio de Tod@s” lanzó una campaña de denuncia que ha logrado reunir más de 385.000 firmas para reclamar la restitución del nombre y la memoria del universal monumento y exigir una gestión profesional. Entre los firmantes, se encuentran personalidades de la cultura de la talla de Juan Goytisolo, José Manuel Caballero Bonald, Emilio Lledó, Josefina Molina, Antonio Muñoz Molina, Antonio Gala, Rosa Montero, Norman Foster, Eduardo Galeano, Federico Mayor Zaragoza, Manolo Sanlúcar, José Chamizo y muchos otros de reconocido prestigio. La Plataforma ciudadana estima que la actual gestión de la Mezquita-Catedral de Córdoba es profundamente lesiva para la integridad del monumento, desleal con su historia, ofensiva con la memoria de Córdoba y contraria a los valores fundamentales sobre los que la Unesco la reconoció en 1984 como Patrimonio Mundial.
Resumo:
El objetivo de este ensayo crítico es realizar un retrato biográfico del pintor y escritor Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) para, a partir de él, llevar a cabo a un análisis temático y formal de su producción pictórica. Su obra, una de las propuestas figurativas más singulares del arte europeo contemporáneo, es testimonio de la actualidad, de lo público, al tiempo que un registro de su historia personal. Por medio de sus cuadros, Arroyo pone de manifiesto la posición crítica que ha adoptado con respecto a su contexto histórico-social, marcado durante más de tres décadas por la dictadura franquista, más tarde, por la transición democrática y en tiempos recientes por las transformaciones ocurridas en el proceso de homogeneización del mundo occidental. Así, desde comienzos de los años sesenta del siglo pasado, no ha dejado de cuestionar la validez de la historia, como disciplina que narra sucesos, de polemizar sobre los fundamentos del arte de vanguardia, además de destacar la responsabilidad ética del pintor actual en una época en la que se ve peligrar la supervivencia de su oficio. Para definir las obsesiones que han conformado su creación, detestaciones, pasiones y ambiciones, se ha extraído el ideario artístico del pintor de las fuentes primarias existentes, como son ensayos de carácter autobiográfico, artículos periodísticos, entrevistas, memorias y disertaciones públicas. En el caso de un creador locuaz, que ha sido calificado de «prestidigitador de la palabra», en virtud de las declaraciones hechas sobre los más diversos temas de la cultura, este abundante material tiene un valor extraordinario. Dichas confesiones se han puesto en relación con los ciclos pictóricos desarrollados por el artista para ser analizados a la luz de la bibliografía crítica existente sobre la materia. Entre los escritores y especialistas que han abordado su obra destacan: Francisco Calvo Serraller, Bernard Dahan-Constant, Fabienne di Rocco, Juan Goytisolo, Fernando Savater, Michel Sager, Leonardo Sciasca, Jorge Semprún, Wener Spies, José Miguel Ullán o María Zambrano...