2 resultados para Los medios en la educación
em Universidade Complutense de Madrid
Resumo:
La constitución atómica de la materia está en la base de la química. Saber cómo se unen y cómo se separan los átomos es tener la clave de las transformaciones de la materia, que son el objeto de esta ciencia. Tendemos a imaginarnos a los átomos como pequeñas partículas, como bolitas, pero desde los años 1930 sabemos que no se puede entender su comportamiento microscópico mediante la física clásica. La mejor teoría que tenemos para este dominio es la mecánica cuántica, pero en ella la descripción más fundamental y completa de los sistemas no es a través de las variables clásicas, propias de las partículas, como la posición y el momento, sino de la función de onda. La función de onda es un objeto matemático que contiene toda la información del sistema. Sin embargo, ni extraer esa información ni interpretarla es sencillo, lo que supone una serie de problemas. Por ejemplo, casi noventa años después de su nacimiento la teoría cuántica apenas está presente en la enseñanza secundaria. Y el problema no afecta sólo al ámbito educativo. Por ejemplo, la química había desarrollado desde mediados del siglo XIX la teoría estructural, de enorme poder explicativo, que los químicos siguen empleando hoy en día. Además, si la función de onda de una partícula es un objeto extraño, la de un sistema de varias, como una molécula es, además, difícil de tratar matemáticamente. Pero la química necesitaba acceder a la estructura microscópica y a la reactividad de las moléculas... Mucho antes de que el avance de la computación pusiera a disposición de los químicos herramientas para resolver por la fuerza sus problemas, ya habían desarrollado modelos para incorporar la mecánica cuántica de forma relativamente sencilla a su arsenal y en esos modelos los protagonistas eran un tipo especial de funciones de onda, los orbitales. Los orbitales son funciones de onda de una sola partícula y por tanto mucho más sencillas de calcular e interpretar que las de los sistemas complejos. A cambio, no dan cuenta de todas las complejidades de una molécula, por ejemplo de las interacciones entre sus electrones. La química es una ciencia capaz de utilizar simultáneamente varios modelos diferentes e incluso contradictorios para cubrir su territorio y eso es lo que hizo, de más de una manera, con los orbitales, de origen cuántico, la teoría estructural clásica y los modelos semiclásicos del enlace a través de pares de electrones localizados. El resultado es un modelo híbrido y difícil de definir, pero eficaz, versátil, intuitivo, visualizable... y limitado, que se puede introducir incluso en niveles preuniversitarios. A pesar de eso, la enseñanza de los modelos cuánticos sigue siendo problemática. A los alumnos les resultan complicados y muchos expertos creen además que los confunden y mezclan con los clásicos. Se trata, pues de un problema abierto. Esta tesis tiene el propósito de dilucidar el papel de los orbitales en la educación química analizando casos de uso de sus representaciones gráficas, que son muy importantes en toda la química y aún más en estos modelos, que tienen un fuerte componente visual, analógico y metafórico. Los resultados de los análisis muestran una notable coherencia de uso de las imágenes de orbitales en enseñanza e investigación: En química los orbitales no son únicamente funciones matemáticas que se extienden por toda la molécula, sino también contenedores de electrones localizados que interaccionan por proximidad con transferencia de electrones Muchas veces estos modelos intuitivos se utilizan después de los cálculos cuánticos para interpretar los resultados en términos próximos a la química estructural. Aquí está la principal diferencia con los usos educativos: en la enseñanza, especialmente la introductoria, el modelo intuitivo tiende a ser el único que se usa.
Resumo:
Esta tesis doctoral que se presenta lleva por título: «La participación de los estudiantes en la Universidad: políticas y estrategias para su mejora en el contexto del Espacio Europeo de Educación Superior». Es fruto de una breve pero intensa trayectoria desarrollada por su autor a lo largo de una década: como investigador en la Cátedra UNESCO de Gestión y Política Universitaria, como asesor técnico en el Ministerio de Educación, como colaborador en el Vicerrectorado de Estudiantes de la Universidad de Valladolid y como docente en la misma. Las cuatro funciones se han complementado y ofrecido perspectivas diferentes y complementarias de un mismo fenómeno que en este trabajo se trata. Para definir los objetivos de la tesis se ha tenido en cuenta la literatura científica existente sobre la participación estudiantil en educación superior a nivel nacional e internacional. La cuestión reviste gran complejidad dado que los problemas que se estudian son diversos y los investigadores que afirman estar indagando sobre el problema con frecuencia no tienen en cuenta las mismas variables ni las mismas metodologías, e incluso cuando lo hacen, aluden a términos diferentes para describir y analizar estas variables. En cierto modo, la literatura sobre la participación de los estudiantes es un «cajón de sastre». El concepto «participación de los estudiantes» abarca significados muy amplios que van desde la «participación alienada» hasta la «identificación activa». También existe gran variabilidad de la naturaleza y tipología de los trabajos existentes al respecto. La unidad de análisis puede ser el estudiante individual, un grupo de estudiantes o la institución. Frecuentemente la literatura sobre este tema contiene una agenda normativa caracterizada por las discusiones acríticas sobre las bondades o beneficios que reporta la participación de los estudiantes, influenciada por el paradigma de teorización positiva y, en gran medida, no reflejan los problemas reales de la participación o sus diversas concepciones ideológicas. Otras veces adopta un enfoque reduccionista y parcial en el tratamiento de la temática...