3 resultados para Contenedores

em Universidade Complutense de Madrid


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En la actualidad, el uso del Cloud Computing se está incrementando y existen muchos proveedores que ofrecen servicios que hacen uso de esta tecnología. Uno de ellos es Amazon Web Services, que a través de su servicio Amazon EC2, nos ofrece diferentes tipos de instancias que podemos utilizar según nuestras necesidades. El modelo de negocio de AWS se basa en el pago por uso, es decir, solo realizamos el pago por el tiempo que se utilicen las instancias. En este trabajo se implementa en Amazon EC2, una aplicación cuyo objetivo es extraer de diferentes fuentes de información, los datos de las ventas realizadas por las editoriales y librerías de España. Estos datos son procesados, cargados en una base de datos y con ellos se generan reportes estadísticos, que ayudarán a los clientes a tomar mejores decisiones. Debido a que la aplicación procesa una gran cantidad de datos, se propone el desarrollo y validación de un modelo, que nos permita obtener una ejecución óptima en Amazon EC2. En este modelo se tienen en cuenta el tiempo de ejecución, el coste por uso y una métrica de coste/rendimiento. Adicionalmente, se utilizará la tecnología de contenedores Docker para llevar a cabo un caso específico del despliegue de la aplicación.

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El objetivo de esta tesis es trasladar la estética relacional que Nicolas Bourriaud [1998] aporta a la teoría del arte, en el contexto de las artes plásticas, al teatro, y formular una teoría del teatro relacional, en lo sucesivo TR. Además pretendemos demostrar con la descripción de varios ejemplos de TR que no estamos realizando una construcción teórica alejada de la práctica teatral contemporánea, sino que estamos teorizando sobre una forma escénica viva. Para la estética relacional lo “real” es relacional y cuestiona la formulación de lo que considera “real”, es decir, la manera en que están instituidas las relaciones entre los ciudadanos que son un mecanismo disciplinario para controlar, entre otras cosas, la manera en que se disponen los cuerpos en el espacio. La estética relacional se opone al dispositivo escénico hegemónico en el que unos construyen significados mientras otros observan, para construir comunidades, modos de existencia. La obra artística deja de ser un objeto monumental exhibido desde los grandes contenedores culturales para insertarse en el tejido del mundo concreto. No pretende por lo tanto buscar sentidos, ofrecer significaciones, sino liberarse de las subjetividades impuestas por el sistema de control, en el que participan los espacios culturales convencionales, para construir el acontecimiento de encontrarse en el mundo, de estar en circulación, de crear relaciones distintas a las instituidas por el sistema de control en el que vivimos. Esta estética trasladada al contexto escénico supone un revisionismo del teatro ya que cuestiona el dispositivo teatral convencional para proponer otras maneras de interacción en la realización escénica, otras teatralidades. Este nuevo dispositivo escénico participativo sería del todo ineficaz y se quedaría reducido a una cuestión estilística, si presenta realidades que no van más allá de implicaciones personales, psicológicas o sensoriales, hay muchas formas escénicas participativas que no son relacionales, ya que bajo la máscara de participación no cuestionan nada, más bien crean comunidades cálidas, en donde un grupo de individuos con los mismos intereses se reúnen para escenificar sus opiniones, Bishop [2004], o viajes sensoriales hacia los recuerdos ancestrales, o experiencias a modo de parques temáticos sobre algún tema, o utilizan a los espectadores en la construcción de la obra artística, Wrigh [2004] reproduciendo modelos de dominación, Foster [2003], etc...

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La constitución atómica de la materia está en la base de la química. Saber cómo se unen y cómo se separan los átomos es tener la clave de las transformaciones de la materia, que son el objeto de esta ciencia. Tendemos a imaginarnos a los átomos como pequeñas partículas, como bolitas, pero desde los años 1930 sabemos que no se puede entender su comportamiento microscópico mediante la física clásica. La mejor teoría que tenemos para este dominio es la mecánica cuántica, pero en ella la descripción más fundamental y completa de los sistemas no es a través de las variables clásicas, propias de las partículas, como la posición y el momento, sino de la función de onda. La función de onda es un objeto matemático que contiene toda la información del sistema. Sin embargo, ni extraer esa información ni interpretarla es sencillo, lo que supone una serie de problemas. Por ejemplo, casi noventa años después de su nacimiento la teoría cuántica apenas está presente en la enseñanza secundaria. Y el problema no afecta sólo al ámbito educativo. Por ejemplo, la química había desarrollado desde mediados del siglo XIX la teoría estructural, de enorme poder explicativo, que los químicos siguen empleando hoy en día. Además, si la función de onda de una partícula es un objeto extraño, la de un sistema de varias, como una molécula es, además, difícil de tratar matemáticamente. Pero la química necesitaba acceder a la estructura microscópica y a la reactividad de las moléculas... Mucho antes de que el avance de la computación pusiera a disposición de los químicos herramientas para resolver por la fuerza sus problemas, ya habían desarrollado modelos para incorporar la mecánica cuántica de forma relativamente sencilla a su arsenal y en esos modelos los protagonistas eran un tipo especial de funciones de onda, los orbitales. Los orbitales son funciones de onda de una sola partícula y por tanto mucho más sencillas de calcular e interpretar que las de los sistemas complejos. A cambio, no dan cuenta de todas las complejidades de una molécula, por ejemplo de las interacciones entre sus electrones. La química es una ciencia capaz de utilizar simultáneamente varios modelos diferentes e incluso contradictorios para cubrir su territorio y eso es lo que hizo, de más de una manera, con los orbitales, de origen cuántico, la teoría estructural clásica y los modelos semiclásicos del enlace a través de pares de electrones localizados. El resultado es un modelo híbrido y difícil de definir, pero eficaz, versátil, intuitivo, visualizable... y limitado, que se puede introducir incluso en niveles preuniversitarios. A pesar de eso, la enseñanza de los modelos cuánticos sigue siendo problemática. A los alumnos les resultan complicados y muchos expertos creen además que los confunden y mezclan con los clásicos. Se trata, pues de un problema abierto. Esta tesis tiene el propósito de dilucidar el papel de los orbitales en la educación química analizando casos de uso de sus representaciones gráficas, que son muy importantes en toda la química y aún más en estos modelos, que tienen un fuerte componente visual, analógico y metafórico. Los resultados de los análisis muestran una notable coherencia de uso de las imágenes de orbitales en enseñanza e investigación: En química los orbitales no son únicamente funciones matemáticas que se extienden por toda la molécula, sino también contenedores de electrones localizados que interaccionan por proximidad con transferencia de electrones Muchas veces estos modelos intuitivos se utilizan después de los cálculos cuánticos para interpretar los resultados en términos próximos a la química estructural. Aquí está la principal diferencia con los usos educativos: en la enseñanza, especialmente la introductoria, el modelo intuitivo tiende a ser el único que se usa.