2 resultados para Concordia
em Universidade Complutense de Madrid
Resumo:
La Mezquita de Córdoba fue reconocida por Unesco en 1984 como Patrimonio Mundial por constituir la obra cumbre del arte islámico y andalusí en Europa y ser paradigma universal de concordia entre culturas. Construida en el año 785 por Abderramán I, en 1523 Carlos I autoriza edificar en su interior una Catedral renacentista que rompió la infinitud del bosque de columnas al tiempo que precipitó un mestizaje sin precedentes del islam y el cristianismo. Ambas realidades artísticas, históricas y culturales han convivido durante siglos en Córdoba hasta que en 1998, el Cabildo catedralicio, sus actuales gestores, se propusieron borrar la huella andalusí de todos los documentos oficiales de divulgación hasta el punto de eliminar el nombre de Mezquita y suprimir toda alusión a la arquitectura y herencia omeya de un monumento que es conocido en todo el mundo como el edificio andalusí emblemático por excelencia. En un acto de intolerancia y expolio cultural, el Obispado pretendió roclamar la supremacía católica sobre el Islam a costa del sentido común, de la historia, del arte, de la arquitectura y de la memoria de Córdoba y su significado en el mundo. En febrero de 2014, un grupo de ciudadanos cordobeses organizados como “Plataforma Mezquita-Catedral, Patrimonio de Tod@s” lanzó una campaña de denuncia que ha logrado reunir más de 385.000 firmas para reclamar la restitución del nombre y la memoria del universal monumento y exigir una gestión profesional. Entre los firmantes, se encuentran personalidades de la cultura de la talla de Juan Goytisolo, José Manuel Caballero Bonald, Emilio Lledó, Josefina Molina, Antonio Muñoz Molina, Antonio Gala, Rosa Montero, Norman Foster, Eduardo Galeano, Federico Mayor Zaragoza, Manolo Sanlúcar, José Chamizo y muchos otros de reconocido prestigio. La Plataforma ciudadana estima que la actual gestión de la Mezquita-Catedral de Córdoba es profundamente lesiva para la integridad del monumento, desleal con su historia, ofensiva con la memoria de Córdoba y contraria a los valores fundamentales sobre los que la Unesco la reconoció en 1984 como Patrimonio Mundial.
Resumo:
Esta tesis afronta la resolución del “por qué” y el “para qué” de la escultura como actividad humana a través del estudio de los modos de presencia, siendo la escultórica la de mayor rango intelectual. Ello permite una mejor comprensión de la importante función que desarrollan los escultores dentro de la colectividad humana, así como de los efectos que sus obras producen en los entornos natural y social. La escultura se muestra como una magia ancestral pero de extraordinaria vigencia, a través de la cual el ser humano adquiere fuerza y conocimiento, expresando a través de ella sus cuestiones existenciales más profundas. La investigación transcurre por dos vías paralelas que luego convergen en páginas comunes con un mismo lenguaje sincrético. La exploración intuitiva del ámbito intangible, y el análisis racional sobre lo tangible, nos muestran las dos caras de la moneda que avalora la práctica de este arte que nos ha legado los vestigios más antiguos de nuestra cultura, habiendo preservado nuestra memoria antropobiológica. Desde la compleja simbología de la sombra, esencial en la construcción del pensamiento humano, hasta el análisis exhaustivo de las relaciones posibles entre un objeto y un sujeto, tomando para ello como ejemplo el útil ladrillo, se investigan los distintos modos de presencia con los que nos enfrentamos a dos realidades, la externa física y la interna mental. El espectro analizado cubre tanto la manipulación matérica como las formas sutiles de la evocación o conjuración por medio de la ausencia. Los resultados de la exploración evidencian que el llamado pensamiento mágico, tenido como propio del estadio primitivo, es el que sigue articulando nuestra visión de la realidad, nuestra percepción del mundo. Dicho pensamiento, en el que la intuición es tan importante como la reflexión, que ha encontrado en el arte el medio ideal para su desarrollo y crecimiento, reclama la recuperación de la unidad perdida del conocimiento humano, de la magia que integró en su momento ciencia, arte y religión. En un mundo que naufraga culturalmente en procesos de exhaustiva especialización y de soberbia científica, y en el que las religiones han fracasado por interesada diferenciación, siendo la mayor causa de desentendimiento y la excusa perfecta para la barbarie, el arte ofrece la posibilidad de encuentro y de concordia...