2 resultados para Cabrera Infante, Guillermo

em Universidade Complutense de Madrid


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Esta investigación pretende someter a análisis los intercambios arquitectónicos y artísticos que se establecieron entre el Reino de Castilla e Italia en el siglo XIII, centrando la atención en la denostada figura del infante Fadrique de Castilla. Don Fadrique de Castilla fue el segundogénito de Fernando III y Beatriz de Suabia, para quien sus progenitores habían previsto la herencia materna del ducado de Suabia. Con el fin de reclamar el legado de su madre Fadrique emprendió su viaje hacia la corte imperial de Federico II, llegando a la ciudad de Foggia en el mes de abril de 1240. Su permanencia junto al emperador se prolongó hasta el mes de junio de 1245, momento en el cual, el infante decidió abandonar la corte del emperador sin previo aviso para pasar a Milán, principal enemigo del bando gibelino y, después, regresar a Castilla. Una vez en Castilla, Fadrique participó junto a su padre y sus hermanos, Alfonso y Enrique, en la conquista de Sevilla. En el repartimiento recibió amplios territorios en el norte de la ciudad, decidiendo establecer su residencia en el área del actual Convento de Santa Clara. En el interior de este recinto erigió una torre exenta conocida como Torre de don Fadrique que, según la inscripción ubicada sobre la puerta, se construyó en el año 1252. El modelo arquitectónico al que se ajusta es ajeno a la arquitectura civil castellana del siglo XIII, sin embargo podemos hallar correspondencias con una estructura muy difundida en Italia: la torre nobiliaria. Esta analogía fue el punto de partida para el estudio de las relaciones artísticas entre ambos países configurándose en nuestra investigación un corpus heterogéneo y complejo de obras de arte que engloban la mencionada torre, la Capilla Real hispalense y las tallas marianas vinculadas a ella, el ajuar funerario de Beatriz de Suabia o las Cantigas de Santa María...

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La investigación que aquí se expone apunta a desarrollar un análisis diacrónico del teatro chileno en el marco de la teoría del discurso, en virtud de la enunciación y los contextos de enunciación en los que este se configura y se recepciona, como forma de complementar la propuesta de análisis del drama organizada en torno al concepto de dramatología. En este sentido, pretende establecer los vínculos entre la creación dramática chilena desde Antonio Acevedo Hernández y su obra Chañarcillo (1936) hasta Guillermo Calderón y el estudio de sus obras Neva (2006), Villa (2012) y Discurso (2012), pasando por las creaciones de Sergio Vodanovic (Dejen que los perros ladren de 1957), Luis Alberto Heiremans (El abanderado de 1962 y El tony chico de 1964), Egon Wolff (Flores de papel de 1970) y Benjamín Galemiri (Edipo Asesor de 2001). El propósito es perfilar una definición de discurso dramático como práctica social - en tanto articulación ideológica entre la teoría y la práctica teatral – a partir de la reflexión dramática moderna y postmoderna. Dicho de otra manera, de los modos en que el drama se articula como ideología dentro de un contexto espacial e histórico determinado. Al hablar de ideología, debemos entenderla como un tipo de práctica social específica ligada a significados y significantes estructurados racional y emocionalmente que configuran nuestras valoraciones de mundo. El estudio pone especial énfasis en los códigos teóricos que delinean el análisis de la dramaturgia, los cuales permiten constatar las consonancias y disonancias de dichos códigos con los de la dramaturgia chilena. Lo anterior con el fin de presentar una propuesta teórica que permita acceder al fenómeno dramático desde un paradigma que aporte al desarrollo de teorías propias del género. En este sentido, se debe señalar la importancia que tiene el estudio de la relación entre la creación dramática y las “poéticas” modernas y postmodernas como articulación ideológica del hecho teatral. Desde el punto de vista metodológico, la tesis se estructura en tres partes. La primera se centra en delimitar críticamente el concepto de discurso para definirlo como práctica social. La segunda, desarrolla una definición operativa de la noción de ideología que dialoga con la propuesta de análisis planteada en la dramatología. Finalmente, la tercera, analiza nueve obras, a la luz de la discusión teórica planteada anteriormente, con el fin de trazar una cartografía del teatro chileno como práctica social y entramado ideológico...