2 resultados para CONSTRUCTIVISMO (ARTE) – COLOMBIA

em Universidade Complutense de Madrid


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Dentro de las vanguardias históricas, fundamentalmente las de carácter utópico y con un fuerte compromiso político como el dadaísmo alemán, el constructivismo ruso y el surrealismo francés, podemos localizar una voluntad didáctica de desarrollar una creatividad colectiva y también una recepción colectiva, así como múltiples maneras de hacer que se ponen en común, difuminando las fronteras entre el espectador y el autor, con la clara intención de incidir en la esfera pública. El arte colectivo en las vanguardias se localiza mayoritariamente en amplios movimientos artísticos que involucran un gran número de individualidades y también en sus pretensiones de conseguir unas formas y unas prácticas artísticas que acompañen los movimientos utópicos y revolucionarios y que por tanto puedan ser ejercidas de modo colectivo. Podemos seguir esta voluntad vanguardista en otras experiencias posteriores a la Segunda Guerra Mundial como COBRA, la Internacional Situacionista o Fluxus, para ver cómo se consolidan en los años 80 y 90 con la irrupción de colectivos artísticos, que ya no se organizan en grandes movimientos sino en grupos de afinidad autónomos, con una clara intención activista. Del mismo modo que las vanguardias históricas dirigieron su acción colectiva para integrarse en movimientos activos ligados a los grandes relatos emancipadores de la revolución social, los nuevos grupos de arte y activismo de los años 80 buscarán legitimar sus prácticas en su coalición con los nuevos movimientos de acción política de la posmodernidad, que ya no estarán conformados en torno a aquellos grandes relatos revolucionarios de la modernidad sino que se centraran en las reivindicaciones de las minorías. Y si bien en las vanguardias, lo más habitual, era que los artistas se sumaran a manifiestos y grandes corrientes estéticas, ahora se atomizan en numerosos grupos...

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Desde mediados del siglo XX se manifiestan en el universo artístico propuestas caracterizadas por la falta de reflexión y la ausencia de compromiso con el entorno social y político. Prevalece en los artistas una actitud individualista y el desprendimiento de un interés por lo social, lo que ha significado un ejercicio de construcción estética desde su propio universo subjetivo. De otro lado, el conjunto de relaciones que determinan y gobiernan las prácticas artísticas configuran una institucionalidad fuertemente cimentada, desde donde se imponen modos de producción y circulación del arte que favorecen la persistencia de un distanciamiento entre el artista y su acontecer. Mayoritariamente la formalización de la obra artística transita de forma obligada hacia la mera circulación y exhibición en espacios institucionales, es destinada a un espectador recogido y silencioso. La obra en estos casos busca sustraer al espectador de su entorno habitual para contactarlo pasivamente con las obras presentadas. Sin embargo, contrarias a estos planteamientos, asoman actitudes en cierta comunidad artística que defiende la necesidad de socializar sus prácticas y de alimentar un intercambio directo con el conglomerado social, principalmente con comunidades urbanas, llegando incluso a proponer la promoción de las cualidades sociales en los individuos...