2 resultados para patógenos habitantes do solo
em Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina
Resumo:
Resumen: Lo que se pretende reflejar en este trabajo es la importancia del uso de fosfitos y micronutrientes en el cultivo de soja. El cultivo de esta oleaginosa se ha ido incrementando a lo largo de los últimos años de la mano de la siembra directa, de la genética, del paquete tecnológico para su implantación y protección y del manejo realizado por los profesionales del agro. Este crecimiento en superficie en detrimento de los demás cultivos extensivos que deberían formar parte de la rotación, hizo de la oleaginosa en varias zonas un monocultivo. Esto sumado a la falta de rotación de activos fue generando problemas dentro de los cuales podemos citar: malezas de difícil control, alta presión de enfermedades y plagas. La fertilización, en la generalidad de los casos, está por debajo de los requerimientos por tonelada lograda, generando extracción de macro y micro elementos y agotando los niveles de estos mismos en el perfil edáfico. El aporte de macronutrientes está dado principalmente por fósforo (no en todas las zonas). Asimismo, en algunas zonas dependiendo las deficiencias agregan potasio, azufre y calcio. Así todo se fertiliza por debajo de los rindes objetivos perseguidos, lo cual se comprende que cuando los cultivos superan los mismos, se está haciendo una extracción mayor del sistema suelo que los aportes generados. Lo ideal es realizar un muestreo de cada lote y ambiente, verificar los niveles de nutrientes disponibles y fertilizar pensado en contemplar el rinde perseguido y entregar al sistema suelo un poco más, de manera de hacer una producción no solo rentable en el corto plazo sino sustentable en el tiempo, cuidando el capital suelo. Los macro y meso nutrientes son aportados vía fertilización de base o fondo y la manera más eficiente de aportar los micro elementos, es vía fertilización foliar. Los fosfitos son desde el punto de vista sanitario, la herramienta ideal y complementaria de los fungicidas. Son derivados del ácido fosforoso y tienen dos formas de acción contra los hongos fitopatógenos. Una forma indirecta, aumentando el nivel de defensas de las plantas o Fitoalexinas, impidiendo que las esporas germinen en tejido susceptible. Y una acción directa como fungicidas contra los pseudohongos u Oomicetes. Recordar que los triazoles son una excelente herramienta para controlar hongos verdaderos (Ascomicetes, Basidiomicetes y Deuteromicetes) al igual que las estrobirulinas, pero ambos activos no son específicos para Oomicetes. Generalmente, los fosfitos van combinados con diferentes cationes, que a su vez le confieren diferentes modos de actuar, por ejemplo el fosfito de cobre, actúa desde el punto de vista sanitario elevando las defensas y además presenta el catión cobre como elemento fungistático y bactericida. En el mercado existen diferentes tipos de fosfitos y formas de acción según catión acompañante. Hay fosfitos de Cu, Al, K, Mn, Ca, ect. Uno de los puntos más importantes de los fosfitos es que se translocan vía xilema y floema, llegando rápidamente a los diferentes sitios de la planta. Los fungicidas a diferencia de los fosfitos no pueden realizar la misma labor. Los fungicidas protegen al follaje tratado, pero no al nuevo emergente y el movimiento de los activos se da desde donde impacta la gota asperjada en sentido ascendente, ósea acrópeto, mientras que los fosfitos al recorrer toda la planta realizan una protección integral de la misma. Además, los fosfitos, presentan efecto sinérgico con los fungicidas potenciando la acción de estos. Colaboran en el engrosamiento de tejidos de raíz y tallo, fortaleciéndolos contra el ataque de patógenos. Son de rápida absorción e impactan positivamente en la formación de destinos, como flores y frutos, y fuentes de reservas como raíz. No disponen de valor nutricional para los cultivos extensivos anuales, ya que presentan un tiempo de degradación que excede al desarrollo de estos mismos. Este trabajo, se desarrolla implementando el diseño completamente aleatorio, en el cual la variable respuesta (rendimiento) puede depender de la influencia de un único factor (aplicación de fitoestimulantes), de forma que el resto de las causas de variación se engloban en el error experimental. Se compara los tratamientos contra el testigo, y se hace análisis de la variancia con un nivel de significación del 5%. Dentro de la variable respuesta se analiza el rendimiento en kg/ha. Teniendo en cuenta para este análisis los siguientes datos: 1) Número de granos 2) Peso de 1000 granos Este ensayo consta de cuatro tratamientos y tres repeticiones en un mismo estado fenológico (V10 R2) del cultivo.
Resumo:
Introducción: Actualmente, casi 1.000 millones de personas están subnutridas, principalmente en el África subsahariana (239 millones) y Asia (578 millones), según estimaciones de la FAO1 (2011). La población mundial sigue aumentando. Actualmente la misma es de 7.000 millones de personas aproximadamente y será de 9.000 millones en el año 2050 (FAO, 2011). El crecimiento de las economías en desarrollo (China, India, etc.) ha generado modificaciones en los hábitos de consumos, producto del aumento del ingreso per cápita. Estos niveles se miden habitualmente en términos de kcal/cápita/día. Los habitantes de los países en desarrollo necesitan entre 1.720 y 1.960 kcal/día para el metabolismo basal y una actividad ligera. El consumo medio de alimentos per cápita en el mundo ha aumentado un 24,5 por ciento en los últimos 50 años (Word Health Organization, 2014), incrementándose de 2.360 kcal/día a mediados de los años sesenta a 2.940 kcal en la actualidad. Se estima también que la misma va a ser de 3.050 kcal/día para el año 2030. Una nueva demanda en crecimiento, la bioenergía. La búsqueda de fuentes alternativas de energía se debe principalmente a los elevados precios del petróleo y la creciente preocupación en relación con la seguridad energética y el cambio climático mundial. La bioenergía es la que se origina de fuentes biológicas como cultivos, árboles y desechos. Muchos países están incentivando el uso de fuentes renovables de energía, incluida la bioenergía. En la actualidad se utilizan alrededor de 14 millones de hectáreas de tierra para la producción de biocombustible líquido, representando el uno por ciento de la tierra cultivable del mundo. Se estima que este porcentaje alcance el 2,5 - 3,8 por ciento para el año 2030 (FAO, 2007). Producto del aumento de la población, de sus ingresos y de la demanda en crecimiento de bioenergía, se requerirá para el año 2050 un incremento en la producción de alimentos del 70 por ciento a nivel mundial, y hasta un 100 por ciento en los países en desarrollo, en relación a los niveles de 2009 (FAO, 2011). El desafío de proporcionar alimentos suficientes para todos los habitantes del mundo nunca ha sido mayor. Para poder cumplir con semejante desafío es necesario incorporar nuevas áreas para la producción de alimentos y conservar e intensificar las existentes. América Latina va a continuar teniendo un papel relevante en la producción de alimentos a nivel mundial, generando condiciones y oportunidades de inversión inéditas para las próximas décadas. Todavía quedan regiones con capacidad para ampliar y desarrollar su frontera agrícola y la Altillanura colombiana, ubicada en la región de la Orinoquia, es una de ellas. La Altillanura colombiana, no solo tiene el potencial de incorporar nueva superficie ya que las mismas todavía no han sido desarrolladas, sino también, al tener un régimen de precipitaciones superior a los 2.000 mm por año y por sus características agroclimáticas, el potencial de intensificación es muy grande. Sin dudas, que esta región puede contribuir por lo menos con uno de los principales factores para alcanzar la Seguridad Alimentaria en el mundo: la disponibilidad...