2 resultados para 550507 Onomástica

em Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina


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Contenido: Garcilaso de la Vega: 1501?-2001 -- El concepto de "transformación" y sus aplicaciones al análisis de la poesía de Garcilaso / Sofía M. Carrizo Rueda – Algunas observaciones, a principios de un nuevo milenio, en torno a las comedias de Calderón de la Barca / Lilia E. Ferrario de Orduna – Palomeque, don Quijote, Cervantes: tres lectores de Cirongilio de Tracia de Bernardo de Vargas / Javier Roberto González – Cervantes: riesgo del vivir, azar y Providencia. Una lectura en clave bíblica y patrística / Teresa Herráiz de Tresca –La justicia divina o el orlo Amoris en el Amadis de Gaula / Silivia C. Lastra Paz -- Catálogo descriptivo de libros de caballerías castellanos, XIV. Otro Palmerín de Olivia recuperado: Sevilla, Jácome Cromberger, 1547 (Con algunas reflexiones sobre el arte de editar textos impresos) / José Manuel Lucía Megías – La defensa de la poesía en el Perú colonial: El Discurso en Loor de la Poesía / Graciela Maturo – Sobre la evolución de -nn-, -nw- y -w- interiores intervocálicos en la onomástica geográfica del Amadís de Gaula / Aquilino Suárez Pallasá – Reforma y Contrarreforma en las artes plásticas / Carmen Balzer – Tomás Moro y el Humanismo cristiano / Inés de Cassagne – Algunos poetas latinos del Humanismo / Raúl Lavalle – Reseñas bibliográficas

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Resumen: El hispanista francés Georges Cirot fue el primero en emplear el término “maurofilia literaria” (maurophilie littéraire) en 1938 para referirse a la representación del valor y la nobleza de los moros en la literatura española del siglo XVI. Pero como señaló Ramón Menéndez Pidal (1957, 202), ya en los siglos XIV y XV los castellanos se habían sentido atraídos por los musulmanes de Granada, por su exótica civilización, su lujo en el vestir, la espléndida ornamentación de sus edificios y su modo de cabalgar, armarse y combatir. Francisco Márquez Villanueva (1984, 117-118) indicó que aunque la literatura maurófila del siglo XVI fue elaborada bajo el signo avanzado del humanismo cristiano, cuyas características fueron “el inconformismo y la sensibilidad para toda suerte de realidades en divergencia del mundo oficial”, las raíces de la maurofilia literaria se encuentran en el viejo romancero fronterizo y morisco elaborado en el siglo XV. En su opinión, el Romancero fue la patria de la “maurofilia pura” y es donde encontramos un cuadro de referencias temáticas “hecho de toponimia y onomástica, armas, indumentaria, policromía y cabalgadas” tendiente a caracterizar al moro como un ser refinado y superior. Para María Rosa Lida (1960, 355), en cambio, la imagen caballeresca del moro se remonta a don Juan Manuel, pues en sus obras aparecen las cortes musulmanas como “centros de molicie refinada y suntuosa”. En efecto, en el Libro de los estados se afirma el valor del moro como guerrero y en el Conde Lucanor aparecen una serie de reyes moros magnánimos y discretos. Sin embargo, el árabe como personaje sabio o “ejemplar” figura ya en una de las fuentes del Conde Lucanor, la Disciplina clericalis, obra compuesta a principios del siglo XII por el judío converso Pedro Alfonso. Por otra parte, el análisis de la representación de los moros en textos épicos, Avengalvón en el Poema de mio Cid y Almanzor en la Los siete infantes de Lara, nos permite descubrir un importante e insoslayable antecedente de la maurofilia de los últimos siglos de la Edad Media