4 resultados para Pintura Naturalista

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Continuando con el rescate de los diferentes documentos de naturalistas argentinos, se reproduce el presente relato escrito por el Dr. Emiliano Mac Donagh y que fuera publicado en el diario La Nación en la edición del 5 de mayo de 1929.

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Marcos Sastre (1809-1887) fue un eminente educador y un destacado promotor de la cultura nacional además de un naturalista autodidacta. El Tempe Argentino, una de sus principales escritos, describe la flora, la fauna y la geografía del Delta del Paraná ilustrada con grabados de su autoría. Esta obra cuyo nombre evoca el Valle de Tempi, en la Tesalia griega fue publicada por primera vez en 1858 manteniendo su vigencia hasta mediados del siglo XX . En este número de la Serie Documentos presentamos la versión digitalizada de fragmentos - prólogo, introducción capítulo XVI, notas al apéndice y finales,semblanza de Marcos Sastre, bibliografía, reconocimientos, índice alfabético de la fauna y flora e índice completo-, de la obra publicada en 1938 por el Consejo Nacional de Educación . Esta edición gratuita fue corregida por el Dr. Emiliano Mac Donagh quién supervisó este libro incorporando notas e imágenes. En esta versión digital contamos con la invalorable y generosa ayuda del artista plástico Exequiel Martínez (http://www.exequielmartinez.com.ar/autor_a.htm) quién mejoró las figuras correspondientes a los peces, ya que, debido a la antigüedad de la edición y el proceso de digitalización, perdían definición. Esperamos, desde nuestro lugar, sumarnos a la divulgación que se viene realizando sobre este prohombre y contribuir con este modesto aporte, a recordar y difundir la obra de una de las figuras destacadas de la historia de la educación de la Argentina.

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Se presenta información sobre la colección de huevos "Pablo Girard" que forma parte de la Colección Ornitológica del Museo de La Plata (División Zoología de Vertebrados, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata). El Sr. Pablo Girard fue un naturalista alemán radicado en la provincia de Tucumán entre las décadas de 1920 y 1940. La donación de esta colección privada al Museo de La Plata generó un importante aporte a la colección de huevos preexistente, ya que incluye información valiosa sobre 18 Órdenes y 38 Familias que nidifican en el noroeste de Argentina, particularmente en la provincia de Tucumán, sur de Salta y noroeste de Santiago del Estero.

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Al revisar viejos papeles familiares de nuestro padre, el Dr. Emiliano Mac Donagh (1896 – 1961) hemos descubierto, como escondidos, unos cuentos breves publicados entre 1929 y 1934. Ficcionales, pintorescos, no han figurado en la nómina de sus escritos, con excepción de El Naturalista, publicado en 1929 en el diario La Nación, y recientemente reproducido en la serie ProBiota (http://ictiologíaargentina.blogspot.com/16) Ofrecemos a la curiosidad de los ictiólogos los tres relatos publicados en 1930 en la revista Número, editada en Buenos Aires. Tanto Un cuento de viejas, como El sabio ebrio, y La quimera, el gallo y el elefante tienen a los peces como centro de interés. En los escritos de Emiliano Mac Donagh, que abarcan desde 1922 hasta 1960 con más de ciento setenta títulos, predominan los trabajos científicos alternando con estudios sobre historia de la biología y de los biólogos, o la preocupación por el cuidado del ambiente y temas relacionados. Sin excepción, aparece la zoología como tema vertebral, ya sea analizando una espina de bagre en la calma del laboratorio, ya sea relatando expediciones zoológicas al interior de nuestro país. Coexisten el detalle mínimo que entrega el microscopio con la aventura a campo abierto, pero el estilo es siempre descriptivo, pegado a la realidad, y despojado de cualquier intento de fantasía que traicionaría el rigor requerido por la ciencia. En los breves relatos aquí presentados, en cambio, el autor escapa de la formalidad, incursiona en un género más liberal en sus normas y deja volar su imaginación y su fino sentido de la ironía. Lo hace sin abandonar el asunto que más le atrae: la naturaleza, y en ella, la vida animal. Si bien los cuentos comparten temas centrales del resto de la producción, aquí no encontramos la exactitud fotográfica ni el análisis desapasionado, sino que la anécdota es imaginada y los escenarios reales se ven transformados por enfoques oníricos. Algunos personajes parecen el fiel retrato de alguien conocido mientras que otros suenan esquemáticos, vacíos. La mirada es humorística y a la vez crítica, gozosa sin dejar de ser analítica. Este período de “autor literario” en vez de “relator científico” dura poco: sólo cinco cuentos en cinco años. En la vasta producción no hay otros intentos de recurrir a la ficción para atraer el interés del público general hacia los admirables y admirados habitantes de las aguas. Quizás podríamos encontrar ecos del monólogo final de El sabio ebrio en el ensayo La belleza de los peces (Revista de Educación, La Plata, 1957) pero en este último el estilo es académico. El cambio de género literario podría sugerir un deseo de cambio vocacional, el cansancio frente a la aparente monotonía y estrictez de los registros científicos. Al plantear el dilema entre observar seres vivos en su medio natural o conservar sus cuerpos para los estudios científicos se insinuaría una encrucijada profesional. En 1930 habrá sido una disyuntiva, aludida en el recurrente contraste entre ambientes cerrados, poblados de frascos, vitrinas y mesas de taxidermia en contraposición con la abierta amplitud de ríos y playas, bosques y cielos. Aludida, también, al atribuir a personajes que las encarnan, dos tipos de sabiduría: una erudita, nacida del estudio, y otra pragmática, forjada en la experiencia. Sin embargo, el tema medular sigue siendo la ictiología: los peces, sus vidas y ámbitos, los nombres que les damos. El nuevo estilo revelaría más bien la intención de jerarquizar los asuntos dilectos envolviéndolos en una forma literaria más libre – y supuestamente más elevada. Creemos captar un latido de euforia, el impulso de compartir la emoción de un descubrimiento, el deseo de conservar la mirada ingenua y la capacidad de asombro ante el maravilloso mundo natural que nos rodea. Que esto se logre más acabadamente por medio de un cuento que a través de un informe, y que la ficción alcance mayor audiencia con la cual compartir la gozosa experiencia del conocimiento, son las cuestiones que nos deja pendientes este naturalista que – por breve tiempo – se volvió cuentista. Mary Mac Donagh de von Reichenbach