4 resultados para Infidelidad fiel

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En la historia de la vida sobre la Tierra, el capítulo que trata sobre el almacenamiento y conservación de las plantas se escribe en los dominios del herbario. El herbario posee los ejemplares que documentan la exploración del hombre sobre la superficie terrestre, de manera que no sólo existe el documento escrito que narra la historia del explorador sino que tenemos el privilegio de tocar esos objetos o especímenes. Así, cada herbario en el mundo posee un tesoro escondido de especímenes históricos que son el fiel testigo de las hazañas de un investigador o de una exploración a algún lugar remoto. En las últimas dos décadas el medio en el que se desarrollan los herbarios y sus colecciones han subrido cambios muy significativos, los que a su vez han ejercido presiones sobre quienes manejan las colecciones. Algunos de estos cambios son la disminución de los aportes económicos a los herbarios, el cambio en el uso de la evidencia morfológica hacia la molecular en los estudios sistemáticos y la pérdida acelerada de la biodiversidad que trae aparejada la necesidad urgente de realizar inventarios florísticos. En una era de extinción de biotas, las colecciones valiosas como son hoy día, serán aún más valiosas en los años por venir. Las colecciones representan el testigo imprescindible para la ciencia y el vehículo para llegar a las posibles soluciones. Es por ello que el conocimiento del significado, valor y uso del herbario y sus colecciones reviste una vital importancia para la ciencia y para la sociedad.

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Die Blaulengfänge der deutschen Hochseefischerei fielen 1988 auf 318 t. Das ist der niedrigste Stand seit diese Fischart im Institut für Seefischerei bearbeitet wird. 1980 waren noch 13000 t gefangen worden, in den anschließenden Jahren ging der Ertrag kontinuierlich zurück, stieg lediglich 1987 geringfügig an und fiel 1988 dann auf die genannte Menge ab.

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Al revisar viejos papeles familiares de nuestro padre, el Dr. Emiliano Mac Donagh (1896 – 1961) hemos descubierto, como escondidos, unos cuentos breves publicados entre 1929 y 1934. Ficcionales, pintorescos, no han figurado en la nómina de sus escritos, con excepción de El Naturalista, publicado en 1929 en el diario La Nación, y recientemente reproducido en la serie ProBiota (http://ictiologíaargentina.blogspot.com/16) Ofrecemos a la curiosidad de los ictiólogos los tres relatos publicados en 1930 en la revista Número, editada en Buenos Aires. Tanto Un cuento de viejas, como El sabio ebrio, y La quimera, el gallo y el elefante tienen a los peces como centro de interés. En los escritos de Emiliano Mac Donagh, que abarcan desde 1922 hasta 1960 con más de ciento setenta títulos, predominan los trabajos científicos alternando con estudios sobre historia de la biología y de los biólogos, o la preocupación por el cuidado del ambiente y temas relacionados. Sin excepción, aparece la zoología como tema vertebral, ya sea analizando una espina de bagre en la calma del laboratorio, ya sea relatando expediciones zoológicas al interior de nuestro país. Coexisten el detalle mínimo que entrega el microscopio con la aventura a campo abierto, pero el estilo es siempre descriptivo, pegado a la realidad, y despojado de cualquier intento de fantasía que traicionaría el rigor requerido por la ciencia. En los breves relatos aquí presentados, en cambio, el autor escapa de la formalidad, incursiona en un género más liberal en sus normas y deja volar su imaginación y su fino sentido de la ironía. Lo hace sin abandonar el asunto que más le atrae: la naturaleza, y en ella, la vida animal. Si bien los cuentos comparten temas centrales del resto de la producción, aquí no encontramos la exactitud fotográfica ni el análisis desapasionado, sino que la anécdota es imaginada y los escenarios reales se ven transformados por enfoques oníricos. Algunos personajes parecen el fiel retrato de alguien conocido mientras que otros suenan esquemáticos, vacíos. La mirada es humorística y a la vez crítica, gozosa sin dejar de ser analítica. Este período de “autor literario” en vez de “relator científico” dura poco: sólo cinco cuentos en cinco años. En la vasta producción no hay otros intentos de recurrir a la ficción para atraer el interés del público general hacia los admirables y admirados habitantes de las aguas. Quizás podríamos encontrar ecos del monólogo final de El sabio ebrio en el ensayo La belleza de los peces (Revista de Educación, La Plata, 1957) pero en este último el estilo es académico. El cambio de género literario podría sugerir un deseo de cambio vocacional, el cansancio frente a la aparente monotonía y estrictez de los registros científicos. Al plantear el dilema entre observar seres vivos en su medio natural o conservar sus cuerpos para los estudios científicos se insinuaría una encrucijada profesional. En 1930 habrá sido una disyuntiva, aludida en el recurrente contraste entre ambientes cerrados, poblados de frascos, vitrinas y mesas de taxidermia en contraposición con la abierta amplitud de ríos y playas, bosques y cielos. Aludida, también, al atribuir a personajes que las encarnan, dos tipos de sabiduría: una erudita, nacida del estudio, y otra pragmática, forjada en la experiencia. Sin embargo, el tema medular sigue siendo la ictiología: los peces, sus vidas y ámbitos, los nombres que les damos. El nuevo estilo revelaría más bien la intención de jerarquizar los asuntos dilectos envolviéndolos en una forma literaria más libre – y supuestamente más elevada. Creemos captar un latido de euforia, el impulso de compartir la emoción de un descubrimiento, el deseo de conservar la mirada ingenua y la capacidad de asombro ante el maravilloso mundo natural que nos rodea. Que esto se logre más acabadamente por medio de un cuento que a través de un informe, y que la ficción alcance mayor audiencia con la cual compartir la gozosa experiencia del conocimiento, son las cuestiones que nos deja pendientes este naturalista que – por breve tiempo – se volvió cuentista. Mary Mac Donagh de von Reichenbach

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Este es un homenaje realizado bajo mi entera responsabilidad. En mi opinión no puede cerrarse la edición de ProBiota sin publicar un número sobre quien fue su alma mater. En lo personal, hacedor de un humor irónico increíble, aunque melancólico, con tendencia al abatimiento y a hacerse responsable por todo. Mediador, proclive a “poner la oreja”, con actitud democrática hacia sus laderos, otorgando una prudente libertad de acción a quienes trabajaron o trabajan bajo su jefatura. Fiel simpatizante de River Plate, fan de Clint Eastwood y admirador incondicional de Raúl A. Ringuelet a quien estará eternamente agradecido. Si tuviera que definirlo profesionalmente, al margen de su labor académica formal, diría que es un promotor, un luchador y un historiador innato. Generador de ideas, siempre intentó reunir a aquellos científicos de trayectoria con los jóvenes iniciados en el camino de las ciencias, impulsando el trabajo en equipo. Además de su producción a nivel de su especialidad, promocionó el rescate de trabajos ya editados digitalizándolos con el fin de ponerlos a disposición de todo interesado y despertar el interés de quienes no los conocían, especialmente las publicaciones “incunables” como él las denomina. Poseedor de un espíritu inquieto y motivador, en su camino quedaron algunos intentos frustrados por circunstancias ajenas, pero a su vez, muchísimos logros con aire renovador e integrador y con una marcada originalidad. Sería interesante y necesario que alguien más con parecida inquietud, continuara gran parte de esos logros para que no quedaran truncos desperdiciando en parte tanto esfuerzo y constancia. Sólo resta comentar que aunque a veces estuvimos en veredas opuestas siempre nos tendimos la mano en apoyo mutuo. Fuiste mi mejor jefe. Gracias Hugo! Justina Ponte Gómez