3 resultados para Impulso metafórico

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Prosiguiendo con la política de rescatar documentos que, por diferentes motivos, se han extraviado con el paso del tiempo, el Programa para el estudio y uso sustentable de la biota austral (ProBiota) reedita el primer y único boletín de la Asociación Limnológica y Oceanográfica Argentina (ALOA). Esta asociación pretendía convocar a los hidrobiólogos argentinos, pero interrumpió su camino a poco de iniciado en el año 1953. Los motivos de ese hecho los desconozco; aunque personalmente creo que, entre otras cosas, debe haber influido el quiebre institucional de 1955 cuando se profundizaron nuevamente las heridas en nuestra sociedad. No deja de ser paradójico que hoy, a casi cincuenta años de este suceso, la Asociación Argentina de Limnología (AAL) se encuentre en una situación similar luego de veinte años de trayectoria que se cumplirían en el mes de marzo del próximo año. Hasta 1998, fecha de su último congreso, tuvo un gran impulso generando importantes eventos nacionales e internacionales. Sin embargo, a partir de allí fue decayendo con rapidez y hoy se enfrenta a su inminente disolución. A mi entender, la reversión de este hecho sólo podría lograrse sobre la base del sacrificio personal y del conjunto, solidaridad y, sobre todo, respeto a la memoria de todos aquellos que construyeron las bases de la limnología nacional.

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Este año se cumplieron veinticinco años de la creación de la Asociación Argentina de Limnología. En 1984, en la vieja aula magna de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (en esa época esta unidad académica funcionaba en las instalaciones del Museo de La Plata) un conjunto de mujeres y hombres relacionados con esta disciplina concretaban ese ansiado anhelo aprobando los fundamentos de su formación y eligiendo su primer comisión directiva. Los años siguientes fueron de gran impulso concretando la realización de talleres reuniones, ediciones de boletines y una gran comunicación entre sus asociados. En 1991 se realiza la primer reunión internacional en la ciudad de La Plata con gran repercusión y convocatoria, posteriormente se hacen los congresos de 1994 y 1998 en la ciudades de Tucumán y Buenos Aires respectivamente. A partir de esta fecha comienza a diluirse la actividad de la asociación para desaparecer en los primeros años del presente siglo. No obstante, ya sin el marco de la asociación, se realizan congresos en 2004 y 2008, en las ciudades de Chascomús y San Carlos de Bariloche respectivamente, con singular éxito. Este archivo es una pequeña muestra de algo que unió a un grupo de profesionales con un objetivo común: el desarrollo y proyección regional de esta disciplina. A simple vista lo podríamos calificar de un nuevo fracaso, ya que tuvo el mismo fin de la ALOA (Asociación Limnológica y Oceanográfica Argentina), pero no sería totalmente cierto, ya que la magnitud de las últimas reuniones nos indica que el crecimiento de esta ciencia es importante. Por ello, me parece adecuado que dejemos a un sociólogo y un historiador de la ciencia la interpretación de este fragmento de la rica historia del “limnobios” en nuestro país.

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Al revisar viejos papeles familiares de nuestro padre, el Dr. Emiliano Mac Donagh (1896 – 1961) hemos descubierto, como escondidos, unos cuentos breves publicados entre 1929 y 1934. Ficcionales, pintorescos, no han figurado en la nómina de sus escritos, con excepción de El Naturalista, publicado en 1929 en el diario La Nación, y recientemente reproducido en la serie ProBiota (http://ictiologíaargentina.blogspot.com/16) Ofrecemos a la curiosidad de los ictiólogos los tres relatos publicados en 1930 en la revista Número, editada en Buenos Aires. Tanto Un cuento de viejas, como El sabio ebrio, y La quimera, el gallo y el elefante tienen a los peces como centro de interés. En los escritos de Emiliano Mac Donagh, que abarcan desde 1922 hasta 1960 con más de ciento setenta títulos, predominan los trabajos científicos alternando con estudios sobre historia de la biología y de los biólogos, o la preocupación por el cuidado del ambiente y temas relacionados. Sin excepción, aparece la zoología como tema vertebral, ya sea analizando una espina de bagre en la calma del laboratorio, ya sea relatando expediciones zoológicas al interior de nuestro país. Coexisten el detalle mínimo que entrega el microscopio con la aventura a campo abierto, pero el estilo es siempre descriptivo, pegado a la realidad, y despojado de cualquier intento de fantasía que traicionaría el rigor requerido por la ciencia. En los breves relatos aquí presentados, en cambio, el autor escapa de la formalidad, incursiona en un género más liberal en sus normas y deja volar su imaginación y su fino sentido de la ironía. Lo hace sin abandonar el asunto que más le atrae: la naturaleza, y en ella, la vida animal. Si bien los cuentos comparten temas centrales del resto de la producción, aquí no encontramos la exactitud fotográfica ni el análisis desapasionado, sino que la anécdota es imaginada y los escenarios reales se ven transformados por enfoques oníricos. Algunos personajes parecen el fiel retrato de alguien conocido mientras que otros suenan esquemáticos, vacíos. La mirada es humorística y a la vez crítica, gozosa sin dejar de ser analítica. Este período de “autor literario” en vez de “relator científico” dura poco: sólo cinco cuentos en cinco años. En la vasta producción no hay otros intentos de recurrir a la ficción para atraer el interés del público general hacia los admirables y admirados habitantes de las aguas. Quizás podríamos encontrar ecos del monólogo final de El sabio ebrio en el ensayo La belleza de los peces (Revista de Educación, La Plata, 1957) pero en este último el estilo es académico. El cambio de género literario podría sugerir un deseo de cambio vocacional, el cansancio frente a la aparente monotonía y estrictez de los registros científicos. Al plantear el dilema entre observar seres vivos en su medio natural o conservar sus cuerpos para los estudios científicos se insinuaría una encrucijada profesional. En 1930 habrá sido una disyuntiva, aludida en el recurrente contraste entre ambientes cerrados, poblados de frascos, vitrinas y mesas de taxidermia en contraposición con la abierta amplitud de ríos y playas, bosques y cielos. Aludida, también, al atribuir a personajes que las encarnan, dos tipos de sabiduría: una erudita, nacida del estudio, y otra pragmática, forjada en la experiencia. Sin embargo, el tema medular sigue siendo la ictiología: los peces, sus vidas y ámbitos, los nombres que les damos. El nuevo estilo revelaría más bien la intención de jerarquizar los asuntos dilectos envolviéndolos en una forma literaria más libre – y supuestamente más elevada. Creemos captar un latido de euforia, el impulso de compartir la emoción de un descubrimiento, el deseo de conservar la mirada ingenua y la capacidad de asombro ante el maravilloso mundo natural que nos rodea. Que esto se logre más acabadamente por medio de un cuento que a través de un informe, y que la ficción alcance mayor audiencia con la cual compartir la gozosa experiencia del conocimiento, son las cuestiones que nos deja pendientes este naturalista que – por breve tiempo – se volvió cuentista. Mary Mac Donagh de von Reichenbach