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Resumo:
El 29 de abril del año próximo pasado se cumplieron veinte años del fallecimiento de Raúl Adolfo Ringuelet, quién fuera uno de los científicos más destacados que han dado las ciencias naturales de la Argentina. Salvo contadas excepciones, no hubo recordatorios sobre este acontecimiento, pero el Dr. Ringuelet es uno de los casos que no necesita de la magnanimidad y el tiempo de los mortales para tenerlo presente, ya que la vigencia y el peso de su obra, hacen cumplir con aquello de que “mientras el recuerdo permanece, la muerte no existe”. El Programa para el Estudio y Uso Sustentable de la Biota Austral (ProBiota) quiere recordarlo reproduciendo la publicación de una serie de conferencias dictadas en su juventud, durante 1943 y 1944, en LS 11 Radio Provincia de Buenos Aires y que fueron publicadas en 1946 bajo el título de “Temas de Ciencias Naturales”. En ese año, Raúl A. Ringuelet contaba con treinta dos años y el mundo se encontraba en su mayor parte lacerado y bajo ruinas por la conducta recurrente de la “especie hipócrita” que, en nombre de las ideologías y la paz universal, había concretado la matanza de varios millones de personas. En nuestro país se asistía al nacimiento de un nuevo movimiento histórico y el comienzo de profundos desencuentros en nuestra sociedad, los cuales, lamentablemente, aún no han terminado. En esta década la ciencia argentina sería destacada con el Premio Nóbel a través del Dr. Bernardo Houssay y en las ciencias naturales se habían publicado, entre otras obras, los rasgos principales de la Fitogeografía argentina de J. Frenguelli, la Zoogeografía de Cabrera y Yepes, la última entrega del catalógo sistemático de las aves de Argentina de Steullet y Deautier, y el estudio de la Selva Marginal de Punta Lara de A. L. Cabrera (hijo) y G. Dawson. La lectura de estas conferencias, un total de diez, nos muestra, ya entonces, el espíritu rico, inquieto y polifacético de Raúl A. Ringuelet, el cuál lo distinguiría pocos años después. En algunas de ellas realiza la reseña de la vida y obra de diferentes científicos y naturalistas de nuestro país; en las restantes, expresa ingeniosamente conceptos precursores sobre biodiversidad, conservación y manejo de los recursos naturales y su transferencia a los diferentes niveles de la sociedad. Finalmente, desde ProBiota consideramos que la trascripción de este tipo de documentos constituye un aporte para aquellos interesados en la historia de las ciencias naturales y, asimismo, una contribución para que nuestras jóvenes generaciones de biólogos y naturalistas posean una noción más clara de quienes marcaron rumbos e hicieron escuela en nuestra disciplina con un genuino sentido nacional.
Resumo:
Al revisar viejos papeles familiares de nuestro padre, el Dr. Emiliano Mac Donagh (1896 – 1961) hemos descubierto, como escondidos, unos cuentos breves publicados entre 1929 y 1934. Ficcionales, pintorescos, no han figurado en la nómina de sus escritos, con excepción de El Naturalista, publicado en 1929 en el diario La Nación, y recientemente reproducido en la serie ProBiota (http://ictiologíaargentina.blogspot.com/16) Ofrecemos a la curiosidad de los ictiólogos los tres relatos publicados en 1930 en la revista Número, editada en Buenos Aires. Tanto Un cuento de viejas, como El sabio ebrio, y La quimera, el gallo y el elefante tienen a los peces como centro de interés. En los escritos de Emiliano Mac Donagh, que abarcan desde 1922 hasta 1960 con más de ciento setenta títulos, predominan los trabajos científicos alternando con estudios sobre historia de la biología y de los biólogos, o la preocupación por el cuidado del ambiente y temas relacionados. Sin excepción, aparece la zoología como tema vertebral, ya sea analizando una espina de bagre en la calma del laboratorio, ya sea relatando expediciones zoológicas al interior de nuestro país. Coexisten el detalle mínimo que entrega el microscopio con la aventura a campo abierto, pero el estilo es siempre descriptivo, pegado a la realidad, y despojado de cualquier intento de fantasía que traicionaría el rigor requerido por la ciencia. En los breves relatos aquí presentados, en cambio, el autor escapa de la formalidad, incursiona en un género más liberal en sus normas y deja volar su imaginación y su fino sentido de la ironía. Lo hace sin abandonar el asunto que más le atrae: la naturaleza, y en ella, la vida animal. Si bien los cuentos comparten temas centrales del resto de la producción, aquí no encontramos la exactitud fotográfica ni el análisis desapasionado, sino que la anécdota es imaginada y los escenarios reales se ven transformados por enfoques oníricos. Algunos personajes parecen el fiel retrato de alguien conocido mientras que otros suenan esquemáticos, vacíos. La mirada es humorística y a la vez crítica, gozosa sin dejar de ser analítica. Este período de “autor literario” en vez de “relator científico” dura poco: sólo cinco cuentos en cinco años. En la vasta producción no hay otros intentos de recurrir a la ficción para atraer el interés del público general hacia los admirables y admirados habitantes de las aguas. Quizás podríamos encontrar ecos del monólogo final de El sabio ebrio en el ensayo La belleza de los peces (Revista de Educación, La Plata, 1957) pero en este último el estilo es académico. El cambio de género literario podría sugerir un deseo de cambio vocacional, el cansancio frente a la aparente monotonía y estrictez de los registros científicos. Al plantear el dilema entre observar seres vivos en su medio natural o conservar sus cuerpos para los estudios científicos se insinuaría una encrucijada profesional. En 1930 habrá sido una disyuntiva, aludida en el recurrente contraste entre ambientes cerrados, poblados de frascos, vitrinas y mesas de taxidermia en contraposición con la abierta amplitud de ríos y playas, bosques y cielos. Aludida, también, al atribuir a personajes que las encarnan, dos tipos de sabiduría: una erudita, nacida del estudio, y otra pragmática, forjada en la experiencia. Sin embargo, el tema medular sigue siendo la ictiología: los peces, sus vidas y ámbitos, los nombres que les damos. El nuevo estilo revelaría más bien la intención de jerarquizar los asuntos dilectos envolviéndolos en una forma literaria más libre – y supuestamente más elevada. Creemos captar un latido de euforia, el impulso de compartir la emoción de un descubrimiento, el deseo de conservar la mirada ingenua y la capacidad de asombro ante el maravilloso mundo natural que nos rodea. Que esto se logre más acabadamente por medio de un cuento que a través de un informe, y que la ficción alcance mayor audiencia con la cual compartir la gozosa experiencia del conocimiento, son las cuestiones que nos deja pendientes este naturalista que – por breve tiempo – se volvió cuentista. Mary Mac Donagh de von Reichenbach