4 resultados para Bryant, Anita

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Recent years have seen a dramatic increase in litigation against the National Marine Fisheries Service, NOAA. Litigation may affect personnel throughout the agency, including scientists, whose work is often directly or indirectly influenced by complex legal requirements, but who may not be in a position to comment or engage in public dialogue. It may be helpful for scientists and other agency personnel to join the ongoing discussion in the legal community regarding the interface of science and law. This paper provides a starting point with a selected introduction to relevant legal literature in this area. It uses the phrase “forensic fisheries science” to describe the application of science to legal requirements in the fishery management context. It concludes with suggestions for future research that could assist NMFS scientists as they grapple with the challenge of using science to help the agency meet its complex legal requirements. Forensic: belonging to, used in, or suitable to courts of judicature or to public discussion and debate; argumentative, rhetorical; relating to or dealing with the application of scientific knowledge to legal problems (Merriam-Webster Online Dictionary )

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The marine invertebrates of North America received little attention before the arrival of Louis Agassiz in 1846. Agassiz and his students, particularly Addison E. Verrill and Richard Rathbun, and Agassiz's colleague Spencer F. Baird, provided the concept and stimulus for expanded investigations. Baird's U.S. Commission of Fish and Fisheries (1871) provided a principal means, especially through the U.S. Fisheries Steamer Albatross (1882). Rathbun participated in the first and third Albatrossscientific cruises in 1883-84 and published the fist accounts of Albatross parasitic copepods. The first report of Albatross planktonic copepods was published in 1895 by Wilhelm Giesbrecht of the Naples Zoological Station. Other collections were sent to the Norwegian Georg Ossian Sars. The American Charles Branch Wilson eventually added planktonic copepods to his extensive published works on the parasitic copepods from the Albatross. The Albatross copepods from San Francisco Bay were reported upon by Calvin Olin Esterly in 1924. Henry Bryant Bigelow accompanied the last scientific cruise of the Albatross in 1920. Bigelow incorporated the 1920 copepods into his definitive study of the plankton of the Gulf of Maine. The late Otohiko Tanaka, in 1969, published two reviews of Albatross copepods. Albatross copepods will long be worked and reworked. This great ship and her shipmates were mutually inspiring, and they inspire us still.

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Few studies have quantified the extent of nocturnal cross-habitat movements for fish, or the influence of habitat adjacencies on nutrient flows and trophodynamics. To investigate the patterns of nocturnal cross-boundary movements of fish and quantify trophic connectivity, fish were sampled at night with gillnets set along the boundaries between dominant habitat types (coral reef/seagrass and mangrove/seagrass) in southwestern Puerto Rico. Fish movement across adjacent boundary patches were equivalent at both coral reefs and mangroves. Prey biomass transfer was greater from seagrass to coral reefs (0.016 kg/km) and from mangroves to seagrass (0.006 kg/km) but not statistically significant, indicating a balance of flow between adjacent habitats. Pelagic species (jacks, sharks, rays) accounted for 37% of prey biomass transport at coral reef/seagrass and 46% at mangrove/seagrass while grunts and snappers accounted for 7% and 15%, respectively. This study indicated that coral reefs and mangroves serve as a feeding area for a wide range of multi-habitat fish species. Crabs were the most frequent prey item in fish leaving coral reefs while molluscs were observed slightly more frequently than crabs in fish entering coral reefs. For most prey types, biomass exported from mangroves was greater than biomass imported. The information on direction of fish movement together with analysis of prey data provided strong evidence of ecological linkages between distinct adjacent habitat types and highlighted the need for greater inclusion of a mosaic of multiple habitats when attempting to understand ecosystem function including the spatial transfer of energy across the seascape.

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Al revisar viejos papeles familiares de nuestro padre, el Dr. Emiliano Mac Donagh (1896 – 1961) hemos descubierto, como escondidos, unos cuentos breves publicados entre 1929 y 1934. Ficcionales, pintorescos, no han figurado en la nómina de sus escritos, con excepción de El Naturalista, publicado en 1929 en el diario La Nación, y recientemente reproducido en la serie ProBiota (http://ictiologíaargentina.blogspot.com/16) Ofrecemos a la curiosidad de los ictiólogos los tres relatos publicados en 1930 en la revista Número, editada en Buenos Aires. Tanto Un cuento de viejas, como El sabio ebrio, y La quimera, el gallo y el elefante tienen a los peces como centro de interés. En los escritos de Emiliano Mac Donagh, que abarcan desde 1922 hasta 1960 con más de ciento setenta títulos, predominan los trabajos científicos alternando con estudios sobre historia de la biología y de los biólogos, o la preocupación por el cuidado del ambiente y temas relacionados. Sin excepción, aparece la zoología como tema vertebral, ya sea analizando una espina de bagre en la calma del laboratorio, ya sea relatando expediciones zoológicas al interior de nuestro país. Coexisten el detalle mínimo que entrega el microscopio con la aventura a campo abierto, pero el estilo es siempre descriptivo, pegado a la realidad, y despojado de cualquier intento de fantasía que traicionaría el rigor requerido por la ciencia. En los breves relatos aquí presentados, en cambio, el autor escapa de la formalidad, incursiona en un género más liberal en sus normas y deja volar su imaginación y su fino sentido de la ironía. Lo hace sin abandonar el asunto que más le atrae: la naturaleza, y en ella, la vida animal. Si bien los cuentos comparten temas centrales del resto de la producción, aquí no encontramos la exactitud fotográfica ni el análisis desapasionado, sino que la anécdota es imaginada y los escenarios reales se ven transformados por enfoques oníricos. Algunos personajes parecen el fiel retrato de alguien conocido mientras que otros suenan esquemáticos, vacíos. La mirada es humorística y a la vez crítica, gozosa sin dejar de ser analítica. Este período de “autor literario” en vez de “relator científico” dura poco: sólo cinco cuentos en cinco años. En la vasta producción no hay otros intentos de recurrir a la ficción para atraer el interés del público general hacia los admirables y admirados habitantes de las aguas. Quizás podríamos encontrar ecos del monólogo final de El sabio ebrio en el ensayo La belleza de los peces (Revista de Educación, La Plata, 1957) pero en este último el estilo es académico. El cambio de género literario podría sugerir un deseo de cambio vocacional, el cansancio frente a la aparente monotonía y estrictez de los registros científicos. Al plantear el dilema entre observar seres vivos en su medio natural o conservar sus cuerpos para los estudios científicos se insinuaría una encrucijada profesional. En 1930 habrá sido una disyuntiva, aludida en el recurrente contraste entre ambientes cerrados, poblados de frascos, vitrinas y mesas de taxidermia en contraposición con la abierta amplitud de ríos y playas, bosques y cielos. Aludida, también, al atribuir a personajes que las encarnan, dos tipos de sabiduría: una erudita, nacida del estudio, y otra pragmática, forjada en la experiencia. Sin embargo, el tema medular sigue siendo la ictiología: los peces, sus vidas y ámbitos, los nombres que les damos. El nuevo estilo revelaría más bien la intención de jerarquizar los asuntos dilectos envolviéndolos en una forma literaria más libre – y supuestamente más elevada. Creemos captar un latido de euforia, el impulso de compartir la emoción de un descubrimiento, el deseo de conservar la mirada ingenua y la capacidad de asombro ante el maravilloso mundo natural que nos rodea. Que esto se logre más acabadamente por medio de un cuento que a través de un informe, y que la ficción alcance mayor audiencia con la cual compartir la gozosa experiencia del conocimiento, son las cuestiones que nos deja pendientes este naturalista que – por breve tiempo – se volvió cuentista. Mary Mac Donagh de von Reichenbach