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ENGLISH: In the eastern Pacific Ocean nearly all of the commercial catches of yellowfin tuna (Thunnus albacares) and skipjack (Katsuwonus pelamis) are taken by two types of vessels, baitboats, which use pole and line in conjunction with live-bait, and purse-seiners. From its inception until very recently (1959), this fishery was dominated by baitboats. This method of fishing has been described by Godsil (1938) and Shimada and Schaefer (1956). From 1951 through 1958 baitboats caught between 66.4 and 90.8 per cent of the yellowfin and between 87.2 and 95.3 per cent of the skipjack landed by the California-based fleet. These vessels fished for tuna throughout the year and covered virtually all of the area from southern California to northern Chile. The purse-seine fishery for tunas developed out of the round-haul net fisheries for California sardines and other species. Scofield (1951) gives a detailed description of the development of gear and fishing methods. Prior to 1959 many of the seiners engaged in other fisheries during the fall and early winter months and consequently most of the fishing effort for tuna occurred in the period February-August. The vessels were quite small, averaging approximately 120 tons carrying capacity (Broadhead and Marshall, 1960), in comparison to the baitboats, of which the most numerous size-class was 201-300 tons. The seiners were naturally more restricted in range than the baitboats and most of their effort was restricted to the northern grounds. During the period 1959-61 most of the large baitboats were converted for purse-seining and the existing seiner fleet was modernized. These developments increased the range of the seiner fleet and resulted in a wider and more nearly even spatial and temporal distribution of effort. By the early part of 1961, the purse-seine fleet approximated the level of the preconversion baitboat fleet in amount of effort applied and area covered. The changes in the purse-seine fishery and the fishing methods employed in the modernized fleet are described by Orange and Broadhead (1959), Broadhead and Marshall (1960), McNeely (1961) and Broadhead (1962). The change in the relative importance of the two gears is illustrated by the decline in the proportion of the total logged tonnage landed by California-based baitboats, in comparison to the proportion landed by seiners. In 1959 baitboats landed 49.5 per cent of the yellowfin and 87.8 per cent of the skipjack. In 1960 these percentages were 22.9 and 74.7 respectively and in 1961 the decline continued to 12.6 per cent of the yellowfin and 30.0 per cent of the skipjack (Schaefer, 1962). In previous Bulletins of this Commission (Griffiths, 1960; Calkins, 1961) the baitboat catch and effort statistics were used to compute two indices of population density and an index of concentration of fishing effort and the fluctuations of these indices were analyzed in some detail. Due to the change in the relative importance of the two gears it is appropriate to extend this investigation to include the purse-seine data. The objectives of this paper are to compute two indices of population density and an index of concentration of fishing effort and to examine the fluctuations in these indices before and after the changes in the fishery. A further objective is to compare the purse-seine indices with those of the baitboats for the same time periods. SPANISH: En el Océano Pacífico Oriental casi todas las capturas comerciales del atún aleta amarilla (Thunnus albacares) y del barrilete (Katsuwonus pelamis) son efectuadas por dos tipos de barcos, los barcos de carnada que emplean la caña y el anzuelo en conjunto con la carnada viva, y los barcos rederos. Desde su comienzo hasta hace poco tiempo (1959), esta pesquería estaba dominada por los barcos de carnada. El método de pesca usado por estos barcos ha sido descrito por Godsil (1938) y por Shimada y Schaefer (1956). De 1951 a 1958, los barcos de carnada pescaron entre el 66.4 y el 90.8 por ciento del atún aleta amarilla y entre el 87.2 y el 95.3 por ciento del barrilete descargados por la flota que tiene su base en California. Estos barcos pescaron atún durante todo el año y cubrieron virtualmente toda el área de California meridional hasta la parte norte de Chile. La pesquería del atún con redes de cerco se originó en las pesquerías de las sardinas de California y otras especies, con redes que se remolcaban circularmente. Scofield (1951) dá una descripción detallada del desarrollo de los métodos y del equipo de pesca. Antes de 1959 muchos de los rederos se dedicaban a otras pesquerías durante los meses del otoño y a principios del invierno y consecuentemente, la mayor parte del esfuerzo depesca para la producción del atún ocurría en el período febrero-agosto. Las embarcaciones eran bastante pequeñas, con un promedio de aproximadamente 120 toneladas de capacidad para el transporte (Broadhead y Marshall, 1960) en comparación con los barcos de carnada, de los cuales la clase de tamaño más numerosa era de 201 a 300 toneladas. Los rederos estaban naturalmente más restringidos en su radio de acción que los barcos de carnada y la mayor parte de su esfuerzo se limitaba a las localidades del norte. Durante el período 1959-61, la mayoría de los grandes barcos de carnada fueron convertidos al sistema de pesca con redes de cerco, y se modernizó la flota existente de los rederos. Estos cambios aumentaron el alcance de la flota de los barcos rederos dando como resultado una distribución más amplia y casi más uniforme del esfuerzo espaciado y temporal. En la primera parte del año 1961, la flota de rederos se aproximó al nivel de la preconversión de la flota de clipers, en la cantidad de esfuerzo aplicado y al área comprendida. Los cambios en la pesquería con red y los métodos de pesca empleados en la flota modernizada, han sido descritos por Orange y Broadhead (1959), Broadl1ead y Marshall (1960), McNeely (1961) y Broadhead (1962). El cambio en la importancia relativa de los dos sistemas de pesca está ilustrado por la declinación en la proporción del tonelaje total registrado, como descargado por los barcos de carnada que tienen su base en California, comparado con la proporción desembarcada por los barcos rederos. En 1959 los clipers descargaron el 49.5 por ciento del atún aleta amarilla y el 87.8 por ciento del barrilete. En 1960 estos porcentajes fueron del 22.9 y 74.7 respectivamente, y en 1961 continuó la reducción hasta el 12.6 por ciento del atún aleta amarilla y el 30.0 por ciento del barrilete (Schaefer, 1962). En Boletines anteriores de la Comisión (Griffiths, 1960; Calkins, 1961) las estadísticas de la pesca y el esfuerzo de los clipers se utilizaron para computar dos índices de la densidad de población y un índice de la concentración del esfuerzo de pesca, y se analizaron algo detalladamente las fluctuaciones de estos índices. Debido al cambio en la importancia relativa de los dos sistemas de pesca, es conveniente extender esta investigación para incluir los datos correspondientes a los barcos rederos. Los objetivos del presente estudio son de computar dos índices de la densidad de población y un índice de la concentración del esfuerzo de pesca, y examinar las fluctuaciones en estos índices, antes y después de los cambios en la pesquería. Otro objetivo es de comparar los índices de los barcos rederos, con aquellos de los clipers en los mismos períodos de tiempo.

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This document is in Spanish. Bajo esta concepción, con el presente Anuario se pretende poner al alcance de los interesados en el quehacer pesquero, la información estadística más relevante de lo acontecido durante 1989 en la pesca mexicana, complementándola con datos de series histó ricas del contexto internacional pesquero. El orden en que se presenta esta información, es el siguiente: En primer término, en el capítulo 1 se dan a conocer los resulta dos alcanzados en la fase primaria de la actividad, esto es, la producción proveniente de las capturas y de la acuacultura. Es conveniente precisar que los datos de producción consignados se refieren exclusivamente a la pesca que se realiza con fines comerciales. Con el fin de que la información sea accesible y de fácil consul ta para el usuario, los datos sobre producción se presentan en sus dimensiones más representativas, es decir, por principales especies, por tipo de consumo, por sectores participantes, y para darle una expresión territorial a los datos, se torna corno refereQ cia a las entidades federativas. En la parte final de este primer capítulo, se hace una separación de lo que es la producción proveniente de la acuacultura, información que también se presenta en las dimensiones arriba señaladas. El Capítulo II del Anuario contempla la información sobre el proceso de industrialización de la producción pesquera. Las variables consideradas hacen referencia a la materia prima procesada, producto terminado, principales procesos (congelado, enlatado, reducción y otros) y a la participación de las entidades federativas en esta fase de la actividad. Enseguida, en el Capítulo 111 se expresa la información relativa a la comercialización de los productos pesqueros, tanto la que se destina al mercado interno como a los mercados del exterior. Por ello, en esta parte del Anuario se presentan datos sobre consumos, disponibilidad, origen y destino de los productos, precios y Balanza Comercial Pesquera. En el Capítulo IV, para dar una idea sobre el acervo de los recursos aplicados a la actividad, se presenta información sobre los principales activos pesqueros, es decir, embarcaciones, infraestructura portuaria, centros acuícolas, planta industrial, financiamiento y sobre los recursos humanos de la pesca. Finalmente, en el Capítulo V, con el propósito de ubicar a nuestro país en el contexto mundial de la pesca, se publica información de carácter internacional, a partir de grandes agregados en materia de producción, industrialización, comercio internacional y consumos, principalmente. Catch statistics for Mexican waters 1989. (PDF has 111 pages.)

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Al revisar viejos papeles familiares de nuestro padre, el Dr. Emiliano Mac Donagh (1896 – 1961) hemos descubierto, como escondidos, unos cuentos breves publicados entre 1929 y 1934. Ficcionales, pintorescos, no han figurado en la nómina de sus escritos, con excepción de El Naturalista, publicado en 1929 en el diario La Nación, y recientemente reproducido en la serie ProBiota (http://ictiologíaargentina.blogspot.com/16) Ofrecemos a la curiosidad de los ictiólogos los tres relatos publicados en 1930 en la revista Número, editada en Buenos Aires. Tanto Un cuento de viejas, como El sabio ebrio, y La quimera, el gallo y el elefante tienen a los peces como centro de interés. En los escritos de Emiliano Mac Donagh, que abarcan desde 1922 hasta 1960 con más de ciento setenta títulos, predominan los trabajos científicos alternando con estudios sobre historia de la biología y de los biólogos, o la preocupación por el cuidado del ambiente y temas relacionados. Sin excepción, aparece la zoología como tema vertebral, ya sea analizando una espina de bagre en la calma del laboratorio, ya sea relatando expediciones zoológicas al interior de nuestro país. Coexisten el detalle mínimo que entrega el microscopio con la aventura a campo abierto, pero el estilo es siempre descriptivo, pegado a la realidad, y despojado de cualquier intento de fantasía que traicionaría el rigor requerido por la ciencia. En los breves relatos aquí presentados, en cambio, el autor escapa de la formalidad, incursiona en un género más liberal en sus normas y deja volar su imaginación y su fino sentido de la ironía. Lo hace sin abandonar el asunto que más le atrae: la naturaleza, y en ella, la vida animal. Si bien los cuentos comparten temas centrales del resto de la producción, aquí no encontramos la exactitud fotográfica ni el análisis desapasionado, sino que la anécdota es imaginada y los escenarios reales se ven transformados por enfoques oníricos. Algunos personajes parecen el fiel retrato de alguien conocido mientras que otros suenan esquemáticos, vacíos. La mirada es humorística y a la vez crítica, gozosa sin dejar de ser analítica. Este período de “autor literario” en vez de “relator científico” dura poco: sólo cinco cuentos en cinco años. En la vasta producción no hay otros intentos de recurrir a la ficción para atraer el interés del público general hacia los admirables y admirados habitantes de las aguas. Quizás podríamos encontrar ecos del monólogo final de El sabio ebrio en el ensayo La belleza de los peces (Revista de Educación, La Plata, 1957) pero en este último el estilo es académico. El cambio de género literario podría sugerir un deseo de cambio vocacional, el cansancio frente a la aparente monotonía y estrictez de los registros científicos. Al plantear el dilema entre observar seres vivos en su medio natural o conservar sus cuerpos para los estudios científicos se insinuaría una encrucijada profesional. En 1930 habrá sido una disyuntiva, aludida en el recurrente contraste entre ambientes cerrados, poblados de frascos, vitrinas y mesas de taxidermia en contraposición con la abierta amplitud de ríos y playas, bosques y cielos. Aludida, también, al atribuir a personajes que las encarnan, dos tipos de sabiduría: una erudita, nacida del estudio, y otra pragmática, forjada en la experiencia. Sin embargo, el tema medular sigue siendo la ictiología: los peces, sus vidas y ámbitos, los nombres que les damos. El nuevo estilo revelaría más bien la intención de jerarquizar los asuntos dilectos envolviéndolos en una forma literaria más libre – y supuestamente más elevada. Creemos captar un latido de euforia, el impulso de compartir la emoción de un descubrimiento, el deseo de conservar la mirada ingenua y la capacidad de asombro ante el maravilloso mundo natural que nos rodea. Que esto se logre más acabadamente por medio de un cuento que a través de un informe, y que la ficción alcance mayor audiencia con la cual compartir la gozosa experiencia del conocimiento, son las cuestiones que nos deja pendientes este naturalista que – por breve tiempo – se volvió cuentista. Mary Mac Donagh de von Reichenbach

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La situación de las ciencias del mar en la Argentina se puede caracterizar como una de ‘excelencia en aislamiento’. El tema dominante de las discusiones mantenidas por el comité que preparó este informe fue la virtual inexistencia de coordinación entre programas de investigación, equipo para realizar tareas de campo y personal científico y de apoyo en las instituciones. La coordinación que existe ocurre gracias a enormes esfuerzos individuales y a relaciones personales. Si bien en muchos lugares hay investigadores destacados y entusiastas, casi todos sufren de aislamiento físico, mínima financiación y la necesidad de prestar servicios por contrato para llevar adelante su trabajo. Además, como suelen carecer de interacción científica con colegas, les resulta muy difícil diseñar programas con una perspectiva amplia del ecosistema. Muchos laboratorios padecen de problemas estructurales, en especial la carencia de equipamiento moderno y destrezas actualizadas. Muy pocos reúnen una masa crítica de investigadores, y aun aquellos que congregan a muchos científicos no parecen practicar la coordinación entre proyectos ni usan mecanismos que faciliten una interacción constructiva. No se advierten programas que utilicen técnicas moleculares más allá de un nivel superficial. No hay bibliotecas adecuadas, por lo que es poco realista que las autoridades institucionales pretendan que resulten publicaciones de alto vuelo y de circulación internacional. Las mejores instituciones se encuentran diseminadas entre Ushuaia y Buenos Aires, pero hay escasas reuniones nacionales en las que establecer contactos, intercambiar ideas y diseñar colaboraciones. Con una excepción, no hay buques oceanográficos disponibles para investigar y las embarcaciones menores son pocas, lo que impide realizar estudios sobre la plataforma e incluso cercanos a la costa. Algunos de los mejores grupos han concentrado su actividad en el área costera, lo que limita seriamente el alcance de sus investigaciones. El comité formuló algunas recomendaciones, detalladas al final del informe, que permitirían comenzar a atacar estas carencias. Una necesidad fundamental sería un plan oceanográfico nacional que reconozca la magnitud de la plataforma argentina, la importancia de las ciencias del mar y la escala de los problemas que encaran sus disciplinas. Un elemento crítico de tal plan sería la necesidad de apoyar amplios estudios integradores, para comprender cómo peces y mamíferos marinos utilizan la productividad del Mar Argentino, desde la costa hasta más allá del borde de la plataforma. El plan también debería encarar la financiación unificada y el uso compartido de embarcaciones y equipo de alto costo. Por último, debería asegurar recursos para apoyar a estudiantes y, más importante aún, promover la creación de oportunidades laborales para graduados, lo que contribuiría a solucionar el problema de la fuga de cerebros que al presente acosa a estas disciplinas. Las recomendaciones contenidas en este informe acerca de reflexionar y reorganizar la infraestructura científica en el más alto nivel gubernamental no podrán encontrar aplicación sin que haya coordinación y comunicación entre la comunidad de científicos del mar en la Argentina. Las ciencias marinas necesitan unificar su discurso para explicar la importancia del ambiente oceánico y sus recursos para la nación, y para presentar recomendaciones en orden de prioridad para el futuro.

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Esta serie tiene como propósito mostrar diferentes expresiones artísticas relacionadas con la Ictiología nacional y regional, generadas en diferentes épocas y que surgen por diversas motivaciones personales que, en algún caso, muestran casi con exactitud a los modelos que inspiraron la obra, en otras, por lo contrario, responden a la imaginación y creatividad del autor. En este caso nos referimos a la exquisita obra de Samanta Vanesa Faiad a cargo del Departamento de Dibujo e Ilustración Científica del Museo de La Plata, FCNyM, UNLP. Sólo me resta invitar a quienes quieran sumarse a esta iniciativa, se acerquen con sus aportes para consolidar esta idea, ya que podría ser otro instrumento de difusión del conocimiento de nuestra disciplina a los diferentes estamentos de la sociedad. El Museo de La Plata contiene tesoros, muchos fuera del conocimiento público. Creo que los menos conocidos a nivel popular son aquellos de las tareas llevadas a cabo por parte de su personal, aunque sí reconocidos en su medio. Este artículo tiene la modesta pretensión de poner al alcance de la mayor cantidad posible de integrantes de nuestra sociedad la refinada obra de Samanta Faiad, quien actualmente para el común de la gente pertenece a los tesoros casi silenciosos del Museo de La Plata.