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La situación de las ciencias del mar en la Argentina se puede caracterizar como una de ‘excelencia en aislamiento’. El tema dominante de las discusiones mantenidas por el comité que preparó este informe fue la virtual inexistencia de coordinación entre programas de investigación, equipo para realizar tareas de campo y personal científico y de apoyo en las instituciones. La coordinación que existe ocurre gracias a enormes esfuerzos individuales y a relaciones personales. Si bien en muchos lugares hay investigadores destacados y entusiastas, casi todos sufren de aislamiento físico, mínima financiación y la necesidad de prestar servicios por contrato para llevar adelante su trabajo. Además, como suelen carecer de interacción científica con colegas, les resulta muy difícil diseñar programas con una perspectiva amplia del ecosistema. Muchos laboratorios padecen de problemas estructurales, en especial la carencia de equipamiento moderno y destrezas actualizadas. Muy pocos reúnen una masa crítica de investigadores, y aun aquellos que congregan a muchos científicos no parecen practicar la coordinación entre proyectos ni usan mecanismos que faciliten una interacción constructiva. No se advierten programas que utilicen técnicas moleculares más allá de un nivel superficial. No hay bibliotecas adecuadas, por lo que es poco realista que las autoridades institucionales pretendan que resulten publicaciones de alto vuelo y de circulación internacional. Las mejores instituciones se encuentran diseminadas entre Ushuaia y Buenos Aires, pero hay escasas reuniones nacionales en las que establecer contactos, intercambiar ideas y diseñar colaboraciones. Con una excepción, no hay buques oceanográficos disponibles para investigar y las embarcaciones menores son pocas, lo que impide realizar estudios sobre la plataforma e incluso cercanos a la costa. Algunos de los mejores grupos han concentrado su actividad en el área costera, lo que limita seriamente el alcance de sus investigaciones. El comité formuló algunas recomendaciones, detalladas al final del informe, que permitirían comenzar a atacar estas carencias. Una necesidad fundamental sería un plan oceanográfico nacional que reconozca la magnitud de la plataforma argentina, la importancia de las ciencias del mar y la escala de los problemas que encaran sus disciplinas. Un elemento crítico de tal plan sería la necesidad de apoyar amplios estudios integradores, para comprender cómo peces y mamíferos marinos utilizan la productividad del Mar Argentino, desde la costa hasta más allá del borde de la plataforma. El plan también debería encarar la financiación unificada y el uso compartido de embarcaciones y equipo de alto costo. Por último, debería asegurar recursos para apoyar a estudiantes y, más importante aún, promover la creación de oportunidades laborales para graduados, lo que contribuiría a solucionar el problema de la fuga de cerebros que al presente acosa a estas disciplinas. Las recomendaciones contenidas en este informe acerca de reflexionar y reorganizar la infraestructura científica en el más alto nivel gubernamental no podrán encontrar aplicación sin que haya coordinación y comunicación entre la comunidad de científicos del mar en la Argentina. Las ciencias marinas necesitan unificar su discurso para explicar la importancia del ambiente oceánico y sus recursos para la nación, y para presentar recomendaciones en orden de prioridad para el futuro.

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Si bien existen varios ensayos biográficos que enfocan diferentes momentos de su vida (ANÓNIMO, 1963, BAHAMONDE, 1962, LÓPEZ et al., 2015, NION, 2015, PEQUEÑO, 2015, SÁNCHEZ CARRILLO, 2001), hasta donde tenemos conocimiento, no se ha publicado aún una bibliografía completa de la obra del Dr. FERNANDO DE BUEN Y LOZANO (Fig. de tapa). Bibliografías parciales se encuentran, entre otros, en los autores arriba citados. Aquí nos atrevemos a hacer el intento, aunque en forma defectuosa, ya que muchas de sus publicaciones no las hemos podido consultar directamente (se señalan con un asterisco, *). En parte nos hemos basado en una compilación hecha por el propio DE BUEN, que abarca los años 1915 a 1949 (Fig. 1), aunque no siempre con los datos necesarios para una completa información sobre la publicación; en lo posible intentamos complementarla. En sus casi cincuenta años de actividad científica, llegó a producir casi 300 títulos, de variado contenido, aunque siempre relacionados con el medio acuático, sea marino o dulceacuícola. Esta producción se puede dividir en cuatro períodos, que comienza con su etapa española, europea y africana (marroquí), entre 1915 y 1937, durante la cual publicó más de 140 títulos. Como consecuencia de la Guerra Civil Española, en 1939 se radica en México, donde permanece desde el 12 de Julio de 1939 hasta Noviembre 1946, país al que regresa entre 1953 y 1957. Durante este período escribe unos 70 artículos. Entre esas dos etapas mexicanas, estuvo brevemente radicado en el Uruguay, desde el 26 de Noviembre de 1946 hasta 1953, sin duda la etapa de menor producción científica, con una docena trabajos. A ésta sigue el último período de su vida, en Chile (Fig. 2), la que lamentablemente termina trágicamente, en 1962. Durante este período publica más de 60 publicaciones, de los cuales, aparentemente, seis quedan inéditas. Cabe señalar que durante estas tres etapas de exilio americano, si bien sus publicaciones están mayoritariamente relacionadas con el país de residencia, hay algunas excepciones. Preivo a estas estadías en América, hay que mencionar tres europeas, fuera de España, a saber: en el Museo Oceanográfico de Mónaco (1919), en el Instituto Centrale di Biologia Marina, Messina, Italia (1919), y en el Laboratorio Arago, Banyuls sur Mer, Francia (1939). En general, puede considerarse que FERNANDO DE BUEN fue un investigador solitario, ya que solamente seis, de sus casi 300 trabajos, fueron publicados en colaboración: dos con su hermano SADÍ DE BUEN (#31 y 32), dos con F. FRADE (#115 y 116), y dos con MANUEL ZOZAYA (#162 y 176). En su obra científica hemos podido identificar la descripción original de 12 géneros, 9 subgéneros, 54 especies y 11 subespecies, como se indican en la Tabla I.