20 resultados para COLUNA VERTEBRAL


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Age and growth estimates for the blue shark (Prionace glauca) were derived from 411 vertebral centra and 43 tag-recaptured blue sharks collected in the North Atlantic, ranging in length from 49 to 312 cm fork length (FL). The vertebrae of two oxytetracycline-injected recaptured blue sharks support an annual spring deposition of growth bands in the vertebrae in sharks up to 192 cm FL. Males and females were aged to 16 and 15 years, respectively, and full maturity is attained by 5 years of age in both sexes. Both sexes grew similarly to age seven, when growth rates decreased in males and remained constant in females. Growth rates from tag-recaptured individuals agreed with those derived from vertebral annuli for smaller sharks but appeared overestimated for larger sharks. Von Bertalanffy growth parameters derived from vertebral length-at-age data are L∞ = 282 cm FL, K = 0.18, and t0 = –1.35 for males, and L∞ = 310 cm FL, K = 0.13, and t0 = −1.77 for females. The species grows faster and has a shorter life span than previously reported for these waters.

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Growth parameters were estimated for porbeagle shark (Lamna nasus) in the northwest Atlantic Ocean on the basis of vertebral annuli. A total of 578 vertebrae was analyzed. Annuli were validated up to an age of 11 years by using vertebrae from recaptured oxytetracycline-injected and known-age sharks. Males and females grew at similar rates until the size of male sexual maturity, after which the relative growth of the males declined. The growth rate of the females declined in a similar manner at the onset of maturity. Growth curves were consistent with those derived from tag-recapture analyses (GROTAG) of 76 recaptured fish and those based on length-frequency methods with measurements from 13,589 individuals. Von Bertalanffy growth curve parameters (combined sexes) were L∞ = 289.4 cm fork length, K = 0.07 and t0 = –6.06. Maximum age, based on vertebral band pair counts, was 25 and 24 years for males and females, respectively. Longevity calculations, however, indicated a maximum age of 45 to 46 years in an unfished population.

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The northwest Atlantic population of smooth dogfish (Mustelus canis) ranges from Cape Cod, Massachusetts, to South Carolina. Although M. canis is seasonally abundant in this region, very little is known about important aspects of its biology, such as growth and reproductive rates. In the early 1990s, commercial fishery landings of smooth dogfish dramatically increased on the east coast of the United States. This study investigated growth rates of the east coast M. canis population through analysis of growth patterns in vertebral centra. Marginal increment analysis, estimates of precision, and patterns in seasonal growth supported the use of vertebrae to age these sharks. Growth bands in vertebral samples were used to estimate ages for 894 smooth dogfish. Age-length data were used to determine von Bertalanffy growth parameters for this population: K = 0.292/yr, L∞ = 123.57 cm, and t0 = –1.94 years for females, and K = 0.440/yr, L∞ = 105.17 cm, and t0 = –1.52 years for males. Males matured at two or three years of age and females matured between four and seven years of age. The oldest age estimate for male and female samples was ten and sixteen years, respectively.

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Specimens of the false trevally (Lactarius lactarius ), 127 to 221 mm in total length, were studied for the mode of anchorage of the air-bladder with the interspinous bone of the anal fin. The 1st and 2nd interspinous bones are fused together into a single piece (named here as the anchor bone) which pierces through the air-bladder, dividing it into two intercommunicating chambers at its upper end, and ultimately articulates with the 10th vertebral bone. The lower end of the bone is broad, fan like with one side affording articulation with the 1st and 2nd anal spines. This is an unique feature of great taxonomical importance to L. lactarius, the only species in the family Lactariidae. The anal fin counts (23-27) and vertebral counts (23) are also given.

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Al revisar viejos papeles familiares de nuestro padre, el Dr. Emiliano Mac Donagh (1896 – 1961) hemos descubierto, como escondidos, unos cuentos breves publicados entre 1929 y 1934. Ficcionales, pintorescos, no han figurado en la nómina de sus escritos, con excepción de El Naturalista, publicado en 1929 en el diario La Nación, y recientemente reproducido en la serie ProBiota (http://ictiologíaargentina.blogspot.com/16) Ofrecemos a la curiosidad de los ictiólogos los tres relatos publicados en 1930 en la revista Número, editada en Buenos Aires. Tanto Un cuento de viejas, como El sabio ebrio, y La quimera, el gallo y el elefante tienen a los peces como centro de interés. En los escritos de Emiliano Mac Donagh, que abarcan desde 1922 hasta 1960 con más de ciento setenta títulos, predominan los trabajos científicos alternando con estudios sobre historia de la biología y de los biólogos, o la preocupación por el cuidado del ambiente y temas relacionados. Sin excepción, aparece la zoología como tema vertebral, ya sea analizando una espina de bagre en la calma del laboratorio, ya sea relatando expediciones zoológicas al interior de nuestro país. Coexisten el detalle mínimo que entrega el microscopio con la aventura a campo abierto, pero el estilo es siempre descriptivo, pegado a la realidad, y despojado de cualquier intento de fantasía que traicionaría el rigor requerido por la ciencia. En los breves relatos aquí presentados, en cambio, el autor escapa de la formalidad, incursiona en un género más liberal en sus normas y deja volar su imaginación y su fino sentido de la ironía. Lo hace sin abandonar el asunto que más le atrae: la naturaleza, y en ella, la vida animal. Si bien los cuentos comparten temas centrales del resto de la producción, aquí no encontramos la exactitud fotográfica ni el análisis desapasionado, sino que la anécdota es imaginada y los escenarios reales se ven transformados por enfoques oníricos. Algunos personajes parecen el fiel retrato de alguien conocido mientras que otros suenan esquemáticos, vacíos. La mirada es humorística y a la vez crítica, gozosa sin dejar de ser analítica. Este período de “autor literario” en vez de “relator científico” dura poco: sólo cinco cuentos en cinco años. En la vasta producción no hay otros intentos de recurrir a la ficción para atraer el interés del público general hacia los admirables y admirados habitantes de las aguas. Quizás podríamos encontrar ecos del monólogo final de El sabio ebrio en el ensayo La belleza de los peces (Revista de Educación, La Plata, 1957) pero en este último el estilo es académico. El cambio de género literario podría sugerir un deseo de cambio vocacional, el cansancio frente a la aparente monotonía y estrictez de los registros científicos. Al plantear el dilema entre observar seres vivos en su medio natural o conservar sus cuerpos para los estudios científicos se insinuaría una encrucijada profesional. En 1930 habrá sido una disyuntiva, aludida en el recurrente contraste entre ambientes cerrados, poblados de frascos, vitrinas y mesas de taxidermia en contraposición con la abierta amplitud de ríos y playas, bosques y cielos. Aludida, también, al atribuir a personajes que las encarnan, dos tipos de sabiduría: una erudita, nacida del estudio, y otra pragmática, forjada en la experiencia. Sin embargo, el tema medular sigue siendo la ictiología: los peces, sus vidas y ámbitos, los nombres que les damos. El nuevo estilo revelaría más bien la intención de jerarquizar los asuntos dilectos envolviéndolos en una forma literaria más libre – y supuestamente más elevada. Creemos captar un latido de euforia, el impulso de compartir la emoción de un descubrimiento, el deseo de conservar la mirada ingenua y la capacidad de asombro ante el maravilloso mundo natural que nos rodea. Que esto se logre más acabadamente por medio de un cuento que a través de un informe, y que la ficción alcance mayor audiencia con la cual compartir la gozosa experiencia del conocimiento, son las cuestiones que nos deja pendientes este naturalista que – por breve tiempo – se volvió cuentista. Mary Mac Donagh de von Reichenbach