4 resultados para ANALGÉSICOS, Opióides

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Objetivo: Describir las características de los pacientes quemados usuarios de opioides e identificar los factores que predisponen a depresión respiratoria. Método: Transversal retrospectivo, en el que se analizaron 272 historiales de pacientes quemados internados de 2011 a 2013 en un Centro de Tratamiento de Quemados (CTQ). Se seleccionaron historiales completos de pacientes, con registro relleno de alta u óbito, periodo de internamiento mínimo de 48 horas, mayores de 18 años, usuarios de opioides por diferentes vías de administración, monitoreados por oximetría de pulso y sin empleo de prótesis de ventilación. Todos los episodios de depresión respiratoria se identificaron a través de cómo mínimo dos indicadores de entre los siguientes: la administración de Naloxone, registro de presión arterial inferior a 110/60mmHg, entubamiento orotraqueal, oximetría de pulso inferior a 90%, frecuencia respiratoria inferior a 10 irpm, necesidad de oferta de oxígeno e interrupción abrupta del opioide. Resultados: Este estudio identificó que el 28,58% de los pacientes quemados atendidos en una unidad de tratamiento de quemados presentaron depresión respiratoria. Predominaron en el grupo con depresión respiratoria pacientes jóvenes del sexo masculino, con mortalidad elevada, quemaduras de 2º y 3º grado fueron la mayoría, corroborando la mayoría de los estudios epidemiológicos acerca de las características de los pacientes quemados. Los factores predominantes para depresión respiratoria identificados en la población de pacientes quemados usuarios de opioides fueron insuficiencia renal aguda, etilismo, enfermedades cardiovasculares. Conclusión: El enfermero debe monitorear a todos los pacientes usuarios de opioides en relación a los parámetros de ventilación y nivel de coincidencia para prevenir e identificar precozmente sedación excesiva y depresión respiratoria, especialmente los pacientes en quienes se identifiquen dos o más factores de predisposición para DR.

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El dolor postoperatorio de intensidad alta o extrema tiene una incidencia publicada cercana al 30 % de los pacientes quirúrgicos, siendo su principal preocupación, incluso más relevante que los resultados satisfactorios o no que pudiera tener el procedimiento en la resolución de su enfermedad. Los AINE son los fármacos más prescritos en el mundo para el tratamiento del dolor agudo y crónico de diferentes causas. El ibuprofeno es un analgésico ampliamente utilizado en la prevención y tratamiento del dolor. Recientemente, su forma intravenosa ha sido aprobada por la FDA (www.accessdata.fda.gov) para el tratamiento del dolor leve a moderado y moderado a severo complementario a la analgesia opioide. Adicionalmente, ha sido aprobado para la reducción de la fiebre. Dado su potencial como adyuvante en la analgesia multimodal, se realizó una revisión acerca del uso perioperatorio del ibuprofeno intravenoso, analizando la literatura disponible en inglés y español en PubMed y Ovid MEDLINE hasta diciembre 2015. Se incluyeron datos farmacocinéticos y farmacodinámicos provenientes de pacientes de diferentes edades, así como estudios clínicos, incluyendo aquellos en los que se cuantificó el uso de opioides en el periodo postoperatorio, analizando la sinergia entre ambos tipos de analgésicos. El ibuprofeno intravenoso ofrece ventajas sobre la presentación oral, siendo una alternativa a la limitada disponibilidad de AINE endovenosos como parte de la analgesia multimodal perioperatoria.

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Se dispone de pocos estudios sobre el uso de opioides en ancianos. En pacientes seleccionados, los opioides pueden proporcionar una adecuada analgesia en el marco de un abordaje integral. Se ha revisado la utilización de opioides fuertes en ancianos con dolor oncológico o no oncológico. Se ha demostrado eficacia en dolor músculo-esquelético a corto plazo y algunos tipos de dolor neuropático. No obstante, no se dispone de datos sobre eficacia y seguridad a largo plazo. Aunque los antidepresivos tricíclicos son eficaces para el dolor neuropático, sus efectos anticolinérgicos suponen un problema para el anciano. Antiepilépticos como gabapentina y pregabalina son eficaces para el dolor neuropático y mejor tolerados. La administración tópica de algunos fármacos mejora la tolerabilidad de los mismos.

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Objetivos: Determinar la frecuencia de uso de analgésicos en pacientes terminales atendidos en domicilio, analizando factores que pudieran intervenir en la percepción del dolor, además de las actuaciones llevadas a cabo. Material y métodos: Estudio analítico prospectivo e intervencional con pacientes derivados al Equipo de Soporte para Atención Domiciliaria (ESAD) de Barbastro. Variables estudiadas: edad, sexo, número de visitas, tiempo de seguimiento, presencia de dolor y de otros síntomas concomitantes, Escala Visual Analógica (EVA), diagnóstico, analgésicos previos y post-intervención, dosis media previa de analgésicos y post-intervención. Estudio estadístico con SPSS 15.0. Resultados: n = 638, 53,9 % hombres (n = 344), edad media 79,64 ± 10,8 años, 56 % oncológicos (n = 357), seguimiento medio 56 ± 56,56 días, media de 2,68 ± 2,5 visitas por proceso. Dolor en primera visita 43,3 % (n = 276), EVA media 6,54 ± 1,87, dolor 47,1 % de hombres (n = 162) y 38,8 % de mujeres (n = 114) (p < 0,05), dolor en 56,6 % de oncológicos (n = 202) y en 26,3 % de crónico-dependientes (n = 74) (p < 0,001). No diferencias en EVA entre grupos. Entre analgésicos pautados en pacientes con dolor controlado y sin controlar previa intervención del ESAD encontramos diferencias estadísticamente significativas (p < 0,005) en morfina y tramadol, y con mayor significación (p < 0,001) en fentanilo transdérmico y transmucosa, paracetamol, metamizol y AINE, todos más frecuentes en dolor no controlado. Las dosis medias previas de todos estos fármacos no mostraron diferencias significativas entre los grupos, aunque eran mayores en el grupo de dolor no controlado. En estos, se pautan o modifican analgésicos, encontrándose diferencias estadísticamente significativas pre-post intervención (p < 0,001) en fentanilo transdérmico y transmucosa, tramadol, paracetamol, metamizol, AINE, pregabalina y con p < 0,05 en gabapentina. Se obtiene diferencias (p < 0,05) únicamente en las dosis posteriores a la actuación del ESAD en fentanilo transdérmico y codeína. Obtenemos correlaciones positivas entre dolor y anorexia, ansiedad, depresión e insomnio; en pacientes oncológicos entre dolor y ansiedad e insomnio, y en pacientes crónico-dependientes entre dolor, náuseas y depresión. No diferencias entre grupos en uso previo de benzodiacepinas, antidepresivos y otros tratamientos, aunque sí en clínica de depresión, ansiedad e insomnio. Tras intervención, diferencias significativas en uso de estos tratamientos y de sedación. Conclusiones: Tras la actuación del ESAD se puede apreciar el aumento progresivo de todas las medicaciones analgésicas; se debería realizar una valoración completa de la sintomatología del paciente y un tratamiento de síntomas multifactorial, además de interrogar al paciente de forma adecuada acerca de la presencia de síntomas asociados, dada la elevada correlación de los mismos.