2 resultados para Exiliado

em Universidad Politécnica de Madrid


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it's been 50years since the world witnessed the triumph of one of the iast revoiutíons of the twentieth-century starring a group of bearded men who descended from the mountains of Cuba and who wouid end up overthrowing the Batista regime. Ricardo Porro was a Cuban architect exiied for his revoiutionary ideais. Vittorio Garatti and Roberto Gottardi were itaiian immigrant architects. The three coincided in the effervescent city of Caracas in the iate 50's within the circie of friends of Carios Raui de Viiianueva, who had at that tí me, finished one of his most significant works, the City University of Caracas. United by a common circie of friends, they wouid soon receive their dream assignment: an Academy ofArt for the chiidren of workers in the revoiutionary Havana. The idea was directiy based on the triumphant ideoiogist of the revoiutíon: Fidei Castro and Che Guevara. Aii schoois had to represent the image of the new society. They wouid immediateiy depart for Havana. The year was 1961 and they had oniy a few months to pian and carry out the project. The schoois were officiaiiy opened in 1965 without having been compieted. The set was iocated in the Goif Course Country Ciub of Havana. The iands- cape of the goif course and the understanding of the piace, by the three architects, was the origin of the projects. initíaiiy, they worked with some common principies that conditíoned its architecturai answer and gave the group the homogeneity of a singie project: the integratíon with the iandsca- pe, the same constructíon system and a singie materiai. This research anaiyzes the conditíons used by the three architects in order to investígate the responses from the point of view of architecturai design. Han pasado más de 50 años desde que el mundo contempló el triunfo de una de las últimas revoluciones del siglo XX, protagonizada por un grupo de barbudos que descendían de la sierra de Cuba y que acabaría con el derrocamiento del régimen de Batista. Ricardo Porro era un arquitecto cubano exiliado por sus ideales revolucionarios. Vittorio Garatt y Roberto Gottardi eran arquitectos italianos emigrantes. Los tres coincidieron en la efervescente Caracas de Anales de los años 50 en torno a la figura de Carlos Raúl de Villanueva que terminaba en esa época una de sus obras más significativas, la Ciudad Universitaria de Caracas. Unidos por un círculo común de amistades pronto recibirán el encargo soñado: una Academia de las Artes para los hijos de los trabajadores en La Habana revolucionaria. La idea partia directamente de los ideólogos triunfantes de la revolución: Fidel Castro y el Che Guevara. El conjunto de las escuelas tenía que representar la imagen de la nueva sociedad. Inmediatamente partirán rumbo a La Habana. Corría el año 1961 y dispo¬nían de unos pocos meses para proyectar y ejecutar las obras. Las escuelas fueron oficialmente inauguradas en 1965 sin haberse concluido. El conjunto se ubicó en el campo de golf del Country Club de La Habana. El paisaje del campo de golf y el entendimiento del lugar, por parte de los tres arquitectos, fue el origen de los proyectos. Trabajaron inicialmente con unas premisas comunes que condicionaron su respuesta arquitectónica y le dieron al conjunto la homogeneidad de un único proyecto: la integración con el paisaje, un mismo sistema constructivo y un único material. Este trabajo de investigación parte de los condicionantes a los que se enfrentaron los tres arquitectos para así analizar las respuestas dadas desde el punto de vista del proyecto arquitectónico.

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Ante un panorama editorial aséptico, la revista de arte y arquitectura Nueva Forma, editada en Madrid entre 1966 y 1975, formó parte activa en la construcción de una cultura arquitectónica española. Los textos de su director, Juan Daniel Fullaondo, aspiraron a mediar en el decurso histórico con el firme convencimiento de que la crítica, como tal, cumple con una función tan real como el de las propias obras construidas. Las cuatro ‘miradas’ presentadas en la investigación ahondan en problemáticas culturales del momento concernientes con la historiografía de la arquitectura, el eclecticismo teórico, la evolución de la crítica arquitectónica y la función propagandística de toda publicación. A ellas se suma un estudio previo que, de manera cronológica, presenta cuestiones relevantes en torno a la formación, formato, estructura, protagonistas, particularidades e influencias de otras publicaciones, nacionales e internacionales, de la revista. Un primer capítulo aborda cómo se estaba organizando el pasado de la arquitectura española de los años veinte y treinta. Fullaondo mostró una ‘mirada contestataria’ a lo escrito hasta la fecha que le llevó a cuestionar un acercamiento a la arquitectura exclusivamente disciplinar, reivindicar un lugar para la cultura vasco-navarra en la historia moderna de la arquitectura española - ante la predominante bifocalidad castellano-catalana dibujada por otros autores, como Carlos Flores u Oriol Bohigas - y rechazar las construcciones históricas basadas en una selección tendenciosa de obras afines a un lenguaje arquitectónico definido, en este caso el racionalista. El segundo, analiza cómo la arquitectura orgánica asentada en los ideales de Bruno Zevi tomó en sus manos una nueva dirección conscientemente conducida a dotar de soporte teórico a unas arquitecturas esencialmente dibujadas y ocasionalmente construidas. La constatación de una ‘década orgánica’ en la arquitectura española de los años sesenta, es una rotunda ejemplificación de la ‘mirada operativa’ omnipresente en la crítica de Fullaondo. Su acercamiento a obras, dibujos o figuras manifestaron una erudición inquietada por aspectos compositivos y formales, en unos años en los que otros veían en lo tecnológico, lo social o lo metodológico razón suficiente para crear una obra arquitectónica. Un tercer capítulo muestra la ‘mirada poliédrica’ ofrecida en torno a la obra y el pensamiento de Jorge Oteiza. Fullaondo encontró en él una figura magistral, una paternidad para la aceptada orfandad de la cultura arquitectónica nacional. Su condición de vasco-exiliado, su faceta de artista reflexivo, su trabajo interdisciplinar o su proyección internacional eran reflejo de una personalidad y una trayectoria profesional que aunaba rasgos y propósitos añorados en su crítica. Oteiza fue blanco de reflexiones varias que permiten penetrar en cómo evolucionó la propia labor reflexiva de Fullaondo. Finalmente, una cuarta mirada analiza la relación entre la revista con el panorama internacional. La escena francesa fue donde se encontraron ideales compartidos, esencialmente a través de la obra experimental de Claude Parent. La ‘mirada cruzada’ entre el panorama francés y el español permitió a Fullaondo escribir en L’architecture d’aujourd’hui y dar a conocer a una generación jóvenes arquitectos españoles beligerantes e innovadores, con una labor equiparable a las tendencias internacionales, constatando así, la rápida evolución de la arquitectura nacional, alejada ya de la tradición local, bi-focal y retardada ofrecida años atrás en las revistas Zodiac y Werk.