2 resultados para ECHA
em Universidad Politécnica de Madrid
Resumo:
Resulta sorprendente la escasa utilización que tiene el video como herramienta de representación arquitectónica. No nos referimos al video divulgativo que se emite en programas culturales, donde los edificios son mostrados con un ritmo lento e imparcial por una cámara que pretende sustituir al posible visitante; sino al video realizado por el propio autor del proyecto. En este caso, el video debería tener un grado de intención y subjetividad similar al del proyecto que muestra. Su contenido no tendría porque limitarse a imágenes reales, podría combinarlas con imágenes virtuales, animaciones 3D, planos, fotos, etc. Podría ser, incluso, completamente virtual, es decir, emplearse en la presentación y representación de proyectos. Asímismo, se echa de menos la utilización del video digital –basado en el montaje– como parte del trabajo de análisis y crítica arquitectónica. Es decir, su empleo, por parte del crítico, en la interpretación de la arquitectura y en la búsqueda de las posibles relaciones que se presentan en la misma. En nuestro caso, utilizamos el video como parte de las conclusiones de la tesis doctoral La arquitectura de Mondrian1. El trabajo consistía en discriminar entre las obras arquitectónicas realizadas por miembros del grupo De Stijl –o de su órbita– aquéllas que entroncaran con el elaborado discurso teórico de Mondrian. Nuestro interés se centró en buscar en la arquitectura moderna ejemplos en los que pudiéramos encontrar paralelismos fundamentales (de fondo) entre determinados edificios y la teoría de las artes de Mondrian. Para ello el video se mostró como una herramienta capaz de ilustrar –y enfatizar–, de forma intuitiva y gráfica, las conclusiones del trabajo.
Resumo:
La afirmación de que las primeras realizaciones arquitectónicas y de ingeniería estructural son tan antiguas como la civilización no es gratuita. En efecto, tan pronto como se desea cubrir un espacio, salvar un vano o transmitir un empuje (vertical u horizontal), es preciso el desarrollo de un conocimiento específico. El dominio de las técnicas para resolver,en particular, tales problemas ha sido transmitido a través de construcciones religiosas o áulicas que han permanecido a través de los siglos como puntos de referencia y muestra de la habilidad, el ingenio y la audacia de las generaciones predecesoras. Obras como el puente de Alcántara (Cáceres), la mezquita de Córdoba y el monasterio de El Escorial (Madrid) -de los siglos I, X y XVI, respectivamente- demuestran la personalidad de sus proyectistas pero también sus conocimientos constructivos, su capacidad organizadora y la ambición y poderío económico de sus promotores. De hecho, aunque la habilidad para combinar mecanismos estructurales se encuentra en todos los artefactos manejados por el hombre, es en el ámbito de la edificación y de las obras públicas donde, hasta épocas relativamente recientes, se encuentran los ejemplos más espectaculares de estructuras resistentes. Éstos sólo aparecen, sin embargo, cuando coincide la calidad de cada uno de los tres factores que intervienen en la obra, es decir, un proyectista con imaginación y conocimientos, una industria de la construcción capaz de ofrecerle los materiales más adecuados y de llevar a cabo los procesos constructivos que aquél imagine, y un promotor con solvencia económica pero también capaz de calibrar las ventajas de las soluciones que se ofrecen y apreciar factores imponderables como la innovación o la estética, que tanto añaden al cumplimiento de los factores utilitarios que se encuentran en la motivación de las construcciones. A lo largo de la historia los proyectistas españoles han dado pruebas de calidad en algunas realizaciones que se comentarán a continuación y siempre han demostrado un buen conocimiento del estado del arte en el exterior.Sin embargo, no puede decirse que ése haya sido el caso de los promotores o de la industria que, por uno u otro motivo, se ha visto muy afectada por avatares políticos o decisiones económicas equivocadas. Las quejas de Pablo Alzola sobre el "espíritu cosmopolita con que abrimos nuestras puertas a quienes nos las cierran herméticamente", el cual, en el siglo XIX, facilitó las franquicias a la importación de materiales relacionados con la industria ferroviaria, condenando esta importación "a muerte el porvenir de la industria española de hierro y acero, base muy principal de prosperidad en todas las naciones juntas", resuenan de nuevo en relación con la integración europea. Ello se explica por la tendencia general hacia el rendimiento inmediato de las capitales con la consiguiente destecnificación propia y penetración de productos extranjeros conseguidos mediante una investigación coordinada entre administración, industria y universidad. La falta de grupos organizados, de lo que es una interesante excepción la industria del hormigón, ha provocado en muchos ámbitos una ausencia de legislación propia que la industria nacional actualmente echa en falta como defensa específica en términos técnicos.