5 resultados para Carlos IV, Rey de España-Homenatges-València

em Universidad Politécnica de Madrid


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Si bien se han ido realizando análisis sistemáticos desde el punto de vista arquitectónico de los diferentes jardines nacionales europeos, el jardín clásico español, a pesar del importante incremento de bibliografía operado en la última década, no ha sido todavía estudiado desde los criterios compositivos y espaciales propios de la disciplina arquitectónica. Responde el jardín clásico español a una organización perspectiva que proviene de las construcciones espaciales originadas y desarrolladas en Italia durante los siglos XV y XVI; establece, además, una importante conexión con la arquitectura de jardines contemporánea, es decir, las grandes corrientes europeas –desde el jardín renacentista italiano al barroco francés-, que asume, interpreta e incluso supera en cuanto a organización unitaria e integración con su entorno en varios ejemplos señeros. Pero esta imbricación europea se ve puntualizada por una influencia primordial: el concepto islámico del espacio arquitectónico, caracterizado por la fragmentación y la pérdida de la axialidad, que en España se extiende de forma generalizada. Fusionada con los principios perspectivos provenientes de Italia, esta concepción espacial proporciona a los jardines –y demás edificios- una gran riqueza espacial que, poco analizada y mal comprendida, se ha considerado habitualmente como falta de pericia compositiva. Este hecho ha negado a los jardines españoles originalidad alguna –otorgada, en cambio, a los hispanomusulmanes- y una clasificación periférica en la historia de la disciplina. El jardín clásico español presenta tres etapas principales: una primera, durante los siglos XVI y XVII, que se podría denominar renacentista; una segunda, en la primera mitad del siglo XVIII, de ascendencia barroca francesa, y, por último, en la segunda mitad del Ochocientos, el jardín neoclásico, que en buena medida retoma la organización formal de la primera etapa renacentista. Las tres influencias preponderantes en el jardín renacentista español son la hispanomusulmana, procedente de la ocupación islámica en España desde el siglo VIII hasta el XV, cuya estela se mantiene durante todo el desarrollo del jardín clásico; una flamenca, de menor calado y cuyo origen está en los contactos políticos de la corona española con Flandes, y, por último, la italiana, de donde procederá la espacialidad perspectiva propia del Renacimiento, extendida por toda Europa y conocida en España asimismo por vínculos políticos y culturales. El jardín hispanomusulmán va a proporcionar los rasgos distintivos de la jardinería española posterior, derivados de la necesaria adaptación compositiva a un medio físico poco idóneo para la implantación de jardines. Esta cuestión se soluciona tradicionalmente de forma perfecta con el patio y el apoyo de una serie de elementos arquitectónicos de carácter ligero articulados aleatoriamente con la vivienda para organizar su entorno, operación que produce un organismo superior asimétrico y estructurado a partir de pequeños fragmentos ordenados por ejes quebrados, cuyo crecimiento no presupone un cambio en las cualidades espaciales del jardín. Esta ordenación quebrada y la fragmentación espacial tienden a embarazar la unidad perspectiva renacentista, de tal forma que el jardín español no presenta grandes ejes visuales ni espacios fugados, sino pequeñas piezas independientes –adaptadas mejor a la corrección climática y al riego- que se agregan sin intención de regularidad o simetría, pues buscan la ambigüedad espacial mediante la ofuscación de la percepción y orientación en el jardín, como sucedía en las obras hispanomusulmanas. El jardín renacentista español tendrá una doble vertiente dependiendo del medio físico donde se asiente: si este es poco propicio a la implantación de jardines, se recuperará la ordenación espacial medieval musulmana como respuesta compositiva a dicho entorno remiso, pues los ensayos de jardines basados en elementos arquitectónicos, ante la dificultad de estructurar el espacio del jardín en España con las componentes naturales –topografía, vegetación y agua-, se realizaron con éxito y se reutilizaron en siglos posteriores, e incluso alcanzan el momento actual; contemporáneamente, en territorios propicios a la creación de jardines –generalmente, riberas de ríos-, se podrá desarrollar el espacio perspectivo unitario italiano, que producirá ejemplos de gran calidad. Así, Felipe II creará de forma simultánea jardines muy diferentes según su ubicación. Entre los de carácter más medieval destacan los del Alcázar de Madrid y Valsaín –con el antecedente de Yuste, promovido por Carlos V-, y de los plenamente renacentistas, la Casa de Campo, El Escorial y Aranjuez, éstos últimos de Juan Bautista de Toledo. Los dos primeros se organizan con varios recintos independientes articulados por ejes quebrados y ordenados a partir de elementos ligeros –galerías, torreones, miradores- que se proyectan hacia el exterior para dar forma al entorno inmediato del palacio. Los últimos, en cambio, utilizan las posibilidades del medio natural para estructurar los jardines, y establecen magníficos ejes de raigambre renacentista, origen de espacios perspectivos unitarios de gran interés, dado su tamaño y temprana fecha de creación. Así, en la Casa de Campo la villa se articula con un jardín llano cuya unidad espacial no tiene parangón en la Italia del momento; en Aranjuez, el Jardín de la Isla, independiente en su trazado del palacio que lo propicia, presenta una superposición de dos ejes con gradientes en sentido contrario, y una ordenación a escala territorial, las Huertas de Picotajo, con una malla focalizada de doble simetría adaptada a un difícil meandro del río Jarama y con capacidad de extensión ilimitada en la vega de Aranjuez, que es contemporánea pero mucho más evolucionada que los primeros tridentes creados en Italia y anterior en un siglo a las formalizaciones de Versalles. Frente a estas realizaciones reales, en España los jardines nobiliarios responden a una clara influencia medieval, como los del duque de Alcalá en Bornos, el marqués de Mondéjar, Bellaflor en Sevilla, la Casa del Rey en Arganda o el cigarral de Buenavista en Toledo. Pero en paralelo con éstos y promovidos por nobles conectados con Italia, se están implantando jardines de hispanomusulmana-, en fechas incluso anteriores a los construidos por la corona. Así, el marqués de Villena construye en Cadalso de los Vidrios un jardín con una tempranísima ordenación en terrazas que se integra con su entorno; el duque de Alba en Abadía realiza la misma operación con mayor desarrollo espacial; y en Béjar por el duque de esta ciudad salmantina se establece otro jardín de clara espacialidad italiana, pero con la casa fuera de la ordenación. El siglo XVII supone, en los escasos ejemplos construidos, la prolongación de la espacialidad renacentista introducida por Juan Bautista de Toledo. Hay una clara continuidad en los jardines aterrazados, como La Zarzuela y La Florida, mientras en el ejemplo llano principal, el Buen Retiro, se atiende más a la fragmentación hispana y a una adaptación de los sistemas de extensión al aumento de escala. Así había sucedido en Italia, donde los jardines de malla ortogonal se convirtieron en grandes parques focalizados, con avenidas arboladas y remates perspectivos, elementos que se repiten en el jardín madrileño, aunque sin la unidad conseguida en los precedentes mediante la focalización. El siglo XVIII va a conocer la nueva dinastía de los Borbones y el jardín barroco francés, que supondrá un cambio radical en la concepción espacial del jardín, aunque la influencia hispana no dejará de producirse. El tamaño de estos jardines, su coste de implantación y mantenimiento y la falta de adaptación al medio físico español serán los factores principales del escaso desarrollo que el jardín de Le Nôtre alcanzó en España. A pesar de los proyectos realizados - algunos de gran calidad, como los de Robert de Cotte para el Buen Retiro, los del Palacio Real Nuevo, el de Riofrío y el del castillo de Villaviciosa de Odón-, sólo se van a construir escasos parterres de los denominados urbanos. Entre ellos hay que destacar los del Buen Retiro, Aranjuez y palacios de Liria, Buenavista y Altamira en Madrid, Piedrahita para los duques de Alba, el convento de Santa Bárbara, Migas Calientes –algunos de éstos quedaron en proyecto-, a los que se añade un gran jardín con todos los componentes, que es San Ildefonso de La Granja. En La Granja se puede encontrar un parque completo a la francesa, que responde en mayor medida a los principios establecidos en el tratado de Dezallier d'Argenville que a la influencia directa de las obras de Le Nôtre. Pero la ordenación canónica de jardín barroco francés se particulariza mediante los dispositivos proyectuales de origen hispano, pues se desjerarquizan los ejes principales impidiendo su continuidad, que queda truncada por desarrollos paralelos, interrupciones perspectivas y ejes quebrados. En la segunda mitad del siglo XVIII, los propios monarcas Borbones recuperarán los jardines regulares de los Austrias, cuyos tipos llano y aterrazado tuvieron un importante desarrollo con Felipe II y Juan Bautista de Toledo y gozaban de un merecido prestigio. Ya con Fernando VI se introdujeron ordenaciones de inspiración renacentista, como en el Jardín del Príncipe de Aranjuez; pero será con su hermano Carlos III cuando se revisen las actuaciones filipinas. Juan de Villanueva fue el autor de los principales jardines del momento -entre ellos, las Casitas realizadas para el príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV y su hermano el infante Don Gabriel- aunque Ventura Rodríguez realizó en esos años un magnífico epílogo del jardín aterrazado en España: el palacio para el infante Don Luis en Boadilla del Monte, así como proyectos para el parque del Palacio Real Nuevo. En las Casitas de El Escorial –en menor medida en El Pardo-, Villanueva recoge una larga tradición de jardines aterrazados que, además, inserta magistralmente en su entorno, dentro de la secular tradición española de adaptación al medio físico. Lejos de presentar una lectura canónica, aunque utilizando todos los recursos del tipo, el arquitecto consigue la ambigüedad espacial hispana mediante la superposición en el eje longitudinal de dos gradaciones de dirección contraria, accesos quebrados e interrupción de las visuales y el viario, sin prescindir de una ordenación clásica. También de Villanueva son el proyecto definitivo del Jardín Botánico, de gran claridad compositiva y orden científico, y, para el Palacio Real Nuevo y su entorno, el jardín previo a las Reales Caballerizas y una remodelación de la Casa de Campo y su acceso.

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The concepts of holon and holarchy were first applied in the manufacturing world to develop Holonic Manufacturing Systems. Since then, they have been used in many fields and have proved to be applicable concepts for developing applications in any business area. Resulting applications are based on conceptual holonic constructions. Like any model, a holarchy needs to be validated under real circumstances. Such validation assures the quality of the holarchy before it is implemented. In general, validation research tends to target: 1) the specific types of holons handled in each proposal and/or the selected development paradigms; and 2) algorithm performance rather than architecture quality. This paper proposes and evaluates a methodology that focuses on the quality of the architecture. This methodology is able to validate any holonic architecture built to meet trade requirements. Moreover, this is a general-purpose methodology. Therefore, the methodology would be valid for any domain and would not be invalidated by holon types and/or implementation paradigms emerging, changing or falling into disuse. For this purpose, we consider holonic architectures as conceptual models, using the pure holon and holarchy concepts and passing up not only any specific implementation paradigm but also any set of specific holon types.

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El objetivo de este proyecto es el estudio y creación de un mapa de susceptibilidad al alcance por caída de bloques en la Sierra de la Cabrera, provincia de Madrid. Por lo cual se ha realizado, primero, un reconocimiento de campo in situ y, a continuación, un estudio morfométrico del área, empleando sistemas de información geográfica (ArcGIS), así como un análisis cualitativo de las características estructurales de las discontinuidades seleccionando aquellas más determinantes para favorecer el desprendimiento de un bloque rocoso y aportar la información suficiente que permita evaluar la susceptibilidad. El análisis se ha llevado a cabo partiendo de los datos estructurales obtenidos en campo y cotejados con los realizados en otros trabajos. Así se han podido delimitar distintas áreas fuente, donde se puede producir el desprendimiento, y el perímetro de alcance a través de un modelo geométrico. A partir de este modelo, se determinarán las zonas de posible afección, generando una cartografía de susceptibilidad para el área de estudio. ABSTRACT The aim of this project is to study and create a susceptibility map of rockfalling reach in the Sierra de la Cabrera, Madrid. To achieve this goal it is been made, firstly, a field trip and, then, a morphometric study of the area, using geographic information systems (ArcGIS), and also a qualitative analysis of the structural characteristics of the discontinuities choosing those decisives contributing to the rock block’s detach and to provide enough information to evaluate the susceptibility. The analysis is been carried out using structural data got on field and from other studies. In this way, there have been defined different source areas, where rockfalling can occur, and a reaching perimeter using a geometric model. For this model, affected areas can be established and a susceptibility map can be created for the studied area.

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La Terraza Compleja de Arganda (TCA), situada en el tramo bajo del río Jarama (Madrid), está formada por sucesivos apilamientos de secuencias fluviales denominados de abajo a arriba Arganda I, II, III y IV, en los que se han encontrado importantes yacimientos arqueológicos y paleontológicos del Pleistoceno (Áridos 1 y 2, Valdocarros o HAT), y numerosos conjuntos de industria lítica del Paleolítico inferior y medio. Hasta ahora, la única referencia cronológica disponible para la TCA era la proporcionada por el estadio evolutivo de los micromamíferos de los yacimientos Áridos 1 en Arganda I y Valdocarros en Arganda II. En este trabajo, se propone la equivalencia de las distintas unidades de la TCA con terrazas escalonadas y se establece un marco cronológico numérico, obtenido mediante dataciones de termoluminiscencia, luminiscencia ópticamente estimulada y racemización de aminoácidos. Arganda I (≈ T+30-32 m) se situaría hacia el final del MIS 11 o en el inicio del MIS 9, Arganda II (≈T+23-24 m) se correspondería con el inicio del MIS 7, Arganda III (≈T+18-20 m) se situaría entre el MIS 7 y el MIS 5, y Arganda IV comenzaría su deposición en el MIS 5 finalizando su sedimentación en el MIS 1 al sur de Arganda del Rey (Madrid).

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Un plan para organizar las enseñanzas de la ingeniería del software en las titulaciones de informática de la URJC. Nowadays both industry and academic environments are showing a lot of interest in the Software Engineering discipline. Therefore, it is a challenge for universities to provide students with appropriate training in this area, preparing them for their future professional practice. There are many difficulties to provide that training. The outstanding ones are: the Software Engineering area is too broad and class hours are scarce; the discipline requires a high level of abstraction; it is difficult to reproduce real world situations in the classroom to provide a practical learning environment; the number of students per professor is very high (at least in Spain); companies develop software with a maturity level rarely over level 2 of the CMM for Software (again, at least in Spain) as opposed to what is taught at the University. Besides, there are different levels and study plans, making more difficult to structure the contents to teach in each term and degree. In this paper we present a plan for teaching Software Engineering trying to overcome some of the difficulties above.