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Siempre me llamó la atención en mi época de nadador que mis entrenadores no me sugiriesen una forma de nadar mi prueba hasta después de haberla nadado. Entonces era cuando se me reprochaban los fallos y se me aleccionaba para cuando nadase la próxima prueba corrigiese mis errores..... Cuando volvía a nadar tropezaba de nuevo en la misma piedra... y vuelta a lo mismo. La posibilidad de terminar la carrera de Profesor de Educación Física sin haber intentado solucionar o al menos estudiar un problema, que en mi época de practicante de la natación me inquietaba, ha hecho que se plasmase esta preocupación en este trabajo f in de carrera con la pretensión de dar los últimos coletazos de mi adquisición de experiencia y conocimientos en este Instituto. El “pase”, la habilidad para cubrir una distancia específica en un grado específico de velocidad, no es algo con lo que se nace sino que necesita de mucha experiencia y práctica. La in tención de éste trabajo es analizar y buscar las posibilidades que existen de nadar las distintas pruebas del calendario olímpico de natación. El nadador debe saber cambiar de velocidad pero también saber a qué velocidad va, saber acelerar el ritmo pero sabiendo que ritmo lleva. Me decía en una ocasión Jan Freese, entrenador de natación de la Residencia Blume de Barcelona, que era muy difícil que un nadador hiciese una buena marca cuando el entrenador le preparaba exclusivamente la carrera para que ganase a sus competidores. Si se quiere lograr un registro notable para nuestro nadador es indispensable que tratemos de estudiar detenidamente la prueba para la cual éste se prepara, sugerir los pases ideales y, por supuesto, practicar el ritmo de nado, cadencia o velocidad de nado más idóneos para el logro satisfactorio de sus fines. Morehouse y Miller aluden en cuanto al ritmo de carrera que “la distribución más económica del esfuerzo al correr una distancia dada se obtiene manteniendo un ritmo constante durante toda la prueba. Esta distancia se cubre en el menor tiempo cuando toda la energía de que se dispone e s distribuida uniformemente sobre la distancia por recorrer. La aceleración es tan costosa, que los cambios de velocidad re sultan demasiado caros como para emplearlos como tácticas desorientadoras. El ritmo de nado lo define Kiputh como “la distribución de la energía para alcanzar la mayor velocidad”. Así pues, debemos tener en cuenta que el ritmo de nado de debe limitarse a predecir tiempos parciales sino también a aprender a analizar la cantidad de esfuerzo que se debe realizar. El entrenamiento del ritmo de nado, no solo da los toques finales al acondicionamiento del nadador sino que capacita al competidor para regular su propia velocidad atendiéndose a una marcha establecida, en lugar de someterse al ritmo de los competidores. No quiero suscitar polémica sobre la indistinta utilización de términos tales como “ritmo de nado”, “cadencia” y “velocidad de nado”. Estos términos serán a menudo utilizados y quiero aclarar que su verdadero significado en cuanto al empleo que les doy proviene de una única palabra inglesa: “pace”, cuya traducción literal al castellano es “paso”, “grado de celeridad”. Diversos traductores al español de diferentes obras inglesas y americanas hacen uso de etos términos en sustitución de la palabra “pace”. Por ello, y ante la ruptura de la monotonía que supone el utilizar constantemente un solo término, me he inclinado al empleo de varios que, insisto, tienen en este trabajo el significado anteriormente expuesto de “pace”.