20 resultados para Descubrimientos geográficos españoles


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El sector del vino se enfrenta a nuevas oportunidades de mercado, debido a la creciente liberalización y globalización del comercio, a las que hay que unir mayores retos, como la competencia en aumento de nuevos actores y el descenso del consumo en los países productores tradicionales. Para hacer frente a esta competencia en mercados emergentes, así como a la saturación de los tradicionales, las estrategias de diferenciación se hacen cada vez más necesarias. La industria vitivinícola española, incluida en un modelo tradicional de producción, también ha sufrido con la aparición en el mercado internacional de nuevos países productores y requiere de procesos de reestructuración de la producción y estrategias innovadoras en el comercio. En España existe un claro desajuste entre oferta y demanda, con descensos en el consumo interno, que apenas cubre la sexta parte de la producción, con la eliminación de los apoyos públicos de regulación y con aumentos continuados de las cosechas. Por ello, la vía más relevante para mantener la rentabilidad del sector es la exportación, aumentando considerablemente el volumen exportado, pero también mejorando el valor de los envíos. Esta situación, sin duda, exige adaptar la oferta española a la demanda global y requiere del conocimiento de los mercados de destino y del diseño de estrategias adecuadas para alcanzar el objetivo marcado. Estados Unidos es un importador neto de vino, debido al incremento de la demanda, que desde 2013 le hizo convertirse en el mayor consumidor mundial en volumen. Este consumo en expansión no es cubierto por la producción interna, y los vinos importados adquieren un creciente interés para el consumidor estadounidense. España tiene tasas de incremento significativas en este destino, pero sus cuotas de mercado aún se sitúan en niveles inferiores a las de muchos países competidores y el consumidor medio estadounidense no tiene un elevado conocimiento del vino español, por lo que existe una gran capacidad de crecimiento. En este contexto, se plantea la necesidad de examinar el comportamiento de la demanda de EE.UU. frente a los atributos del vino español. Identificar y analizar las características que la demanda estadounidense, como mercado de exportación, considera relevantes en el vino español de calidad diferenciada, procedente de distintas regiones productoras, y posteriormente determinar su grado de importancia, de manera que se puedan plantear herramientas para la toma de decisiones empresariales y para la definición de estrategias comerciales, por parte de productores, exportadores y distribuidores vitivinícolas. El análisis de precios hedónicos, metodología ampliamente utilizada en el sector, trata de explicar la decisión de compra de determinado producto en base a una combinación de sus atributos, además de estimar el precio implícito de cada uno de ellos. Por tanto, este enfoque resulta indicado y ha sido el empleado para proporcionar a los operadores del lado de la oferta la posibilidad de comprobar los beneficios previstos de sus inversiones, comparándolos con los costes asociados a dicho esfuerzo inversor. La estimación hedónica se realiza sobre una muestra representativa de exportaciones de bodegas españolas, obtenida de una guía especializada de EE.UU. de amplia difusión en dicho mercado. Se realizan análisis tanto para el conjunto de la muestra, como para los distintos segmentos de precio (super premium, popular premium y ultra premium), y de ellos se deriva que seis grupos de variables presentan influencia sobre la apreciación del consumidor: añada, categoría comercial (grado de envejecimiento y vinos boutique), nota de calidad, origen, tipo de vino (según su color) y tamaño de la bodega. Cualquier decisión empresarial adoptada respecto a alguno de estos atributos es relevante respecto al posicionamiento del vino en el mercado estadounidense. Al margen de determinadas particularidades y del origen del vino, que presenta conductas diferentes según el segmento de precios, se observa un comportamiento similar de la demanda respecto a cada grupo de variables en los distintos tramos del mercado. Por otro lado, es necesario señalar que el rango super premium es el de mayor complejidad a la hora de tomar decisiones y en el que se dan un mayor número de posibilidades de actuación a la hora de posicionar el producto, ya que es en el que un mayor número de parámetros resulta de interés para el consumidor. El comprador estadounidense presta gran atención a la categoría del vino, siendo el factor más influyente sobre el precio de manera general. La demanda estadounidense valora de un modo importante el grado de envejecimiento de los vinos, así como su posicionamiento en precios altos que reflejen características específicas, como ocurre en los vinos boutique, especialmente apreciados en el segmento ultra premium. En este sentido, sería pertinente analizar los costes asociados a procurar a los vinos, en el caso de ser aptos para ello, un mayor envejecimiento o para elaborar un vino boutique dirigido a este mercado, o bien centrar las exportaciones en este tipo de vinos, para comprobar si se obtienen mayores beneficios con estas operaciones. Se presentan como excepción los vinos calificados como crianza que se equiparan a los vinos jóvenes o presentan peor apreciación, por lo que puede no resultar rentable un envejecimiento del vino hasta esa categoría. Por otro lado, se observa en los dos tramos inferiores de precio, que el consumidor estadounidense sabe apreciar las oportunidades de encontrar un vino de calidad en un precio inferior al esperado, por lo que aparecen oportunidades para establecer estrategias de comercialización, vía ofertas o promociones, para penetrar en el mercado. El factor exclusividad, medido a través del tamaño de la bodega, puede servir como instrumento de diferenciación comercial en EE.UU. al presentar valor añadido para la demanda, que aprecia en mayor medida los vinos elaborados por microempresas, frente a los de grandes empresas, que obtienen los peores resultados. En los vinos super premium crece la importancia de este factor, frente al tramo inferior donde el peso de las decisiones recae en otros parámetros. En ultra premium, la demanda relaciona más el factor exclusividad con la categoría boutique y no tanto con el menor tamaño de la empresa. En cuanto al tipo de vino, resulta el atributo menos relevante para el consumidor a la hora de tomar una decisión de compra, e incluso no es significativo en el segmento inferior de precios. Por tanto, las bodegas podrían tratar de introducirse en el mercado popular premium sin atender al color del vino como aspecto clave. De manera general, los vinos tintos presentan una mayor valoración frente a los blancos y rosados, teniendo estos últimos consideración negativa para el cliente. El origen del vino es relevante en las elecciones del consumidor y tiene utilidad como elemento diferenciador. Por tanto, la localización de una bodega puede favorecer o perjudicar su penetración en EE.UU. Resulta interesante que, en el tramo superior de precios, gran parte de las apreciaciones sobre los distintos orígenes son positivas, lo que va en favor de la asociación de los vinos españoles a un cierto factor prestigio y con la generación de una buena imagen general. Sin embargo, no hay muchas procedencias significativas en este estrato, por lo que son necesarios mayores esfuerzos promocionales y de posicionamiento, para ampliar el conocimiento y aceptación por el mercado de EE.UU. y mejorar así el citado factor prestigio. De manera global, la mejor valoración por la demanda se produce en los orígenes del norte de la península, mientras que la submeseta sur, zonas colindantes y Aragón tienen apreciaciones negativas. En este sentido, hay determinados orígenes, como Yecla, Utiel-Requena, Cariñena, Vinos de la Tierra de Castilla o, especialmente, Valdepeñas, que han de modificar sus estrategias de promoción, si existieran, o emprender trabajos intensos en esta línea. Por otro lado, se muestra que la mayor penetración de mercado ayuda a un mayor conocimiento y a una mejor valoración por parte del cliente. Las denominaciones de origen Rioja, Ribera de Duero, Priorat, Penedès, Rueda y Toro, orígenes con elevada presencia en la muestra, son reconocidas positivamente. Excepciones a esta afirmación, DO Navarra y Rías Baixas, deben aumentar la promoción y replantear las estrategias de posicionamiento, ya que el consumidor no parece predispuesto a comprar un vino de estas procedencias por encima de determinado nivel de precio. Finalmente, se destaca que hay orígenes, como DO Campo de Borja o IGP Vino de la Tierra de Castilla y León, con mayor valoración a mayor precio, por lo que deberían aprovechar esta percepción de buena calidad para penetrar en el mercado, especialmente en los tramos superiores de precio. En general, el consumidor estadounidense considera la añada como un factor de media relevancia en la toma de decisiones, con menos importancia en ultra premium que entre los vinos del segmento inferior y medio. En todos los análisis hay coincidencia en la mejor valoración de las últimas añadas, hecho que puede guardar relación con el aumento de la presencia y del mayor conocimiento de los vinos españoles en EE.UU. En cualquier caso, no resultaría interesante la exportación de vinos de años de cosecha antiguos, especialmente en los tramos más baratos de precios, dado que su valor puede no verse recompensado. Finalmente indicar que el mercado estadounidense tiene gran consideración, y de manera directamente proporcional, por la nota de calidad otorgada por expertos, más notablemente a medida que aumenta el precio, y la obtención de las máximas calificaciones puede suponer una apreciación significativa, mientras que una nota situada en los valores inferiores será considerada negativamente y prácticamente del mismo modo por el consumidor. Por tanto, para el elaborador del vino resultaría muy relevante obtener una de las máximas calificaciones, ya que sólo a partir de los 90 puntos se consigue un impacto positivo considerable, que permita rentabilizar los esfuerzos inversores realizados a tal fin.

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El edificio de la O.N.U., visto por arquitectos españoles

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Este trabajo de investigación se ha centrado en la escalera de caracol con ojo también denominado caracol de mallorca, en sus primeras apariciones a finales del s.XV y comienzos del s.XVI durante el llamado periodo tardogótico. Este elemento aparentemente sencillo presenta, sin embargo, una gran diversidad de esquemas geométricos. Todavía a día de hoy, no hay explicación del por qué de la mayor difusión de unos con respecto a otros. El objetivo de este trabajo ha sido valorar el papel que el confort/seguridad de uso así como la economía en el trabajo –sencillez de ejecución y coste económico– tuvieron en el contexto de la difusión de este elemento arquitectónico. Este estudio ha analizado en base a estos criterios objetivos, la geometría de cada uno de los esquemas tipo que resuelven la formación del hueco central característico este tipo de escaleras, con la intención de determinar las causas objetivas que pudieron motivar la desigual expansión de los mismos. Una vez determinado el marco teórico, se han establecido dos líneas para abordar el problema. Por un lado se ha planteado el análisis de los modelos teóricos recogidos en los distintos textos de cantería escritos por autores españoles desde finales del s.XVI. Si bien en la época en que se escribieron, la arquitectura gótica como sistema había desaparecido, alguno de sus elementos más característicos, como la escalera de caracol, continuaban empleándose. Las trazas del caracol con ojo recogidas en estos textos, describen habitualmente las soluciones geométricas más frecuentes e incluso los ejemplos construidos más conocidos, los cuales fueron levantados en su mayoría en el período en el cual se desarrolla esta investigación. Por otro lado, este estudio se plantea el análisis de modelos construidos existentes en la Ciudad y Tierra de Segovia. La razón que justifica dichos límites geográficos, la encontramos en que la mayor parte del patrimonio gótico existente en este área fue construido entre finales del s.XV y comienzos del s. XVI. Ambos grupos, modelos teóricos y modelos construidos, recogen la herencia gótica heredada en la construcción de este elemento arquitectónico. Cada una de estas dos líneas establecidas han seguido una metodología específica adaptada al objeto de análisis, si bien ambas se basan en un primer análisis individual y posterior análisis comparativo de los modelos seleccionados. Estos análisis han permitido identificar los distintos esquemas empleados para resolver el hueco central, lo que ha posibilitado establecer una clasificación general de los mismos en tres grupos: caracol con ojo de solución radial, el caracol con ojo de solución no radial y el caracol con ojo de solución tangencial. A partir de los datos y resultados obtenidos del análisis comparativo de los parámetros geométricos que afectan al confort/seguridad de uso y economía en el trabajo de dichos esquemas, podemos concluir que a pesar que los tres esquemas identificados resuelven el caracol con ojo de forma muy similar, el predominio de la solución radial y la caída en el olvido de las soluciones tangencial y no radial estuvieron justificados. ABSTRACT This work focused on the helical staircase, also known as mallorca staircase, in the late 15th and the early 16th centuries. This seemingly simple element, presents however a wide variety of geometrical designs. Still to date, there is no explanation of why some of them were limited use, while others had a wide impact. The aim of this study was to assess the influence which comfort, safety and work economy –ease of construction and financial cost– had on their widespread. This study analysed, following these objective criteria, the geometry of the different designs, which solve the characteristic inner aperture of this type of staircase. And thus, find the reasons, which motivated their uneven spread. Once the theoretical framework was developed, two research lines were set up to address the problem. On one hand, this study analysed the theoretical helical staircases described in the early Spanish texts, which were written since the end of the 16th century. Although these texts were written after the Gothic Architecture system had already disappeared, some of its more representative elements like the helical staircase were still in use. The traces of the helical stair, which are included in these texts, describe the most frequently-used designs and even the most famous real examples which were usually constructed in the Late Gothic period. On the other hand, this study analysed some real helical staircases, which were constructed in the Ciudad y Tierra de Segovia. The reason for choosing these geographical limits is that most of the Gothic buildings of this area were constructed between the end of the 15th and the early 16th centuries, during the Late Gothic period. Both groups, theoretical and constructed samples, collect the Gothic construction tradition of the helical stair. Each of these research lines followed a specific methodology, which was adapted to the research object. Nevertheless, both are based on a first individual analysis of each selected example and a later on comparative one. These analysis allowed the identification of the different layouts which solve the inner aperture of the helical staircase, what made possible to set up a broad classification in three groups, according to the geometrical design strategy that solves the central aperture: the helical staircase by radial solution, the helical staircase by non-radial solution and the helical staircase by tangent solution. The research findings of the comparative analysis of their geometrical parameters, which have an impact in the comfort, safety and work economy, have shown that although all of them solve the helical staircase in a really similar way, the fade into oblivion of the non-radial and tangent approaches was objectively motivated.

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Se elabora una propuesta de especificaciones de producto de datos geográficos de planificación urbanística conforme a la Directiva 2007/2/CE (INSPIRE), ISO 19131 e ISO 19151, adaptada al caso de la Comunidad de Madrid y su Ley 9/2001, del suelo de la Comunidad de Madrid. Entre otros, se toma la Guía Técnica INSPIRE del tema "uso del suelo: planificación", proponiendo mejoras a este documento.

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La escalera de caracol es uno de los elementos que mejor define la evolución de la construcción pétrea a lo largo de nuestra historia moderna. El movimiento helicoidal de las piezas de una escalera muestra, con frecuencia, el virtuosismo que alcanzaron los maestros del arte de la cantería y la plasticidad, expresividad y ligereza de sus obras. A pesar de su origen exclusivamente utilitario y de su ubicación secundaria, se convertirán en signo de maestría y en elementos protagonistas del espacio que recorren y de la composición de los edificios, como es el caso de las grande vis de los Châteaux franceses del XVI como Blois, Chateaudun o Chambord o los schlosses alemanes como el de Hartenfels en Torgau. Este protagonismo queda patente en los tratados y manuscritos de cantería, elaborados fundamentalmente en España y Francia, a partir del siglo XVI que recogen un gran número de variantes de escaleras de caracol entre sus folios. Breve historia de la escalera de Caracol Los ejemplos más antiguos conocidos de escaleras de caracol en Occidente provienen de los primeros siglos de nuestra era y están asociados a construcciones de tipo conmemorativo, funerario o civil, romanas. Destaca de entre ellas la columna trajana, construida en el 113 por Apolodoro de Damasco en los Foros de Roma. Esta columna, conservada en la actualidad, fue profusamente representada por los tratados de arquitectura desde el Renacimento como el de Serlio, Caramuel, Piranesi, Rondelet y, más recientemente, Canina. Choisy describe en El arte de construir en Bizancio un grupo de escaleras de caracol cubiertas por bóvedas helicoidales y construidas entre el siglo IV y VIII; a esta misma época pertenecen otras escaleras con bóvedas aparejadas de forma desigual con sillarejos y sillares de pequeño tamaño sin reglas de traba claras, pensadas al igual que las de Choisy para ser revestidas con un mortero. Herederas de estas bóvedas de la antigüedad son las escaleras de caracol de la Edad Media. Así las describe Viollet le Duc: “compuestas por un machón construido en cantería, con caja perimetral circular, bóveda helicoidal construida en piedra sin aparejar, que se apoya en el machón y sobre el paramento circular interior. Estas bóvedas soportan los peldaños en los que las aristas son trazadas siguiendo los radios del círculo”. En esta misma época, siglos XI y XII, se construyen un grupo de escaleras de caracol abovedadas en piedra de cantería vista: las de la torre oeste de Notre Dame des Doms en Avignon, las de la tour de Roi, de Évêque y Bermonde de los Chateaux de Uzés, las gemelas de las torres de la Catedral Saint Théodorit de Uzés y la conocida escalera del transepto de la Abadía de Saint Gilles. Ésta última dará el nombre a uno de los modelos estereotómicos de mayor complejidad del art du trait o arte de la cantería: la vis Saint Gilles, que aparece en la mayoría de los textos dedicados al corte de piedras en España y Francia. La perfección y dificultad de su trazado hizo que, durante siglos, esta escalera de caracol fuera lugar de peregrinación de canteros y se convirtiera en el arquetipo de un modelo representado con profusión en los tratados hasta el siglo XIX. A partir del siglo XIII, será el husillo el tipo de escalera curva que dará respuesta a las intenciones de la arquitectura a la “moderna” o gótica. Estas escaleras con machón central se generalizarán, insertándose en un complejo sistema de circulaciones de servicio, que conectaban por completo, en horizontal y vertical, los edificios. Estos pasadizos horizontales y estas conexiones verticales, hábilmente incorporadas en el espesor de contrafuertes, machones, esquinas, etc, serán una innovación específicamente gótica, como señala Fitchen. La pieza de peldaño, que se fabrica casi “en serie” reflejará fielmente el espíritu racional y funcionalista de la arquitectura gótica. Inicialmente los peldaños serán prismáticos, sin labrar por su cara interior; después, éstos darán paso a escaleras más amables con los helicoides reglados formando su intradós. Insertos en construcciones góticas y en convivencia con husillos, encontramos algunos ejemplos de escaleras abovedadas en el siglo XIII y XIV. Estamos hablando de la escalera de la torre este del Castillo de Maniace en Siracusa, Sicilia y la escalera de la torre norte del transepto de la Catedral de Barcelona. En ambos casos, los caracoles se pueden relacionar con el tipo vis de Saint Gilles, pero incorporan invariantes de la construcción gótica que les hace mantener una relación tipológica y constructiva con los husillos elaborados en la misma época. En la segunda mitad del siglo XV aparecen, vinculadas al ámbito mediterráneo, un conjunto de escaleras en las que el machón central se desplaza transformándose en una moldura perimetral y dejando su lugar a un espacio hueco que permite el paso de la luz. Los tratados manuscritos de cantería que circulan en el XVI y XVII por España recogen el modelo con su denominación: caracol de Mallorca. Varios autores han mantenido la tesis de que el nombre proviene de la escalera situada en la torre noroeste de la Lonja de Palma de Mallorca. Los Manuscritos y tratados de Cantería y las escaleras de caracol Coincidiendo con la apertura intelectual que propicia el Renacimiento se publican algunos tratados de arquitectura que contienen capítulos dedicados al corte de las piedras. El primero de ellos es Le premier tome de l’Architecture de Philibert de L’Orme, publicado en 1567 en Francia. En España tenemos constancia de la existencia de numerosos cuadernos profesionales que circulaban entre los canteros. Varias copias de estos manuscritos han llegado hasta nuestros días. Los más completos son sin duda, las dos copias que se conservan del tratado de arquitectura de Alonso de Vandelvira, una en la Biblioteca Nacional y otra en la Biblioteca de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid y el manuscrito titulado Cerramientos y trazas de Montea de Ginés Martínez de Aranda. Todas estas colecciones de aparejos, con excepción de la atribuida a Pedro de Albiz, presentan trazas de escaleras de caracol. En los siglos XVII y XVIII los textos en España más interesantes para nuestras investigaciones son, como en el XVI, manuscritos que no llegaron a ver la imprenta. Entre ellos destacan De l’art del picapedrer de Joseph Gelabert y el Cuaderno de Arquitectura de Juan de Portor y Castro. Estos dos textos, que contienen varios aparejos de caracoles, están claramente vinculados con la práctica constructiva a diferencia de los textos impresos del XVIII, como los del Padre Tosca o el de Juan García Berruguilla, que dedican algunos capítulos a cortes de Cantería entre los que incluyen trazas de escaleras, pero desde un punto de vista más teórico. Podemos agrupar las trazas recogidas en los manuscritos y tratados en cinco grandes grupos: el caracol de husillo, el caracol de Mallorca, los caracoles abovedados, los caracoles exentos y los caracoles dobles. El husillo, de procedencia gótica, permanece en la mayoría de nuestros textos con diferentes denominaciones: caracol de husillo, caracol de nabo redondo o caracol macho. Se seguirá construyendo con frecuencia durante todo el periodo de la Edad Moderna. Los ejemplares más bellos presentan el intradós labrado formando un helicoide cilíndrico recto como es el caso del husillo del Monasterio de la Vid o el de la Catedral de Salamanca o un helicoide axial recto como en el de la Capilla de la Comunión en la Catedral de Santiago de Compostela. La diferencia estriba en la unión del intradós y el machón central: una amable tangencia en el primer caso o un encuentro marcado por una hélice en el segundo. El segundo tipo de caracol presente en casi todos los autores es el caracol de Mallorca. Vandelvira, Martínez de Aranda, y posteriormente Portor y Castro lo estudian con detenimiento. Gelabert, a mediados del siglo XVII, nos recordará su origen mediterráneo al presentar el que denomina Caracol de ojo abierto. El Caracol de Mallorca también estará presente en colecciones de aparejos como las atribuidas a Alonso de Guardia y Juan de Aguirre, ambas depositadas en la Biblioteca Nacional y en las compilaciones técnicas del siglo XVIII, de fuerte influencia francesa, aunque en este caso ya sin conservar su apelación original. El Caracol que dicen de Mallorca se extiende por todo el territorio peninsular de la mano de los principales maestros de la cantería. Los helicoides labrados con exquisita exactitud, acompañados de armoniosas molduras, servirán de acceso a espacios más representativos como bibliotecas, archivos, salas, etc. Es la escalera de la luz, como nos recuerda su apelación francesa, vis a jour. Precisamente en Francia, coincidiendo con el renacimiento de la arquitectura clásica se realizan una serie de escaleras de caracol abovedadas, en vis de Saint Gilles. Los tratados franceses, comenzando por De L’Orme, y siguiendo por, Jousse, Derand, Milliet Dechales, De la Hire, De la Rue, Frezier, Rondelet, Adhémar o Leroy, entre otros, recogen en sus escritos el modelo y coinciden en reconocer la dificultad de su trazado y el prestigio que adquirían los canteros al elaborar este tipo de escaleras. El modelo llega nuestras tierras en un momento histórico de productivo intercambio cultural y profesional entre Francia y España. Vandelvira, Martínez de Aranda y Portor y Castro analizan en sus tratados la “vía de San Gil”. En la provincia de Cádiz, en la Iglesia Mayor de Medina Sidonia, se construirá el más perfecto de los caracoles abovedados de la España renacentista. También en la provincia de Cádiz y vinculadas, posiblemente, a los mismos maestros encontramos un curioso grupo de escaleras abovedadas con generatriz circular horizontal. A pesar del extenso catálogo de escaleras presentes en la tratadística española, no aparece ninguna que muestre una mínima relación con ellas. Desde el punto de vista de la geometría, estamos ante uno de los tipos de escaleras que describe Choisy en El arte de construir en Bizancio. Se trata de escaleras abovedadas construidas por hojas y lechos horizontales. Los caracoles abovedados tendrán también su versión poligonal: la vis Saint Gilles quarré o el caracol de emperadores cuadrado en su versión vandelviresca. Las soluciones que dibujan los tratados son de planta cuadrada, pero la ejecución será poligonal en los raros ejemplos construidos, que se encuentran exclusivamente en Francia. Su geometría es compleja: el intradós es una superficie reglada alabeada denominada cilindroide; su trazado requiere una habilidad extrema y al ser un tanto innecesaria desde el punto de vista funcional, fue muy poco construida. Otro tipo de escalera habitual es la que Vandelvira y Martínez de Aranda denominan en sus tratados “caracol exento”. Se trata de una escalera volada alrededor de un pilar, sin apoyo en una caja perimetral y que, por lo tanto, debe trabajar en ménsula. Su función fue servir de acceso a espacios de reducidas dimensiones como púlpitos, órganos o coros. Encontramos ejemplos de estos caracoles exentos en el púlpito de la catedral de Viena y en España, en la subida al coro de la Iglesia arciprestal de Morella en Valencia. El largo repertorio de escaleras de caracol prosigue en los tratados y en las múltiples soluciones que encontramos en arquitecturas civiles y religiosas en toda Europa. Hasta varios caracoles en una sola caja: dobles e incluso triples. Dobles como el conocido de Chambord, o el doble husillo del Convento de Santo Domingo en Valencia, rematado por un caracol de Mallorca; triples como la triple escalera del Convento de Santo Domingo de Bonaval en Santiago de Compostela. La tratadística española recogerá dos tipos de caracoles dobles, el ya comentado en una sola caja, en versiones con y sin machón central, definidos por Martínez de Aranda, Juan de Aguirre, Alonso de Guardia y Joseph Gelabert y el caracol doble formado por dos cajas diferentes y coaxiales. Vandelvira lo define como Caracol de Emperadores. Será el único tipo de caracol que recoja Cristobal de Rojas en su Teoría y Práctica de Fortificación. No hay duda que las escaleras de caracol han formado parte de un privilegiado grupo de elementos constructivos en constante evolución e investigación a lo largo de la historia de la arquitectura en piedra. Desde el cantero más humilde hasta los grandes maestros catedralicios las construyeron y, en muchos casos, crearon modelos nuevos en los pergaminos de sus propias colecciones o directamente sobre la piedra. Estos modelos casi experimentales sirvieron para encontrar trabajo o demostrar un grado de profesionalidad a sus autores, que les hiciera, al mismo tiempo, ganarse el respeto de sus compañeros. Gracias a esto, se inició un proceso ese proceso de investigación y evolución que produjo una diversidad en los tipos, sin precedentes en otros elementos similares, y la transferencia de procedimientos dentro del arte de la cantería. Los grandes autores del mundo de la piedra propusieron multitud de tipos y variantes, sin embargo, el modelo de estereotomía tradicionalmente considerado más complejo y más admirado es un caracol de reducidas dimensiones construido en el siglo XII: la Vis de Saint Gilles. Posiblemente ahí es donde reside la grandeza de este arte.