39 resultados para gestación


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La tesis reconstruye la trayectoria político organizacional de la Concentración Nacional Universitaria desde sus orígenes hasta su reconfiguración hacia mediados de la década de 1970. La CNU fue el resultado de una amalgama singular de ideas, experiencias, prácticas y actores que, a contramano de su corta existencia, atraviesa un largo período del siglo XX argentino. Carlos Disandro fue el vehículo que posibilitó la circulación de las ideas forjadas en el seno del nacionalcatolicismo cordobés de los años '30 en otras latitudes. Su itinerario personal, intelectual y político entre Córdoba y La Plata permite visualizar el impacto de este conjunto de ideas en la dinámica del nacionalismo platense. Hacia finales de los años '50, ese conjunto de ideas del nacionalcatolicismo primario se complejizó notoriamente. Fue en La Plata donde Disandro terminó por conformar su propio "collage ideológico", sumando al pensamiento contrarrevolucionario, la filosofía tomista y las ideas de la "Nación católica", su definida adhesión al peronismo y un peculiar modo de definirse como universitario. El derrotero de la CNU puede alumbrar un camino renovado y singular en la vinculación entre el nacionalismo y el peronismo que posibilitó, a la vez, una vía de radicalización dentro del campo de la derecha. La utilización de la acción directa violenta por parte de la CNU pone de manifiesto la radicalización de las prácticas políticas empleadas por la organización. Esta, a la vez que contribuyó a recrear el clima crecientemente reinante de radicalización política propia de la época, fue en parte -junto a las raíces propias de la CNU- el resultado del contexto radicalizado de entonces. Vinculado a ello, aunque en otro orden de cuestiones, no habría que confundir el objetivo político de la organización, manifestado en forma recurrente como una intención por volver a la primera experiencia peronista, como un mero retorno a un pasado idealizado. Regenerar la experiencia peronista de mediados de siglo guarecía, en este contexto de radicalización y de la mano de ideas y prácticas igualmente radicalizadas, un horizonte político también transformador identificado con la restauración conservadora. En los primeros años de la década del '70, éste asumió como principal objetivo desarticular el proyecto político que desde el propio peronismo postulaba el socialismo nacional. Este último señalamiento comenzó a plasmarse lentamente a partir de 1971. En plena reorganización partidaria comenzaron a visualizarse las primeras disputas entre el ala izquierda y el peronismo ortodoxo y de derecha. Entre estos últimos se encontraba la CNU que, entre 1971 y 1973, articuló con la Rama sindical a la que acompañó en la puja por espacio dentro de la estructura del justicialismo. La gestación de este espacio consistió en una apuesta estratégica que se respaldaba en una larga serie de vínculos organizacionales e ideológicos. Si bien quedaron marginados en las disputas de la interna Justicialista, la trama que vinculó a la CNU con otras organizaciones políticas y sindicales configuró un cartel político-sindical que desplegó un rol notorio desde 1973. En especial tras los sucesos del 20 de junio, las organizaciones del cartel político-sindical imprimieron un dinamismo creciente a las acciones que realizaron con el propósito de socavar las bases de apoyo del peronismo revolucionario. En esta dirección, a diferencia del resultado negativo que habían obtenido en el marco de la reorganización del Justicialismo, estos sectores contaron con el apoyo explícito del propio Perón. Si desde junio de 1973 la tensión de la disputa intraperonista fue creciendo, el asesinato de Rucci, en septiembre de ese año, marcó el punto de ruptura. Las formulaciones vertidas en el "Documento Reservado" iniciaban oficialmente -y como política emanada desde el propio partido- la contienda contra la "infiltración marxista" en el peronismo. A partir de entonces la CNU desplegó dentro de la UNLP una serie de acciones que, impulsadas por el clima reinante y en línea con lo que había sostenido a lo largo de los años previos, buscaron "destruir a la Universidad Marxista". Bajo esta idea rectora, entre 1973 y 1974 realizó múltiples intervenciones en la UNLP cuyo punto culminante consistió en el secuestro y asesinato de Carlos Miguel y Rodolfo Achem en octubre de 1974

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La tesis reconstruye la trayectoria político organizacional de la Concentración Nacional Universitaria desde sus orígenes hasta su reconfiguración hacia mediados de la década de 1970. La CNU fue el resultado de una amalgama singular de ideas, experiencias, prácticas y actores que, a contramano de su corta existencia, atraviesa un largo período del siglo XX argentino. Carlos Disandro fue el vehículo que posibilitó la circulación de las ideas forjadas en el seno del nacionalcatolicismo cordobés de los años '30 en otras latitudes. Su itinerario personal, intelectual y político entre Córdoba y La Plata permite visualizar el impacto de este conjunto de ideas en la dinámica del nacionalismo platense. Hacia finales de los años '50, ese conjunto de ideas del nacionalcatolicismo primario se complejizó notoriamente. Fue en La Plata donde Disandro terminó por conformar su propio "collage ideológico", sumando al pensamiento contrarrevolucionario, la filosofía tomista y las ideas de la "Nación católica", su definida adhesión al peronismo y un peculiar modo de definirse como universitario. El derrotero de la CNU puede alumbrar un camino renovado y singular en la vinculación entre el nacionalismo y el peronismo que posibilitó, a la vez, una vía de radicalización dentro del campo de la derecha. La utilización de la acción directa violenta por parte de la CNU pone de manifiesto la radicalización de las prácticas políticas empleadas por la organización. Esta, a la vez que contribuyó a recrear el clima crecientemente reinante de radicalización política propia de la época, fue en parte -junto a las raíces propias de la CNU- el resultado del contexto radicalizado de entonces. Vinculado a ello, aunque en otro orden de cuestiones, no habría que confundir el objetivo político de la organización, manifestado en forma recurrente como una intención por volver a la primera experiencia peronista, como un mero retorno a un pasado idealizado. Regenerar la experiencia peronista de mediados de siglo guarecía, en este contexto de radicalización y de la mano de ideas y prácticas igualmente radicalizadas, un horizonte político también transformador identificado con la restauración conservadora. En los primeros años de la década del '70, éste asumió como principal objetivo desarticular el proyecto político que desde el propio peronismo postulaba el socialismo nacional. Este último señalamiento comenzó a plasmarse lentamente a partir de 1971. En plena reorganización partidaria comenzaron a visualizarse las primeras disputas entre el ala izquierda y el peronismo ortodoxo y de derecha. Entre estos últimos se encontraba la CNU que, entre 1971 y 1973, articuló con la Rama sindical a la que acompañó en la puja por espacio dentro de la estructura del justicialismo. La gestación de este espacio consistió en una apuesta estratégica que se respaldaba en una larga serie de vínculos organizacionales e ideológicos. Si bien quedaron marginados en las disputas de la interna Justicialista, la trama que vinculó a la CNU con otras organizaciones políticas y sindicales configuró un cartel político-sindical que desplegó un rol notorio desde 1973. En especial tras los sucesos del 20 de junio, las organizaciones del cartel político-sindical imprimieron un dinamismo creciente a las acciones que realizaron con el propósito de socavar las bases de apoyo del peronismo revolucionario. En esta dirección, a diferencia del resultado negativo que habían obtenido en el marco de la reorganización del Justicialismo, estos sectores contaron con el apoyo explícito del propio Perón. Si desde junio de 1973 la tensión de la disputa intraperonista fue creciendo, el asesinato de Rucci, en septiembre de ese año, marcó el punto de ruptura. Las formulaciones vertidas en el "Documento Reservado" iniciaban oficialmente -y como política emanada desde el propio partido- la contienda contra la "infiltración marxista" en el peronismo. A partir de entonces la CNU desplegó dentro de la UNLP una serie de acciones que, impulsadas por el clima reinante y en línea con lo que había sostenido a lo largo de los años previos, buscaron "destruir a la Universidad Marxista". Bajo esta idea rectora, entre 1973 y 1974 realizó múltiples intervenciones en la UNLP cuyo punto culminante consistió en el secuestro y asesinato de Carlos Miguel y Rodolfo Achem en octubre de 1974

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Lucía Piossek Prebisch es una filósofa argentina con una importante trayectoria en la docencia y en la investigación. Egresó de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), y es profesora emérita por la misma casa de estudios. Allí se desempeñó en los cargos máximos de la docencia en la asignatura Filosofía Contemporánea, y dictó también Filosofía en la Argentina y Filosofía de la Historia. Asimismo, fue fundadora y directora del Instituto de Historia y Pensamiento Argentinos, entre otras actividades académicas desarrolladas en esa misma institución. A principios de los años setenta, la revista Sur publica "La mujer y la filosofía",un ensayo donde Lucía Piossek Prebisch presenta su tesis fenomenológica acerca de la experiencia de la maternidad. La autora sostiene que "la filosofía ha estado consustanciada de modo ancestral con lo masculino", dando un giro al tratamiento que el filósofo existencialista cristiano Gabriel Marcel realiza de la "experiencia de la paternidad". Indagó acerca de la "corporalidad", la "libertad" y la "situación" de las mujeres, más específicamente durante la gestación y la lactancia. En ese ensayo hallamos no solo una recepción del existencialismo, sobre todo en sus primeros contactos con el ámbito intelectual argentino, sino además los "ecos" de su perspectiva de análisis, ligada a la filósofa Simone de Beauvoir -de cuya posición sobre la maternidad se aleja- y su relación con las poetas Alfonsina Storni y Gabriela Mistral. Asimismo, en su obra se detecta la influencia de la escritora Virginia Woolf y de figuras poco transitadas en nuestro medios, como la filósofa religiosa Edith Stein (1891-1942) y la ensayista española María Zambrano (1904-1991), entre otras. En ese ensayo, Lucía Piossek Prebisch realiza un tratamiento original en su época acerca de la experiencia de la maternidad: el cuerpo propio de la mujer es, al mismo tiempo, el cuerpo de "otro", el ser en gestación sobre cuyo desarrollo dentro de sí no tiene decisión ni competencia: "... el cuerpo durante la gestación y la lactancia, se experimenta como donación de sí y no solo como medio para los fines de la especie" (Piossek Prebisch, 1973: 101). A sus casi ochenta y siete años, Lucía Piossek Prebisch nos recibió, en abril del 2012, en su casa del barrio Yerba Buena de San Miguel de Tucumán y -rodeada de cuadros que muestran un reverdecer tucumano-, nos cuenta sobre el contexto de producción de su ensayo "La mujer y la filosofía", que fue presentado en las Segundas Jornadas de Filosofía, organizadas por la Asociación Argentina de Filosofía, en noviembre de 1965, en la ciudad de La Plata, cuyas Actas publicó la editorial Sudamericana en la colección "Perspectiva" en el año 1966

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El artículo propone una lectura comparativa de La vida de Dominguito, de Domingo Sarmiento, y su transposición cinematográfica de 1944, titulada Su mejor alumno y escrita por Homero Manzi y Ulyses Petit de Murat. Para ello, se exploran las continuidades y desplazamientos en las imágenes de Sarmiento y Dominguito que ambas obras postulan. Primero, se aborda la película en tanto escenificación del pasaje de una imagen de Sarmiento que va del proyecto de la educación popular a la cultura pop. Luego, se introduce la idea de que en las dos obras la imagen del hijo funciona como el sustento de una comunidad política basada en el ideal ético de la philia. Sin embargo, el lugar fallado de ese modelo comunitario está determinado por el acto del filicidio, que a través de la metáfora del pueblo-niño que no puede superar su propia infancia, habilita una lectura de la película en relación con el contexto sociohistórico de emergencia de la imagen pop de Sarmiento en el momento de gestación del peronismo.

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El artículo propone una lectura comparativa de La vida de Dominguito, de Domingo Sarmiento, y su transposición cinematográfica de 1944, titulada Su mejor alumno y escrita por Homero Manzi y Ulyses Petit de Murat. Para ello, se exploran las continuidades y desplazamientos en las imágenes de Sarmiento y Dominguito que ambas obras postulan. Primero, se aborda la película en tanto escenificación del pasaje de una imagen de Sarmiento que va del proyecto de la educación popular a la cultura pop. Luego, se introduce la idea de que en las dos obras la imagen del hijo funciona como el sustento de una comunidad política basada en el ideal ético de la philia. Sin embargo, el lugar fallado de ese modelo comunitario está determinado por el acto del filicidio, que a través de la metáfora del pueblo-niño que no puede superar su propia infancia, habilita una lectura de la película en relación con el contexto sociohistórico de emergencia de la imagen pop de Sarmiento en el momento de gestación del peronismo.

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Lucía Piossek Prebisch es una filósofa argentina con una importante trayectoria en la docencia y en la investigación. Egresó de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), y es profesora emérita por la misma casa de estudios. Allí se desempeñó en los cargos máximos de la docencia en la asignatura Filosofía Contemporánea, y dictó también Filosofía en la Argentina y Filosofía de la Historia. Asimismo, fue fundadora y directora del Instituto de Historia y Pensamiento Argentinos, entre otras actividades académicas desarrolladas en esa misma institución. A principios de los años setenta, la revista Sur publica "La mujer y la filosofía",un ensayo donde Lucía Piossek Prebisch presenta su tesis fenomenológica acerca de la experiencia de la maternidad. La autora sostiene que "la filosofía ha estado consustanciada de modo ancestral con lo masculino", dando un giro al tratamiento que el filósofo existencialista cristiano Gabriel Marcel realiza de la "experiencia de la paternidad". Indagó acerca de la "corporalidad", la "libertad" y la "situación" de las mujeres, más específicamente durante la gestación y la lactancia. En ese ensayo hallamos no solo una recepción del existencialismo, sobre todo en sus primeros contactos con el ámbito intelectual argentino, sino además los "ecos" de su perspectiva de análisis, ligada a la filósofa Simone de Beauvoir -de cuya posición sobre la maternidad se aleja- y su relación con las poetas Alfonsina Storni y Gabriela Mistral. Asimismo, en su obra se detecta la influencia de la escritora Virginia Woolf y de figuras poco transitadas en nuestro medios, como la filósofa religiosa Edith Stein (1891-1942) y la ensayista española María Zambrano (1904-1991), entre otras. En ese ensayo, Lucía Piossek Prebisch realiza un tratamiento original en su época acerca de la experiencia de la maternidad: el cuerpo propio de la mujer es, al mismo tiempo, el cuerpo de "otro", el ser en gestación sobre cuyo desarrollo dentro de sí no tiene decisión ni competencia: "... el cuerpo durante la gestación y la lactancia, se experimenta como donación de sí y no solo como medio para los fines de la especie" (Piossek Prebisch, 1973: 101). A sus casi ochenta y siete años, Lucía Piossek Prebisch nos recibió, en abril del 2012, en su casa del barrio Yerba Buena de San Miguel de Tucumán y -rodeada de cuadros que muestran un reverdecer tucumano-, nos cuenta sobre el contexto de producción de su ensayo "La mujer y la filosofía", que fue presentado en las Segundas Jornadas de Filosofía, organizadas por la Asociación Argentina de Filosofía, en noviembre de 1965, en la ciudad de La Plata, cuyas Actas publicó la editorial Sudamericana en la colección "Perspectiva" en el año 1966

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En la Antigua Roma las mujeres casadas no gozaban de ningún tipo de libertades y todos los placeres les eran vedados a su clase (Rousselle, 2000). Responsables de la gestación de los futuros ciudadanos, su esfera de acción se limitaba al hogar, donde, además de procurarles especial atención a sus maridos e hijos, estaban encargadas de realizar, entre otras tareas, el control de la servidumbre, la administración de los gastos y el tejido (Knapp, 2011). A diferencia de las mujeres de otras clases, prostitutas y esclavas, la conducta de las matronas debía estar regida por la castidad, la reserva, la modestia y la pietas, principales virtudes celebradas en las fuentes epigráficas (CIL 6.23773, 8.11294). Como consecuencia de la corrupción de las costumbres durante la República, Augusto sancionó una serie de leyes (Lex Iulia de maritandis ordinibus y de adulteriis coercendis en 18 a.C., Lex Papia Poppaea en 9 d.C.) que, basándose en la tradición de los antepasados, estaban destinadas a ejercer un fuerte dominio sobre las políticas familiares. Se obligaba a los estratos superiores de la sociedad a contraer uniones legítimas y a tener descendencia, y se sancionaba con severidad a aquellas mujeres que cometían adulterio y que no se ajustaban al modelo femenino que el Estado buscaba imponer (Pomeroy, 1999). Bajo la luz de estas consideraciones acerca de la matrona, nos proponemos ofrecer una lectura posible de los fragmentos 618-9 y 681 M del poeta satírico Lucilio, conservados únicamente por transmisión indirecta. Así pues, a partir de información recabada del contexto social y político, intentamos demostrar que en el horizonte del pensamiento romano se mantiene constante un único ideal de mujer, al mismo tiempo que, a partir de referencias intertextuales, logramos dar sentido(s) a un texto que sólo a simple vista parece no poder decirnos mucho.

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En la Antigua Roma las mujeres casadas no gozaban de ningún tipo de libertades y todos los placeres les eran vedados a su clase (Rousselle, 2000). Responsables de la gestación de los futuros ciudadanos, su esfera de acción se limitaba al hogar, donde, además de procurarles especial atención a sus maridos e hijos, estaban encargadas de realizar, entre otras tareas, el control de la servidumbre, la administración de los gastos y el tejido (Knapp, 2011). A diferencia de las mujeres de otras clases, prostitutas y esclavas, la conducta de las matronas debía estar regida por la castidad, la reserva, la modestia y la pietas, principales virtudes celebradas en las fuentes epigráficas (CIL 6.23773, 8.11294). Como consecuencia de la corrupción de las costumbres durante la República, Augusto sancionó una serie de leyes (Lex Iulia de maritandis ordinibus y de adulteriis coercendis en 18 a.C., Lex Papia Poppaea en 9 d.C.) que, basándose en la tradición de los antepasados, estaban destinadas a ejercer un fuerte dominio sobre las políticas familiares. Se obligaba a los estratos superiores de la sociedad a contraer uniones legítimas y a tener descendencia, y se sancionaba con severidad a aquellas mujeres que cometían adulterio y que no se ajustaban al modelo femenino que el Estado buscaba imponer (Pomeroy, 1999). Bajo la luz de estas consideraciones acerca de la matrona, nos proponemos ofrecer una lectura posible de los fragmentos 618-9 y 681 M del poeta satírico Lucilio, conservados únicamente por transmisión indirecta. Así pues, a partir de información recabada del contexto social y político, intentamos demostrar que en el horizonte del pensamiento romano se mantiene constante un único ideal de mujer, al mismo tiempo que, a partir de referencias intertextuales, logramos dar sentido(s) a un texto que sólo a simple vista parece no poder decirnos mucho

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En la Antigua Roma las mujeres casadas no gozaban de ningún tipo de libertades y todos los placeres les eran vedados a su clase (Rousselle, 2000). Responsables de la gestación de los futuros ciudadanos, su esfera de acción se limitaba al hogar, donde, además de procurarles especial atención a sus maridos e hijos, estaban encargadas de realizar, entre otras tareas, el control de la servidumbre, la administración de los gastos y el tejido (Knapp, 2011). A diferencia de las mujeres de otras clases, prostitutas y esclavas, la conducta de las matronas debía estar regida por la castidad, la reserva, la modestia y la pietas, principales virtudes celebradas en las fuentes epigráficas (CIL 6.23773, 8.11294). Como consecuencia de la corrupción de las costumbres durante la República, Augusto sancionó una serie de leyes (Lex Iulia de maritandis ordinibus y de adulteriis coercendis en 18 a.C., Lex Papia Poppaea en 9 d.C.) que, basándose en la tradición de los antepasados, estaban destinadas a ejercer un fuerte dominio sobre las políticas familiares. Se obligaba a los estratos superiores de la sociedad a contraer uniones legítimas y a tener descendencia, y se sancionaba con severidad a aquellas mujeres que cometían adulterio y que no se ajustaban al modelo femenino que el Estado buscaba imponer (Pomeroy, 1999). Bajo la luz de estas consideraciones acerca de la matrona, nos proponemos ofrecer una lectura posible de los fragmentos 618-9 y 681 M del poeta satírico Lucilio, conservados únicamente por transmisión indirecta. Así pues, a partir de información recabada del contexto social y político, intentamos demostrar que en el horizonte del pensamiento romano se mantiene constante un único ideal de mujer, al mismo tiempo que, a partir de referencias intertextuales, logramos dar sentido(s) a un texto que sólo a simple vista parece no poder decirnos mucho