9 resultados para Sangre

em Acceda, el repositorio institucional de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. España


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Premios de Narrativa Corta Hnos. Millares Cubas, 2008

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Programa de Doctorado: Clínica e Investigación Terapéutica

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[ES] Para determinar la validez del déficit acumulado de oxígeno (DMOA) como índice de capacidad anaeróbica, en 29 varones, estudiantes de Educación Física, se determinó el DMOA, la concentración de lactato en sangre capilar al finalizar un test supramáximo al 120 % VO2max, la potencia media y máxima desarrolladas en el test de Wingate y la masa muscular de las extremidades inferiores mediante absorciometría fotónica dual de rayos X. El DMOA correlacionó con la concentracción de lactato en sangre alcanzada al final del test de capacidad anaeróbica (r=0.43, p<0.05, n=28), con el trabajo realizado y con el VO2 acumulado en el test de capacidad anaeróbica (r=0.59, p<0.001, n=28 y r=0.56, p<0.01, n=29, respectivamente). La lactatemia al final del test de capacidad anaeróbica correlacionó con trabajo realizado en el test de capacidad anaeróbica en valores absolutos (r=0.49, p<0.01, n=27) y con el trabajo divido entre la masa muscular de las extremidades inferiores (r=0.65, p<0.001, n=26). No se observaron correlaciones significativas entre el DMOA y la potencia máxima, ni tampoco entre el DMOA y la potencia media desarrolladas en el test Wingate, ya sea expresadas en valores absolutos o referidos a la masa muscular de las piernas. Tampocó correlacionó la lactatemia alcanzada al final del test de capacidad anaeróbica con la potencia máxima ni con la potencia media desarrollada en el test de Wingate. Aunque conceptualmente el DMOA es el mejor no invasivo procedimiento para medir la capacidad anaeróbica, la ausencia de correlaciones con otras variables que se han mostrado útiles en la evaluación de las cualidades anaeróbicas limita su interés desde el punto de vista práctico.

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[ES]El modelo de producción de alimentos desarrollado en la segunda mitad del siglo XX en Canarias (y el resto del mundo) y mantenido en la actualidad ha ido encaminado a incrementar la producción y reducir las pérdidas de producción mediante el uso de plaguicidas. Sin embargo, este tipo de producción intensiva no ha tenido en cuenta el impacto de estas prácticas agrícolas sobre el medio ambiente y la población. El uso y abuso de los plaguicidasha tenido como consecuencia frecuente la contaminación de suelos y acuíferos, y más tarde, la introducción de estos contaminantes en la cadena alimentaria, incorporándose a todos los seres vivos (incluida la especie humana) a través de los alimentos. Estudios de nuestro Grupo de Investigación han confirmado la presencia de residuos de plaguicidas en suelos, aguas, alimentos de nuestras Islas y, lo que es más grave, en sangre y tejidos de la población canaria. Así, se ha demostrado que el 99% de la población delarchipiélago canario presenta residuos de plaguicidas en sangre y, lo que es más llamativo, que las mujeres embarazadas de estas islas presenta residuos de plaguicidas en el líquido amniótico. Por tanto, nuestra exposición a estos contaminantes tóxicos comienza antesdel nacimiento y es continuada a lo largo de toda nuestra vida. Esta situación es extensiva al resto de la población del mundo occidental (incluyendo la española). A día de hoy sabemos que esta exposición continua e ininterrumpida a plaguicidas da lugar a efectos tóxicos a largo plazo (crónicos) pudiendo afectar la salud de la población y sus descendientes. Los mecanismos por lo que pueden afectar a la salud son múltiples, bien sea porque alteran, a) el sistema hormonal (se relacionan con alteraciones reproductivas en el hombre y la mujer, con el incremento de incidencia de diabetes, tumores hormonodependientes como mama o testículo, y con alteraciones en la función tiroidea); b) el sistema cardiovascular (alterando la tensión arterial y el funcionalismo cardiaco); c) el metabolismo (algunos favorecen el desarrollo obesidad, esto es, son obesogénicos), o d) el sistema Nervioso Central (relacionándose la exposición crónica a plaguicidas con alteraciones neurocognitivas o retraso en el desarrollo en niños, o con enfermedades neurodegenerativas como Parkinson y Alzheimer en el adulto). En resumen, la contaminación de nuestro medio ambiente, y, por tanto de nuestra población, por plaguicidas no nos sale gratis y nos pasa o pasará factura en salud.